Mi Navidad.

 


"Si no llevas la Navidad en el corazón, tampoco la encontrarás debajo del árbol." (Roy L. Smith.)

A veces cuesta entender las lecturas del Antiguo Testamento, porque sus mensajes, a pesar de ser actuales están escritos en un tiempo pasado y desde una mentalidad primitiva y jerarquizada por los hombres que imprimieron la palabra. Esto es opinión propia. Pero lo mismo que digo una cosa, digo otra cuando el mensaje es tan claro. 

Hoy miro a mi padre. Estamos sentados en la mesa camilla con la estufita  calentándonos después del baño. A él le encanta verse en la pantalla del móvil y que le haga fotos. A sus 80 años y con su demencia, sonríe y es la viva imagen del rey David de la lectura de hoy. 

Ha sido un buen hombre, no religioso, pero siempre ha ayudado a cualquier persona que estuviera cerca. Mi padre es lo que se dice un buen hombre. Siempre lo ha sido. No ha querido nada con la iglesia, pero ha cumplido la voluntad del Kerigma que proclama ésta al pie de la letra, porque así lo ha sentido natural sin que nadie le tuviera que decir que hacer. A mirado al prójimo como a un igual y ha sido un hombre justo. Veo claramente la mano de Dios y la promesa hecha a David, cumplida  en el recorrido y en el desenlace de la vida de vi viejo. 

Y va a pasar su ancianidad cuidado y querido como merece, con su familia. Siendo el rey de su casa. Él es el niño de mi Belén. Aunque a veces me desespero y tenga miedo a no ser capaz de gestionar mis fuerzas y mi resistencia para cuidarlo. Porque no es fácil ver cómo van progresivamente llegando al ocaso. Tener que lidiar con los propios problemas y el reto tan grande que es ser la primera cuidadora de una persona dependiente. Aún asi... él sigue siendo hoy mi Navidad más bonita.  

Y te deseo a tí que me lees, que indiferente a la situación que estés viviendo o tus creencias. Seas luz en la vida de aquellos que te rodean. En estas fechas y sobre todo a lo largo de todo el año te deseo que seas tú mejor versión y que la Fuerza te acompañe 😉.

 


"Tan pronto como el rey David se instaló en su palacio y el Señor le concedió descansar de todos los enemigos que lo rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: “¿Te has dado cuenta de que yo vivo en una mansión de cedro, mientras el arca de Dios sigue alojada en una tienda de campaña?” Natán le respondió: “Anda y haz todo lo que te dicte el corazón, porque el Señor está contigo”.

Aquella misma noche habló el Señor a Natán y le dijo: “Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: ‘¿Piensas que vas a ser tú el que me construya una casa, para que yo habite en ella? Yo te saqué de los apriscos y de andar tras las ovejas, para que fueras el jefe de mi pueblo, Israel. Yo estaré contigo en todo lo que emprendas, acabaré con tus enemigos y te haré tan famoso como los hombres más famosos de la tierra.

Le asignaré un lugar a mi pueblo, Israel; lo plantaré allí para que habite en su propia tierra. Vivirá tranquilo y sus enemigos ya no lo oprimirán más, como lo han venido haciendo desde los tiempos en que establecí jueces para gobernar a mi pueblo, Israel. Y a ti, David, te haré descansar de todos tus enemigos.

Además, yo, el Señor, te hago saber que te daré una dinastía; y cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente’”.

(2 Samuel 7, 1-5. 8-12. 14. 16)



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