HOY ES EL DIA.
"Lo que alguien pueda significar para otro tiene límites muy estrechos: al final cada uno se queda sólo, y entonces lo único que cuenta es quién se ha quedado solo". (Arthur Schopenhauer)
Ayer también llovió y seguimos en otoño, sin embargo, hoy para mi, es el día en que oficialmente ha entrado el invierno. Y antes de que este post termine, sabrás cómo y por qué, mi calendario de las estaciones se mueve independiente a otro ritmo e impulsado por otras causas.
El aforismo que abre esta entrada hoy, viene a complementar y dar sentido al estado que predomina mis emociones. Anoche me acosté algo angustiada. Con el peso de la tristeza haciendo aplomo al termino del día. No me gustan esas emociones para termina una jornada, porque el subconsciente se me infesta y el despertar no suele ser mejor. Es desolador amanecer con pesadumbre. A mi me da por llorar, y me sienta bien hacerlo, suele ser un buen recurso para soltar energía negativa contenida. Siempre y cuando se haya aprendido a llorar con sentido común, éste nunca debe faltar, más si del mundo de los sentimientos se trata. Porque al final quien se queda solo será a fin de cuentas quien pondrá el punto de apoyo sobre el que sostenerse. No se puede perder el coraje en el trayecto, al menos no el que más tarde será necesario para seguir en pie y lo más importante... tener capacidad para seguir avanzando.
Me desperté como supuse, apagada y gris, con las arcadas de la apatía agarradas al pecho. Un día más me quise morir, fusionarme entre las sábanas y desaparecer como un ácaro más inapreciable al ojo humano. Pero quien si se había fusionado bajo las sábanas, hecho un ovillo en el centro del vértice, entre mi vientre y los muslos era Juanito. Yo en posición fetal y él acurrucadito ahí, como si fuera el núcleo de un nosotros. Enseguida se dio cuenta de que me había despertado y comenzó a lamer mi mano. "Buenos días enano cascarrabias, hoy quédate aquí y no me sigas que está lloviendo y te vas a quedar helado". Pero en cuanto eché los pies abajo de la cama estaba dando saltitos a mi alrededor. Aunque sepa que por la mañana no me entretengo en darle mimos cuando arranco, me sigue con esa energía contagiosa.
Mientras en el baño hago pipí él simplemente me acompaña, reflexiono en lo mucho que me gustaría sentir ese tipo de lealtad en mis semejantes. Libremente elijo cada día ser una mujer de familia. Podría renunciar a ello y que cada cual se buscara la vida a su manera como bien pudiesen. No obstante elijo ser la matriarca de esta clan, compactar la familia, al fin de cuenta las madres es lo que hacen, rellenar las fisuras que amenazan el derrumbe. Me siento muy sola en esa labor. No miento. Soy consciente de que yo no tengo las habilidades que tuvo mi madre. Que a veces me tienta por patas la vida del individuo que soy. Pero cuando me pregunto quién soy realmente, me reitero en mi verdad más absoluta, soy una mujer de familia.
Abro el paraguas antes de salir del porche y me dirijo a la casa de mi hermana. Thor me recibe nervioso y apacible, vamos, que hoy no tiene intención de gruñir y que nos enfrentemos por ver quien manda en ese territorio. Se mete en la casa por delante mía mientras suelto el paraguas. El salón a media luz, en silencio... es una casa más. Una vez ese mismo lugar fue el salón de mi casa y mi madre la matriarca. Pero hoy no quiero pensar en ello y arrastro al cajón los pensamientos y recuerdos. Huele a la colonia de mi hermana, hace dos horas que la llevé a su trabajo, pero aun se respira la esencia en el ambiente. Respiro. Me detengo. Respiro más lento y profundo. Estoy preparada. Vamos allá. Ahora si que empieza el día.
