Dejad que los niños vengan a Mi... CAPÍTULO 1.

"En tiempos de bautizos laicos y derroches consumistas, los niños... deben seguir siendo los protagonistas de sus propias historias". 

(La menda que escribe).

El post de hoy a pesar de tener cuatro protagonistas, tiene una causante (Carolina, la segunda por la izquierda), quien un día sin previo aviso, al volver del cole, le dice a su madre que quiere hacer la comunión. Mi hermana en un primer impacto se quiso morir, solo de pensar lo que se le venía encima... y es que pese a que fue educada en una familia católica, nunca se le impuso la fe. 

Yo que soy su madrina de bautismo así lo hice con ella y más tarde con mis hijos. Soy de las que piensan que mientras los niños son niños, el deber de los adultos que profesan una fe, es mantener a éstos dentro de los preceptos de la religión. Pero nunca imponer, porque la cara más hermosa de Dios es la de la libre elección, el amor no se puede imponer a golpe de dogma. Dios mismo se basta, para crear un hábitat adecuado, donde el individuo libremente, pueda optar a querer conocer más.  

Este post lleva en borradores desde el año pasado. Me alegro que sea ahora, casi un año después cuando de nuevo me enfrento a él. A veces mientras estamos afrontando el presente, no nos damos cuenta de cosas que a toro pasado es más fácil de verlas. 

Recuerdo lo atacada que estaba mi hermana con toda la situación. Las conversaciones que teníamos en el coche cuando la llevaba a trabajar. Estaba muy preocupada por ver cómo afrontar un gasto de esa índole. Y es que en una sociedad tan consumista como esta que hemos permitido, cualquier tipo de celebración familiar se ha convertido en un caos social donde parece que tenemos que demostrar ser mejores, poder más que el resto de los que nos rodean. Menudo legado de aprendizaje estamos dejando a los niños. 

Para colmo jartible de la ansiedad de mi hermana, estaba no solo la comunión, sino que al no estar los niños bautizados (el padre es evangelista y esa es la razón por la cual mi hermana nunca hizo por el bautismo. A pesar que mi madre, la religiosa de casa, siempre le recordaba que los niños estaban sin bautizar) también tendrían que bautizarse antes de la comunión.

El cura le dijo que en una misa de domingo, se los bautizaría a los cuatro. Pero ella ya estaba en el agobio de la celebración y el compromiso que eso suponía económico. Puede que así leído perezca algo exagerado. Pero no lo es. Se necesita tener un poco de empatía o no llegar a ser mileurista, para entender lo complicado que puede ser. No es tanto el que pensarán los demás, es más bien la necesidad de que tus hijos tengan más o menos las mismas posibilidades que el resto, y a veces el listón está demasiado alto en cosas que no deberían estar. Desde muy pequeños ya son consciente de las diferencias, y de que no llegaran al límite referido y no es justo, no lo es. Para los padres de familias con necesidades económicas es otra lucha. Ya no basta con llenar la nevera o poder vestir a los críos (que el dia que tienen deporte en el cole no tengan que ir con las zapatillas rotas) también hay que lidiar con tanta fiesta de postín, cumpleaños, actividades en el cole, disfraces,ect...

Mi hermana suele ir saliendo de todas medianamente con más éxito del que a primera vista podría parecer con los recursos que tiene. Pero un bautismo y una comunión en un mismo periodo de dos años, era algo inviable. Así que había que imponer mi frase favorita: "la necesidad agudiza el ingenio".

Cuanto más se acercó la fecha del bautismo. Más crecía la ansiedad de mi hermana. Se invitó a la familia que quisiera acompañarnos. Y se dijo que no habría celebración posterior. Que la fiesta seria para los críos, que al fin de cuenta eran los protagonistas. Como los niños no habían ido a bautizos, no tenían conciencia de lo rimbombante que son las celebraciones posteriores. No se les contó que la gente lo celebra igual que las comuniones. Se les contó que después se hacía como una merienda y ellos se ilusionaron con la idea. 

Un mes antes pillé la COVID y por si no era suficiente, porque no soltaba los síntomas ni a la de tres, y la neumonía empeoró. Previo al gran día me caí en casa y me hice un esguince de tobillo, que me dejó fuera de juego del todo. A mi hermana le iba a dar algo. Porque yo era la madrina de los cuatro. No había nadie más de los que querían serlo que pudieran, porque si no tienes el Sacramento de la Confirmación no puedes apadrinar en el resto de Sacramentos de la Iglesia Católica. Son las normas. Unas que joden mucho a la gente, pero oiga, que nadie les obliga, esto es voluntario y si quieres un bautismo religioso de los de verdad y no un teatrillo, estas son las normas a seguir. 

Mi marido y mi hermana no se hablan. Traté de persuadirlo para que fuera él en mi lugar porque yo estaba bastante jodida. Pero no quiso, no pude doblegar una situación como esta. Así que él se quedó en casa con mi padre, que no quería estar con el resto de la familia paterna de los niños y allá que me presenté yo en la Iglesia con el andador de mi padre. Era para verme, con lo grandota que soy y encima con complementos poco discretos, la verdad es que daba la nota. Pero me quedo con el momento en que me dejaron el coche aparcado en la esquina para bajar, porque a mi marido le daba vergüenza el armatoste que llevaba con mi edad y en la puerta estaba todo el mundo esperando. Mis sobrinos al verme salir del coche hicieron el resto. Nadie de los presentes se quedó sin ver mi llegada. Ni una estrella de cine en un estreno.

