CORRE POR ASPACE


"Que guay que mi familia se apunte sin pensarselo a cualquiera de mis locuras. Que suerte tengo de contar con ellos para todo." 
(mi hija Lucía García)

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Pues sí, allí que estábamos las hembras de la manada apoyando a Lucy, incluida su tata Bea, que es mi amiga desde que nos conocimos en infantil en el colegio. 


Lucy puso esa frase en su historia de Instagram pasada la carrera, una que hoy recupero para la cabecera de este post. Nos pidió ayuda para que fuésemos como voluntarias del equipo de ocio del que es coordinadora. Pues ese día podían muy pocos voluntarios. Y allí que nos encajamos mi hermana con los cuatro niños, mi amiga Bea y yo. 

Llegamos temprano para montar los chiringuitos y nos vinimos los últimos. Servimos y nos divertimos, y si tuviera que resumirlo todo en una sola frase seria: "Si el año que viene estas cerca de Dos Hermanas, ni se te ocurra perder la oportunidad de vivir esta experiencia". 



Gracias al Ayuntamiento y la Delegación de Deportes, nuestro asociación tuvo por segundo año su espacio dentro del evento deportivo de la Carrera:  Carolina Robles.  En este post no me voy a dedicar a explicar las diferentes colaboraciones que tuvo este evento porque entonces seria larguísimo y mi parte es la de dar a conocer el trabajo del voluntariado personal. Pero son importantes las colaboraciones de empresas y otros organismos, tantos públicos como privados, porque ellos son los que pueden ayudar económicamente mejor. Se tuvo mucha ayuda, incluidos todos los que colaboraron con productos para la tómbola. 

No tengo imagenes, ni videos de la tómbola. Ha sido un fallo, lo cierto es que al llegar comenzamos a montar los stand, y después de la marcha no dió lugar ni a beber agua hasta que se agotaron las existencias en la tómbola. Fue un éxito, para recaudar fondos.

Voy a centrarme en contar mis propias experiencias al respecto de aquella mañana. Una de las cosas que más me impacto fue ver reunidos en un mismo punto personas tan diferentes en diversidad funcional. Por una lado corredores profesionales. Se les veía a legua quienes eran, mientras hacían los estiramientos y el calentamiento. Corredores habituales de diferentes sexos y categorías por edades, y entre los infantiles, corredores con discapacidad.

Fue viéndolo con mis propios ojos cuando entendí realmente la frase de "corre por ASPACE". Pues además de participar en la marcha y comprar la camiseta, podías comprar el doral y correr en las diferentes carreras. Pero ver a niños participar junto a otros en las carreras, eso... joder, no tiene forma de expresarse, lo tienes que ver. Con la ilusión, las ganas que corren según sus posibilidades. Esos padres y madres, corriendo a su lado, o sujetando los andadores, o empujando los carros, un evento donde todos caben si desean participar corriendo. 

Ya en la marcha solidaria que fue antes de las carreras me emocioné viendo personas con nombres y apellidos que ya conocía, y tantos y a tantos que no. Todos a una, aportando quienes somos, muchos con su granito de arena portando la camiseta. Iguales frente a una realidad que es dar a conocer a las personas con parálisis cerebral.

Todos juntos, allí en el Parque de los Pinos en Montequinto, personas con parálisis cerebral, familiares, trabajadores de ASPACE, voluntariado, amigos, colaboradores y la gente que se asomaba a las ventanas o las aceras al paso de la marcha.

Tantos niños... Incluidos mis sobrinos que iban en plan voluntarios, pese a ser tan pequeños. Ellos son el verdadero ejemplo de inclusión. Porque no hacen diferencias como nosotros, se adaptan enseguida a las diferencias físicas  que pueda haber entre ellos. Es una lección bestial para los mayores, ver como ellos si que saben hacer piña. 


Durante la marcha ayúdamos acompañando a los usuarios de residencia. Para Bea era la primera vez, pero ha repetido salida con nosotros desde entonces y eso que ella sigue recuperándose de una operación muy grande que tuvo el año pasado de columna. Por eso le dije que estuviera pendiente de Junior que camina. Y fue graciosísima la situación porque no se retiraba de él ni cuando las trabajadoras de residencia la querían relevar. Al no conocer a nadie, no lo dejó de la mano hasta que yo no se lo dije, jajajaja...




Lo mismo le pasó a mi hermana con la usuaria que llevaba en el carro. Es lo que tiene ser primerizo en un sitio, que no conoces cómo se hacen las cosas, pero en este ambiente y con la voluntad que se pone, nadie va a considerar que se hagan mal estas cosas, son pequeños detalles que entendemos entre nosotros. En la próxima ya sabrán que se puede cambiar de usuario, pero me gustó que fueran tan responsables con las personas que se adjudicaron en la marcha al bajar del autobús.  




