Momentos

©Thomas Saliot

"El hombre no es de ninguna manera un ser firme y duradero, es más bien un ensayo y una transición, no es otra cosa sino el puente estrecho y peligroso entre la naturaleza y el espíritu. Hacia el espíritu, hacia Dios, lo impulsa la determinación más íntima; hacia la naturaleza en retorno a la madre, lo atrae el más íntimo deseo: entre ambos poderes vacila su vida temblando de miedo“

(Hermann Hesse)

¿Qué se escribe cuando no se tiene ganas de escribir? He tenido miedo muchas veces, sí, a todos nos pasa... lo que ocurre es que algunos lo sabemos disimular mejor que otros. A veces me canso de escuchar a los demás como dicen lo fuerte que soy, la energía que transmito.  Es cierto que puedo caerme mil veces y me levantaré mil una.  Sin embargo debajo de la fachada, tras la resistencia, la perseverancia y el coraje de seguir... sigo siendo la misma chiquilla asustada que aprendió a golpear por inercia. 

Cuando tenía veintidós años tuve un accidente, tardé más de ocho meses en volver a caminar. Fue una etapa difícil de mi vida y también aprendí muchas cosas. La más importante que cuando las cosas se ponen realmente jodidas solo una madre sabe estar a la altura de las circunstancias. Por lo menos la mia lo estuvo. 

Ahora yo soy la madre y la mía ya no está, llevo dieciocho días metida en una cama y no sé cuántos más me quedarán. Estoy cansada, desanimada, por ratos desesperada y apenas lloro de lo jodida que me siento. No me quedan ni fuerzas. Tengo miedo, no de lo que tengo, de todos modos sentir miedo no va a cambiar la situación. La medicación me está pasando factura y no quiero perder el control, ni siquiera del temor. El miedo bien enfocado es un arma a tener en cuenta... como escribir. Aunque sinceramente en este puñetero momento me siento como quien da palos de ciego a diestro y siniestro.