"Venga, vamos, todos arriba". Me siento como un militar haciendo palmas y llamando a filas a mis soldados. "Venga vamos arriba que hoy está lloviendo y luego si llegamos tarde no hay donde aparcar". Carol (9años) es la primera en arrancar siempre. Es quien menos problemas me da. Hoy en cambio viene con esa expresión puesta, me la veo venir ya. Me dice que le duele la cabeza. Le digo que lo que tiene es sueño, que se espabile. Me pongo a levantar a Mentito (5), mientras ya estoy escuchando a Dani (10) y Cayetana (7) peleando en el cuarto contiguo. "A vosotros dos os quiero listos en el salón cuando llegue". Al terminar con la peque, los otros están peleando en la entrada por los paraguas, uno acaba de morir en el intensivo del enfrentamiento y está con todas las varillas abiertas.
La situación: una adulta con afán de convertirse en ácaro. Cuatro niños dando guerra. Un paraguas de adulto. Otro de niña. Uno de cadete roto, inservible. Hay que salir a la intemperie. Llueve intensamente. El camino tiene 80m de largo, se debe superar la barrera de la cancela (candado incluido) y la apertura del coche. Colocar en el maletero 4 maletas y abrochar tres niñas con cinturones de sillitas. Todo esto en el menos tiempo posible, sin que nadie resbale, se empujen, o se tiren directamente al barro. Entonces pienso que a mi nunca me gustaron los niños, ni los problemas de matemáticas, ni ..."¡mierda"! Llueve más fuerte. ¿Cómo cojones soluciono este problema? Me acuerdo de mi amigo CHEMA, su lógica matemática me gusta e igual tiene alguna fórmula para solucionar éste.
La solución más viable que veo no quiero pensarla con la suerte que tengo y los pronósticos de tormenta, si pienso en que me caiga un rayo y me parta igual me cae y solo me pone más negra. Así que... empiezo a gritar como una loca (como si la ondas de la voz fueran a servir de escudos anti gotas) mientras caminamos hacia la calle. Dani con el paraguas de niña, y yo en plan gallina clueca con el mío y las niñas debajo, me voy mojando toda mientras trato de recorrer lo antes posible y tapándolas a ellas la distancia hasta el coche. "Daniel, no te quedes detrás que yo te vea. Carol sujeta a la bebé por la maleta. Cayetana por Dios acopla el paso, no te dejes ir ahora. Venga, venga, todos pa'lante".
"¡LA MADRE QUE PARIÓ AL PATO NEGRO!" Sí, era yo gritando. Con las putas prisas me había dejado las llaves en la mesita de la entrada. "Dani corre, corriendo, vuelve por las llaves y por Dios no te entretengas." Y Dani que empieza a decir que por qué él, que siempre le mando las cosas a él, que si patatín que si patatán. Mi cuerpo empieza entonces a electrizar y siento el poder arrasador de los rayos de energía que me recuerdan a Goku en fase de transformación a Ozaru Dorado. "CORRE Y QUE NO TE LO TENGA QUE REPETIR". Y el niño con toda su geta, se vuelve por las llaves como quien pasea una mañana de domingo soleado. Me Pongo junto al poste de la cancela a favor del viento para tapar con mi cuerpo a las niñas y las cobijo mejor bajo el paraguas. Para cuando Dani vuelve ya tengo el culo empapado. Los meto a trompicones mientras todos protestan como si el agua ya hubiese dejado de mojar... cuando por fin me agarro al volante me retiemblo del escalofrío que me recorre.
Sí, hoy es el día en que para mi ha comenzado el invierno. Y eso que me gusta el invierno. Que me gusta la lluvia. Que me gustan mis sobrinos y si me aprietas te digo que me gustan las mañanas de carreras, con estrés, regañinas, protestas y todo lo que se genera en unos momentos familiares con tanto niño. Me gustan tanto como estar ahora sentada en mi sillón. Viendo la lluvia por la ventana y sintiendo el soniquete de las canaletas. Con el portátil y mi Juanito en el regazo, mientras mis dos hembras cánidas se echan a dormitar mi lado.
Soy de inviernos, sí. Y si tengo que elegir, elijo quedarme sola en favor de mis principios. Y sí, también soy una mujer de familia.