Ingeniero de caminos o compañero de camino.

@Ahora quedamos en el blog.

"Me apoderaré del destino agarrándolo por el cuello. 
No me dominará". 
(Ludwig van Beethoven).

Cuarenta y cinco minutos. Ese fue el tiempo que nos dieron para meditar. La gente salió a toda pastilla de la sala de reunión. Algunas personas ya rebuscaban en sus bolsillos las pitilleras. No me apetecía fumar, entonces fumaba bastante. Lo que había oído en la hora anterior me había dejado muy tocada. Cuarenta y cinco minutos me parecía un bostezo, no era tiempo suficiente para poder reflexionar y discernir la cantidad de información que había recibido, no para mi.  

Salí al pasillo pensando que así era como funcionaba toda doctrina. Te aíslan, te llenan la cabeza de información, luego te dan un tiempo escasísimo de reflexión y el resto lo hacen tus propios demonios y las razones que te llevaron a estar en ese lugar. No me dio por cuestionar que hacia entonces yo allí, eso lo tenía claro, quería respuestas. 

Ese fin de semana de retiro, como siempre que teníamos uno, compartía la habitación con una de las señoras mayores viudas. Pese a mi juventud, nunca me gustó compartir la habitación con los jóvenes. Le pregunté a ella si ocuparía durante ese tiempo nuestra dormitorio. Me dijo que si a mi no me importaba, ella prefería subir allí porque era más privado para meditar. Lo había dado ya por hecho, aun así mientras bajaba los escalones de la entrada del edificio, me lamenté de no haber bajado la chaqueta, la brisa era demasiado fresca esa mañana. 

Era inútil poder meditar, al menos para mi. Basta que me digan que hay que hacer algo, para que me ponga a la defensiva y menos lo que se pide, haga todo lo que va aconteciendo en mi rudimentaria cabeza. Siempre he pensado que las cosas importantes son simples, su naturaleza primitiva y perpetua debe ser simple para que todos puedan tener las mismas oportunidades de conocimiento, si no... ¿qué gracia tendría? ¿Cuál seria entonces su magnificencia? En fin... que mi sexto sentido está especializado en detectar enseguida cuando me quieren vender la moto, aunque a veces me siga haciendo la tonta y lo deje pasar para ver hasta donde puede alcanzar el ingenio de los demás. 

El caso es que allí estaba yo, muerta de frio sin chaqueta y en manga de camisa, sin querer fumar porque siempre me he tomado muy en serio los ayunos, no porque crea en las cosas que me han contado. Si no porque cuando se debe hacer algo o lo haces bien o mejor echa cojones y di que no lo vas a hacer... y que el resto piensen lo que quieran. Pues allí estaba, sentada en el muro del paseo marítimo, helada, con ganas de fumar y pensando en todos los problemas que me había dejado en casa. Pensaba: " lo dicho, es imposible meditar nada así".

Claro que me había llegado el mensaje. ¿Quién no quería creer en una verdad como esa? El mundo a veces es demasiado hostil para ciertas clases de personalidad. Me sentí desdichada. Muy desdichada. Yo, en fin, no podía creer las cosas como el resto. No había cumplido veinte años, pero ya me habían dado tantos golpes que era incapaz de llevar la cuenta. Todas esas personas en las que confiaba, en las que algunas vez esperé encontrar un lugar donde apoyar mi cabeza y descansar, me habían fallado. Incluso yo misma me había fallado, así que... cómo podía tener fe en alguien que no podía ver. Siempre he necesitado hechos, y lo más simple posible, para que el margen de duda no encuentre resquicio que ocupar. 

La gente cree, o mejor dicho se resigna como última opción, se agarran, esperan en alguien... cuando descubren que por sus propios medios ya no pueden avanzar. Independiente a como sea la circunstancia, ya sea para bien o para mal, es una reacción natural en el hombre y ese comportamiento de desesperación bien lo conocen  y utilizan las diferentes religiones. "Yo no me dejaré llevar por muy bonito que parezca." Lo pensaba cuando le escuche junto a mi oído.

─¿Por qué piensas que no te puedes dejar llevar?

─ Porque no quiero que me pase lo que sé que pasará. 

¿Qué crees que pasará?

Obvio, aquí todo es perfecto, pero mañana volveré a mi casa, a mi vida, a mis problemas. Volveremos a ser de nuevo mis circunstancias y yo, y nadie, nadie, podrá entrar en mi propio infierno. No necesito promesas, quiero soluciones, quiero hechos, lo siento, yo soy así. No me valen los juegos de palabras.

─ ¿Hechos? ¿Qué crees que es esto?

Me reí irónica. Siempre se me ha dado bien ser mordaz cuando me duele por dentro y salir del paso gastando de ello. 

─ Sencillo esto se llama instinto de supervivencia. Es lo que hacen los animales, mi especie tiene esa voz interior, le apunta el discurso como un sabio apuntador para no perder el norte. Con todo y eso, puede hasta que yo lo tenga ya perdido y no seas más que la voz de mi locura. Pero te voy a decir una cosita. No me lo puedo permitir, ¿vale?

¿Por qué?

─ Porque me conozco. Punto. acudiré a ti cuando ya no pueda más, como el resto. Pero créeme, no lo haré antes por mucho que necesite creer en alguien más poderoso que mi capacidad de recuperación. Porque sabes una cosa...

