Diciembre de 1973.
¿Alguna vez has amado tanto a alguien qué el simple pensamiento de imaginar una vida sin esa persona te hizo estremecer de angustia? ¿Has amado hasta el punto de renunciar a ti mismo en pos de ese amor? ¿Amas aún sabiendo que has perdido de antemano cualquier batalla qué te devolviese una mínima victoria? ¿Podrías después de caminar sin vida entre los vivos, renunciar a ésta... por un solo instante en el cual volver a la sombra del manzano donde el amor te cambió la vida?
Felicidades, porque si puedes asentir es que eres otro gilipollas más que pertenece a la inmensa minoría de los que fueron alcanzados por el amor... pudiendo experimentarlo en su versión más extrema. Que suerte la nuestra, jejeje... moribundos, zombis putrefactos de esperanzas muertas, que volveríamos una y otra vez al mismo punto de partida.
Huérfana. Sin vida. Ciega ya la esperanza, derrocho las vidas que no han sido y te miro desde el opaco reflejo de un espejo al que ya no alcanza la luz. Mi vida sin ti ya no tiene sentido.

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