EL DISFRAZ DE DIPUTADO.


"Y ella no estaba loca. Pensaba por sí misma y llegaba a sus propias conclusiones sobre todo. Eso muchos hombres lo confundían con imprudencia, cuando no con pura locura". (Santiago Posteguillo).

Hay quienes se lo han currado de cojones para encontrar el disfraz más terrorífico para esta noche. También están aquellos que creyéndose llevarlo con dos cojones, visten su disfraz también el resto del año, a menudo completándolos con atuendos extras que incorporan de sus rutinas diarias.

A algunos de est@s dominantes de tres al cuarto, pareciera que nadie les dijo aquello de: donde tienes la olla no metas la polla. O tal vez sí. No obstante, influenciados por sus descomunal narcisismo, no han alcanzado a ver que la dominación sexual, sin control, se convierte en un arma de doble filo que nos arrastra hacia el más antiguo de los instintos: el depredador. Uno al que si no se pone una serie de pautas, no solo terminará por joder la vida a otros, sino que también complicará seriamente la propia. Esto es así y quien no entienda estas cosas es mejor que no se meta a jugar a las 50 sombras.

Y es que.... hay que ser muy gilipollas para terminar engullido por el disfraz. Sin embargo es lo que ocurre cuando el ego crece desplazando a la empatía. No se puede olvidar que en cada relación sexual debe priorizar un consentimiento y fluir tanto el entendimiento, como el placer en ambas direcciones. Ahí no hay disfraz que valga, ni rol, ni su puta madre. Al que a hierro hiere... ni las lágrimas de cocodrilo le consuelen. 

Estos días no paro de ver en las noticias y los programas de sociedad el circo mediático en torno al diputado. Para mí muchas de las cosas que leo o escucho están fuera de lo razonable y pienso que cada quién, está aprovechando el acontecimiento para acercar ascuas a las propias sardinas. Lo que yo pienso del tema con los datos que tengo y lo que conozco personalmente del rol dominante, es que esto que le ha pasado al diputado es una monumental metedura de pata. No solo por su mala praxis del rol. Sino también la torpeza e ingenuidad de las mujeres que han pensado que un hombre narcisista, en algún momento, va a darles una relación sentimental similar a la que un día nos vendió Disney. Hay que ser subnormal, por las dos partes, para entrar en este meollo. 

Cualquier persona con gustos sexuales relacionados con el sadomasoquismo y dos dedos de frente, sabe que lo primero que debe hacer antes de salir del círculo de personas afines a las prácticas, es un contrato con todos los detalles bien explícitos. Que si bien parece que no sirve para nada.... en un mal entendimiento, nos va a salvar el culo de un juicio por abuso sexual. 

Si una persona le gusta usar su rol dominante fuera de los círculos privados donde estos roles están aceptados. Debe saber que corre bastantes riesgos personales y legales, si la persona a quien somete no está familiarizada con las prácticas. Lo dicho, hay que ser muy subnormal. Más cuando está tan a flote reivindicaciones populares movidas por los hilos invisibles de los titiriteros de siempre. 

Hay que tener cuidado ahí fuera, como diría un sumiso al que leo. Los que llevan mucho en estas prácticas saben de qué va el tema. Y luego están todos esos que siguen pensando que con un difraz, cuatro palabras vulgares y un burdo manual de dominación descargado de la red, pueden ir imponiendo normas a diestro y siniestro. Lo dicho, hay que ser muy subnormal

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