Incertidumbres.
"El único problema filosófico verdaderamente serio es el suicidio. Juzgar si la vida es o no digna de vivir es la respuesta fundamental a la suma de preguntas filosóficas". (Albert Camus).
A pesar de que vivo días inciertos con un profundo sentimiento de culpa y el peso de quien no sabe dónde buscar ayuda... no he soltado ni una lágrima. No, eso no es normal en mi. Soy una galerna, llevo en mi interior la furia de los cinco océano y las peores travesuras de los Anemoi sobre ellos. Suelo ser como un torrente de emociones que fluyen cuando la presión está sobre mis hombros. Nunca relacioné el llanto con síntomas de delibidad. Por el contrario lo que me resulta raro es justo esto, no ser capaz de llorar ahora.
Me siento como un animal de trabajo atado a la yunta de un molino de sangre. Siempre caminando en círculos. Sin aliciente alguno que haga de una jornada un día diferente. Y en cada vuelta el tiempo se convierte en un bucle sin periodos, sin principios y sin finales a la vista. Solo estoy ahí. En un lugar donde la vista no alcanza a ver destinos posibles. Dónde los sueños se tornan pesadillas que saltan como cigarras sobre mi lomo.
Están ahí, como una plaga infesta, con sus patitas cortantes, se pasean acicalándose en un continuo ritual de movimientos mientras clavan sus diminutas extremidades en mi piel. Suave. Continuo. Un movimiento interminable similar a los giros de esta muela que sigue moviéndose al compas del flujo de mi torrente sanguíneo.
Hay quien al pasar y viéndome se compadece del espectáculo circular en qué se han convertido mis pasos, aunque apenas reanudan su camino olvidan con facilidad lo presenciado. Hay quienes van tan en sus cosas que ni piensan en el motor que alimenta su pan de cada día. Hay para todos los gustos, personajes con nombres y apellidos que no pasan inadvertidos para el animal atado a la rueda.
Hay un instante más, pendiente, un paso que estar por dar mientras respire. Mis piernas trabajadas están fuertes para hacer caminos y en cada nueva jornada, mientras el amo de mi destino pone los anclajes a mí atadura, observo cada movimiento, esperando el momento... sé que llegará. Ese instante en que las piezas no encajen. Quedarán a mí favor, pendientes tan solo de un brinco para hacerlas caer y liberarme del yugo.
Las incertidumbres caerán. Estoy dando vueltas, muchas vueltas mientras aprovecho las que necesito, continuamente giro en torno a todas ellas. He tenido muchas horas de molino de sangre como para saber dónde no volveré a ser atada nunca más. Quiero ser como Platero e ir con trotecillo alegre, como quien ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
Te pasa , creo,
ResponderEliminarcomo a mi, llega
septiembre, y es
el momento de
soltar todo junto,
y alguna vez ,
con lagrimas ,
como una
catarata .