HALLOWEEN ANTICIPADO.

"Perdonen mi cordura en un mundo desquiciado".

 (Emily Dickinson)

Mientras un año más los escaparates de los negocios se llenan de adornos tétricos. Y el personal cae en un ritual de abducción mental en color calabaza y tonos lúgubres, por transformar al final de mes: sus cuerpos, sus casas y hasta sus estados... el verdadero Halloween se desencadena en nuestros días a lo largo de todo el año como una lacra solida y no perecedera con la que nos vamos acomodando y aprendiendo a vivir sin que busquemos soluciones efectivas a ello. 

Desayuno con noticias macabras, almuerzo con más titulares siniestros. Pones la televisión, abres un periódico, miras una noticia en el móvil y todo lo que llega son actos de depravados que con disfraz o sin ellos, crean en su periferia una historia tenebrosa, sombría y triste, una que no deberíamos de permitir y que en cambio, además de tenerla cada vez más encepada la hemos convertido en un sensacionalismo macabro, para gustos raros, acomodándola a lo largo de loa 365 días del año. 

Locales con sistemas de evacuación actos para matar a más gente que las cámaras de gas Nazis. Padres que nunca debieron de tener hijos, abusando de ellos. Curas que ensucian el Kerigma, porque sus depravados instintos solo un demonio podría aceptarlos. Un octogenario que en defensa propia mata a un ladrón en su casa de un disparo y ahora pasa de ser victima a asesino. Y la gente aún tiene ganas de dejarse llevar por las influencias celtas y celebrar un inicio de invierno. Cuando el invierno social que sufrimos, es más duro, que cuando en la serie de Juego de Tronos se hacia referencia a que ya se acercaba el invierno. 

¿En serio se sigue teniendo ganas de festejo siniestros con la mierda acumulada qué arrastramos? Pues va a ser que sí. Nada como correr un tupido velo, si es de telarañas mejor... y pasar a otra cosa.  Un poco de maquillaje folclórico, osamenta de ultratumba y como yo no he sido, o a mi no me ha tocado, podemos seguir con la celebración y sacar el sentido del ridículo a pasear bajo una máscara de endriago. Mientras que los verdaderos monstruos se pasean cada día a cara descubierta frente a nosotros y seguimos tan normal.

A mi que no me vendan la moto, que tengo el garaje lleno... y pocas ganas de fiesta, si de comulgar con esto se trata. Encima tengo que soportar el buenismo de quien se escandaliza cuando al pedirme una opinión al respecto, le respondo que a ciertos actos no hay perdón que yo conciba. "Pues tú eres católica" me dicen. "Pero no gilipollas" respondo. Las injusticias no se pueden perdonar. Para perdonar ya está Dios. Yo puedo sentir lastima, si me aprietas incluso compasión... pero perdonar que los perdone Dios. Pienso que al que a hiero hiere, a hierro debería morir, de ahí no me bajo. Y el que quiera escuchar otra cosa que no me pida opinión. Punto.