Cosas que pasan.


"Él que me ciñe de fuerza, despeja mi camino; Quien hace mis pies como de ciervas". (2Sam.22,33)

Como si de un guion escrito se tratase, ha ocurrido en pleno tiempo Pascual. Y como yo nunca he creído en las casualidades cuando las cosas que pasan tienen cierta continuidad y van enlazadas a otros acontecimientos. He sentido claramente como influyen los tiempos y el instante en esas cosas que pasan y que forman parte de los acontecimientos que vivimos y nos curten. 

No sabría explicar el día de hoy. Mi madre siempre decía que a mí había que temerme cuando callaba y no cuando estaba disparatando. Me conocía.  Aunque no le contase las cosas malas que me pasaban, se daba cuenta por mis silencios. Hoy me he acordado mucho de ella.  Cuando después de una llamada telefónica de mi doctora he recibido los resultados de las pruebas que me hice hace unos días. En fin que aunque no era lo que deseaba escuchar, era lo que ya me esperaba porque conozco muy bien las reacciones de mi cuerpo. 

Cuando colgé me quedé callada. Tenía la sensación de que ella entraría de un momento a otro por la puerta  y se daría cuenta y me preguntaría qué coño me pasaba. Y yo le sonreiría  con mi media sonrisa torcida, dejaría ir mi "jejeje"... y me quedaría callada. Ella me insistiría y al final las lágrimas que me salen por los rabillos cuando trato de hacerme la dura me delatarian. Y ella me pediría otra vez que se lo contara y yo le diría algo así como que estuviera tranquila que lo que me pasase lo podría solucionar con algo de tiempo y que no me preguntara, que mejor me abrazara para recargar energía. 

Quien entró fue mi padre. Y para no romperme delante de él salí corriendo al baño y mi viejo se reía diciéndome que si me iba cagando. Desde el interior del baño le escuchaba diciendo chascarrillos de gente que se cagaba encima.  Y hasta me hizo soltar alguna carcajada entre el llanto que trataba de amortiguar. 

Soy una persona más valiente que la media. Tengo un índice de resistencia al dolor bastante alto. No me preocupa envejecer, no temo a la enfermedad, ni a la muerte. Me preocupa más el hecho de poder estar muerta y seguir respirando, que cualquiera de otras cosas a las que temen otros. Soy lo que se dice una tía dura, o bruta que me gusta más. 

Pero hoy. No voy a mentir. A ratos he estado muerta de miedo. Me preocupa lo que puedan sufrir los míos. Si estarán preparados si la cosa es más sería de lo que ya apunta a ser. Me preocupa mucho mi padre. Aguanto muchas cosas en mi vida por no hacerlo sufrir y porque su etapa final sea lo más tranquila posible... Pero esto es algo que quizás no esté en mi mano evitarlo. Y no quiero que nadie sufra por mi. 

Y a quienes pasáis por aquí... Lo siento si os toca sufrirme porque me tenéis cariño. Pero hoy necesitaba irme a la cama soltándolo, para no darle al miedo, ni un puto ápice más de mi voluntad y mi coraje. Que falta me van a hacer para pelear lo que deba enfrentar. Pienso ahora que por suerte, esto es un blog y no una red social  de las otras... Jejeje...


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