Me cortó.
─ Lo sé. Yo estaré ahí.

"Lo que me faltaba..." Pensé... "ya me han comido esta gente el coco o han echado algo al agua, o al desayuno. No solo escucho voces, es que encima me cabrea lo que me dice". 

─ Eso también lo sé, pero tu cabreo no es conmigo, sino contigo misma. Porque sabes que necesitas a alguien como yo. Y yo también lo sé, por eso estoy aquí ahora. Sé todo lo que va a pasar en tu vida, no solo mañana cuando vuelvas a casa, antes de llegar habrá un acontecimiento muy desagradable, pero debes de saber que yo iré contigo. 

"A tomar porculo, seguro tengo un tumor o algo en la cabeza y por eso escucho voces, al final no va a ser ni siquiera mi propio instinto de supervivencia" Su risa retumbó en mis oídos como si el eco llegase a mi corazón, fue algo extraño. 

─Lo siento, no puedo creer en ti. Mira te lo voy a decir bien clarito. Si yo fuera Tomás te habría metido el dedo hasta en los ojos para ver si los cerrabas. No me lo puedo permitir, ya está. 

¿Por qué? Dímelo.

─ Y dale con el por qué. Porque no coño. Porque si creo en ti y luego resulta que no eres más que el truco del almendruco de esta religión, ¿qué? ¿Cuándo ya no me quede nada, ni nadie en quien creer, cuando haya agotado todos mis recursos sin éxitos, acudiré a ti seguramente con la esperanza o las ganas de culpar a alguien. ¿Y qué será de mi si entonces no hay nadie? ¡Eh!

Estaba cabreada y dolida. En gran parte cansada de luchar contra un destino que me resultaba demasiado injusto para alguien de mi edad. Y allí estaba yo, perdiendo la puta cabeza para rematar el cuadro. Y entonces sentí algo que no he vuelto a sentir. Sujetó mi cabeza, la sostuvo sin manos, mi cabeza descansó y todo lo anterior dejó de estar e un primer plano. Respiré. 

─ Mañana iré contigo en ese coche, igual que siempre, estaré contigo hasta el último día. Con una única diferencia, cuando tú me necesites sabrás que estaré y solo tendrás que pedírmelo. 

Como entonces no supe que contestar porque todo era muy extraño, me quedé callada y pensé que no podía prometer nada, solo intentar estar abierta a indagar y descubrir si realmente había algo de verdad en todo aquello. Seguí respirando. Entonces él se quedó callado pero aun así le escuché en un lenguaje todavía más silencioso y firme.

─ Soy quien promete las cosas, porque puedo cumplirlas. Nunca más estarás sola. Ahora sabes que estoy contigo. 

Van a cumplirse casi treinta años de aquel día. Y he de decir que ni en los buenos, ni en los peores de mis momentos he vuelto a sentirme sola. Su promesa me acompaña, reafirmándose en la experiencia de los acontecimientos vividos. Aunque a día de hoy acudo a consultas de salud mental, el diagnostico confirma que estoy más cuerda que la gran mayoría. Tampoco, de momento... me ha salido un tumor en la cabeza. Así que, sigo apostando por intentarlo cada día. Me dejo llevar, confío en su palabra y para mi sorpresa a veces y en gran parte para su reafirmación en mi realidad, sigue conmigo. 

Aunque dicho sea todo... yo sigo tan pataletas y cabezona como en tiempos de nuestros primeros amores, cuando él se dejaba conocer y yo me hacia la inconquistable. 

A todos los que camináis en este eterno retorno al tiempo Pascual.... 

Feliz Pascua de Resurrección. 

Cristo es nuestra Pascua y está Resucitado. 

Comentarios

  1. Debe ser por la edad, pero creo que cualquier cosa que te ayuda a levantarte por la mañana es algo que debe ser tenido en cuenta :) Me gustaría tener ese piloto automático interior que me ayudase en medio de las tormentas, mi vocecita interior sólo me dice, ¿ves?, la has vuelto a cagar, no sirves para nada...

    La mayoría de las veces creo que esa vocecita tiene razón.

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    1. Cagarla es de lo más humano. Lo malo es cuando no se es consciente de que lo hacemos.
      Estoy segura de que no lo haces tanto con lo poco que te conozco. 😉😚

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  2. Si Cristo resucitó, puede resucitar todo Cristo. En cualquier caso, está claro que hay más locos fuera del manicomio que dentro, y puesto a tener un amigo imaginario, me inclino por Iron Man. Pero ningún humano será capaz de desentrañar en su totalidad la complejidad de la mente.

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    1. Pues sí, esa es la frase. La primera de tu comentario. Pude ahorrarme el resto del post. Y comparto totalmente la última, la mente humana, tan perfecta y compleja...no te parece curioso que ambos tengamos en nuestra elección dos personajes que van de rojo. 😉

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  3. La mente humana puede ser capaz de creerse todo aquello que se imagine.
    Saludos.

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    1. Pues es cierto Alfred. La línea de la cordura es a menudo muy delgada. A mi me impresiona la capacidad de razonamiento que tiene y de cribado de los hechos que son irrefutables de aquellos que parecen creíbles. Pero si... Hay que tener cuidado con lo que damos por creíble😉😊
      Saludos.

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