Antes muerta que sencilla...

 

"Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es". 

(Jean Paul Sartre).

Siempre he pensado que defender con orgullo la postura de quien se es, es un referente de identidad que bien merece la pena aunque salga el sol por Antequera.

Las hay que se vuelven algo brutas. Las hay que lo traen de genética. Hasta las hay que lo son sin saberlo. Y también las que son brutas de cojones . Yo, ya salí brutamontes del papo de mi madre y me reivindicaré hasta el día en que me muera. 

Hoy por fin he ido a recoger las gafas progresivas. Sí. Vale. Al margen de que es un claro indicativo de que estoy de lleno inmersa en la cincuentena y cuesta abajo hacia el carril de la tercera edad ... que no es de eso de lo que quiero hablar; sino más bien de lo bestia que puedo resultar, hasta para las cosas más mundanas. 

Seis años sin cambiar de lentes. Vamos que veía ya por intuición más que por nitidez. Y todo porque en la última revisión ya me dijeron que los siguientes cristales tendrían que ser progresivos o ir "quita y pon".  Y claro ... ya sabemos que este tipo de lentes progresivas nunca terminan por ser (y costar) lo que nos anuncian 

678€, con sus respectivos dolores de barriga, que me han costado dos gafas normalitas (sin marcas, ni hostias) y sus lentes con todos los extras. Me dijo una amiga que tanto dinero no me han costado (que a ella le salió una sola por casi lo mismo) ...😬😮‍💨... me cago en la puta... es que yo cobro de ayuda 480€. ¿A ver cómo le ponemos al niño? 

La cuestión es que después de tener que ahorrar varios meses para poder ir a pedirlas. Me tienen diez días esperando y entre ellos me enfrento a un examen de nivel en la EOI, del cual la mitad dejo sin hacer, no por falta de conocimiento, sino porque no veía tres en un burro. 

Así que cuando hoy llego a la óptica y tras probarlas me dice la optometrista (que tiene cuarenta años de experiencia en su profesión) que necesito entre quince días y cuatro semanas de periodo de adaptación. Y que la primera semana lo recomendado es usarla en casa en estático. Para ampliar una semana en interior y en movimiento. La tercera salir a la calle y si ya el cerebro y los nervios ópticos se han acomodado poder conducir y hacer el resto ... Ehh, ehh, ehh. No le dije que echase el freno por educación. Pero en cuanto salí de la óptica y giré la esquina me encasqueté las de sol, a tomar por culo... antes muerta que sencilla.

Cuando llegué al coche, aparcado dos manzanas más abajo, llevaba un vacilón que ni un vaso vino tomado a cucharadas. Al poner el trasero en el asiento del conductor los niveles de vértigo se alinearon. Respiré. Hice movimientos de cabeza tipo Robocop para controlar todos los retrovisores. Calculé con el sopapo que sentía las probabilidades de terminar el día en el hospital, la cárcel o el cementerio. Y una vez pasado el análisis, arranqué. 

Si ya me lo digo yo sola. Sí. Soy... bruta no, lo siguiente. Como me solía llamar Javi cuando eramos jóvenes: brutamontes. Lo soy. 

Lo siento pero no. Mi vida va a un ritmo en que el estándar de adaptación del resto de los mortales a mí no me sirve. Entre diez y quince días ya me parecía una eternidad. Cuando esa señora mencionó una semana estática yo ya estaba pensando en probabilidades. 

Recordando cuando Lucy e Iván eran pequeños y Pepe trabajando en Canarias. Yo medio majara, medicada hasta lo inimaginable, fue cuando tuve los brotes psicóticos y no sabía ni donde estaba, ni en el día que vivía de lo fuerte que era la medicación que me pusieron en salud mental. Me pasé meses colocada del sofá a la cama, pero los días de lluvia me ponía en pie sin saber cómo, y a menos de 20km/h y pegada a la derecha, llevaba a mis hijos hasta la esquina del colegio. Eso sí , jejeje, con mi madre de copiloto por si tenía que tirar del freno de mano a toda hostia, porque la pobre ni tenía carnet de conducir, ni sabía. 

No podía ser peor. No. Los efectos de la graduación y la adaptación del cerebro no podían ser peor que aquello. Total. Que ahí que iba yo toda rechulona con mis gafas de sol de imitación similar a las famosas Ray-Ban. Más tiesa y estirada que un lagarto tomando el sol y mirando hacia el infinito para no pegarme una hostia en los bordillos de las aceras al cruzar las calles. Por suerte conduciendo iba mucho mejor y llegué a casa sana y salva y sin ni siquiera dar un sustillo a nadie. Que conste. Que soy brutamontes pero no una temeraria empedernida 🤪... jejeje.