Mis sobrinos estuvieron muy participativos, tanto en la marcha, donde a ratos estuvieron en la cabecera, o animando en diferentes tramos y relacionándose con los usuarios de residencia. Dani ya los conocía de otras salidas de ocio y se los presentaba a sus hermanas. 





Lucy fue sacando fotos y videos para las redes sociales de ASPACE y tuvo una sorpresa fortuita cuando sacando este selfie de arriba, la usuaria sin previo aviso le dio un beso en lugar de mirar al móvil que era lo que Lucy le estaba pidiendo hacer. Yo estaba a la derecha de este instante y lo vi en primera persona. Pensé que había merecido la pena ser madre y renunciar a la vida que hubiera preferido de no haber tenido a mis hijos, solo por ese momento. Sentí como si me hubieran dado el primer premio de la carrera de mi vida. 


La imagen de abajo nos la hicimos cuando recogimos todo lo de la tómbola y alguien fue consciente de que no nos había dado ni tiempo de sacarnos una puñetera foto junios.  Nos reímos un montón al ser consciente. La verdad es que faltan algunos que ya se habían ido.  


Durante el tiempo que estuvimos en la tómbola, fueron las diferentes carreras. Y hubo una anécdota que no puedo pasar por alto y no contar porque fue lo más divertido que me pasó. Yo estaba en la parte trasera de la tómbola. Mitad guardaespalda de los cajones de los regalos, mitad pregonera (porque al tener tanta fuerza gritando no necesitaba ni el altavoz), mitad ayudante para mirar los números a las personas que no sabían si tenían premio. 

La zona donde estaba la tómbola era más elevada y el circuito de carreras de los niños partía detrás de la tómbola y terminaba según edades, al frente de la tómbola pero a unos ochenta o noventa metros. Pues resulta que estaba yo pregonando eso de "A dos euritos, dos euros el número y siempre toca, siempre toca! Y me da por mirar a lo lejos y veo que están en los últimos metros de la carrera, los primeros corredores y uno de ellos, con un pompón rosa en la cola caballo.  Y claro como una de mis grandes habilidades es la improvisación, cambié el mensaje y empecé a gritar de una manera sobrehumana, como si tan lejos mi sobrina se fuese a enterar: "Corre, corre, Sacramento, corre que vas ganando". La gente en torno a la tómbola incluso se asustaron. Pero Lucy y su amiga Mireya que fueron tan rápidas como yo empezaron gritar también. Y cuando nos dimos cuenta había mucha más gente animando. 

Quedó tercera y primera de su género. Porque era mixta, cada carrera según edad. Pero lo más gracioso es que mi hermana, que estaba en la meta para ir recogiendo a los niños según llegaban. Me dijo después al acabar todo, que se partió de la risa porque se me oyó desde allí abajo y toda la gente de la meta, se quedó mirando hacia arriba en dirección a la tómbola y aplaudiendo a la niña al advertir que eran con ella los gritos. Pues ná... así las gastamos en casa, jejeje... Carol también entró de los cinco primeros y primera niña. Cayetana y Dani de los de enmedio. Mi Daniel finalmente se atrevió a correr escayolado, al ver que todos los niños de su edad corrían juntos. Aprendió que si te gusta correr debes hacerlo sin importar las barreras físicas, sino dando todo lo que puedas en ese momento. Porque ese es el mejor premio, participar y saber que lo has dado todo. Me conmovió lo que me dijo después cuando le dije que estaba muy orgullosa de él por haber corrido y no quedarse con la ganas.

Me dijo que al principio le daba vergüenza correr porque con la escayola sabía que se iba a quedar el último y además se reirían de él. Pero que había visto las carreras de los más pequeños y que si otros niños que como él tampoco podían ganar, porque estaban como él con problemas (se expresó así para referirse a los niños y niñas con parálisis que corrieron) corrían, por qué no iba a correr  también él. Que ya le daba igual si se reían o no. Que él quería correr y lo hizo. Me dio que pensar lo que me dijo mi sobrino, porque sé que la culpa de esas barreras mentales las tenemos los mayores. Esa si que es una gran discapacidad que nos pasa desapercibida y que va haciendo mucho daño en el enfoque que los menores, a menudo tienen de ellos mismos, de los demás, o de cómo deben ser las cosas. Y me alegró saber que Dani solo con el ejemplo de otros niños con discapacidad para correr, fue capaz de gestionar su actitud en ese momento y cambiar sus modo de ver la situación. 


Comentarios

  1. No es la primera vez que leo posts de este estilo en tu blog, está claro que eres una persona solidaria y comprometida, mucho más que la media (y que yo entre ellos). ¡Enhorabuena!
    Abrazos!

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    1. Ven un día con nosotros , estamos cerca. En septiembre empiezan de nuevo las salidas. En una de las abiertas podías pasar y nos conocemos. Igual hasta te gustamos y sales de la media😁😋
      Beso!!

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