Gritando "Tita, tita", "La tita". "La tita está aquí". "La tita a venido"... Y mientras los veía venir corriendo hacia mi gritando y con tal alboroto de brazos. Pensé que nada, ni nadie podía hacer que yo me perdiera ese momento. Lo que la mayoría de gente no pudo saber es que yo un par de horas antes estaba metida en la cama con ganas de morirme. Pero saqué coraje, me eché un vestido y allá que me encajé. 

Mis sobrinos se abrazaron a mi, casi me caen. Contentos y nerviosos, preguntando cómo que estaba allí. Pensaban que el cura les iba a hacer de padrino porque ya había hablado su madre de que la madrina estaba enferma. 

─ No me perdería vuestro bautismo por nada del mundo, acaso lo dudabais, si voy a ser vuestra madrina. 

El momento del rito del agua no pudo ser más divertido. Mentito que es una polvorilla fue la primera. El cura les había puesto un taburete y no nos dio lugar de sujetarla cuando se subió a él. Cogió sola y metió la cabeza en la pila como quien se tira a una piscina. Las carcajadas de todos retumbaron en el templo cuando el cura a micro abierto dijo que había que repetir la jugada. Que era él quien tenia que bautizarla y no ella sola. Las caras en las fotografías lo dicen todo. Se repitió, esa vez bien. Pero al terminar va la rabillo lagartija y dice: "es que está tan fresquita el agua, lo repetimos otra vez". Y de nuevo risas.

Por suerte sus hermanas y su hermano fueron más normalitos. Y sí, lo admito, solté alguna lagrimilla. Porque pensé en mi madre en ese momento y porque para mi, el Sacramento del Bautismo tiene su significado literal. Y aunque no lo dijese, tenía ganas de que estuviesen bautizados. Diferente es lo que después cada hijo quiera en su libertad de elección hacer con su vida o qué camino seguir con respecto a la religión. Así lo hice con su madre y así lo hice con mis hijos. Deseaba que también fuese así para ellos. Pero no me correspondía a mi esas decisiones. Fue emotivo el momento. 

Tan emotivo como el resto de ritos dentro del Sacramento. La imposición del Crisma hizo que me temblaran las piernas pese a que yo estaba sentada. 

Cuando vi a mi hermana, sola sin su pareja, siendo ella la cabeza de familia poner el Óleo a sus hijos... me sentí la madre/hermana más orgullosa del mundo. Porque aunque a veces sea una cabecita loca, admiro el modo en que resiste con sus hijos y nunca tira la toalla frente a la adversidad. Su vida no es fácil, pero la lleva adelante. 

A esa altura de la celebración llegó la renovación de las promesas bautismales. En el rito los padrinos y los padres renuevan las suyas y prometen ser custodios de la fe de los bautizados. Corresponde al padrino o al padre prender las velas del Cirio Pascual. El cura que estuvo muy atento en todo momento de los detalles y de hacer una celebración muy bonita para ellos. Le dijo a Daniel que como la tita estaba coja (omitió mencionar a nadie más porque conocía la realidad del padre) y el ya era un hombrecito que fuese él quien las prendiese. Así que mi hijo Iván se libró de salir, jejeje, porque como yo no podía caminar sin soltar las manos del andador, ya tenía pensado quien me haria de manos en ese momento. Pero fue Dani quien prendió las velas en el rito de la luz. 

Como he dicho antes el sacerdote hizo muy bien su trabajo y la presentación de los niños a la Virgen la hizo el mismo. Y tuvo bastante éxito. Porque Mentito le pidió de todo a la Virgen. La foto de más abajo con la familia al completo, representa el momento de la  acogida por la Iglesia... lo dice todo. La cara de mi hermana y la del cura son un mensaje perfectamente descifrado del éxito  obtenido. Porque los niños se han adaptado muy bien a la comunidad parroquial, incluso Cayetana ya está en catequesis ahora, porque también desea hacer la comunión. 

Las dos siguientes fotos nos las hicimos en mi lugar favorito de la Parroquia del Rocío. Junto al retablo que da nombre al evangelio que me sirve de título de este post. El resto de fotos familiares, como es normal nos la sacamos en el altar mayor. Pero estas dos en las que estoy con las personas verdaderamente importantes par ami, quería que fuesen ahí. Mis sobrinos, mi hijo (derecha), mi hija, mi hermana y Bea, mi mejor amiga desde la infancia y mi segunda hermana apoyada en mi hombro. Ella también estaba metida en la cama previa a su operación de columna y se levantó para acompañarnos, no lo olvidaré en la vida. No le hace falta correrme por las venas para ser parte de mi manada de sangre. 

Y POR FIN LLEGÓ LA TARDE. 

Antes fueron a comer a los "CIEN MONTADITOS" con los familiares que asistieron y venian de fuera, quienes quisieron acompañar al aperitivo. Aunque cada uno tuvo que pagarse lo suyo, porque esa era la condición para ir a tapear algo. El presupuesto de mi hermana se había ido en los preparativos y la celebración de por la tarde. 

No pude asistir, ni al aperitivo, ni a la consecutiva fiesta. Por eso delegué en mis hijos para que acompañaran a sus primos y a su tía en todo momento de la comida por si surgía algún problemilla. La fiesta de por la tarde, como ya se había advertido, era solo para los niños. Mi hermana compró cosas para hacer juegos, para decorar la zona del parque donde están cada tarde. Invitó a los amigos de siempre, los niños del parque, a merendar. Hubo perritos calientes, sándwiches, bebidas, chuches y hasta tarta. Y después todos los críos del barrio que se juntan allí, cada tarde y lo celebraron con ellos, se querían bautizar también. Jejeje...

De cómo se lo pasaron no comentaré nada, es fácil imaginárselo.  Dejo algunas de las fotos que se hicieron.