BRAVE OR DAREDEVIL

©Thomas Saliot

"Nunca olvides que sólo los peces muertos nadan con la corriente". 
(Malcolm Muggeridge)

Me basta estar interiormente segura de algo para zanjar cualquier asunto por muy complejo que sea. Siempre me he definido como una persona contradictoria. Sin embargo esa contradicción suele tener siempre un vínculo vital con mis emociones, uno que suelo cortar por lo sano en cuanto empiezo a ver que la situación no me va a llevar a ninguna parte. Entre la temeridad y la valentía, cuando hay que hacerlo... se hace, independiente a qué sea. No soy de las que se arrepienten. No me lamento después. Cuando hay que hacer algo se hace. No se espera que otros lo hagan. No se culpa a nadie de las consecuencias del desenlace. 

Tenía unos trece o catorce años aquella vez que mis padres criaron un cerdo de engorde y luego llamaron al matarife. No veas la que lie. La noche antes lloré como una posesa, me resistí hasta el último momento a la idea de que lo matasen. Odié a mis padres. Y a la mañana siguiente cuando llegó el matarife, le llamé asesino (pobre hombre) y me encerré en mi cuarto con la música a toda voz escuchando aquella cinta cassette de Hysteria de los Def Leppard. Cuando salí del cuarto mi padre había ido a llevar la muestra al laboratorio con el matarife. Mi cerdo estaba abierto en dos colgado del columpio grande de hierro. 

Cuando volvió mi padre llegó el momento de empezar a descuartizar el animal. El matarife se quedó con la sangre y las vísceras, enseguida comprendí porque. Mi pobre madre no tenía ni puñetera idea de que hacer con semejante situación. Y ya le debió parecer demasiado el hecho de tener que descuartizar aquel pedazo de animal y limpiar toda esa carne. Era un cerdo inmenso. Ella se vino abajo en cuanto tuvo la mitad del cerdo puesto encima de la mesa del comedor (que lo suyo les costó llevarlo hasta allí). Y luego empezaron a discutir entre ellos cuando mi padre dijo que lo haría él y comenzó a destrozar la carne cortando por donde le parecía. Entonces no había internet con sus salvadores videos tutoriales. Ni siquiera tenían cuchillos en condiciones. Mi padre se puso a afilar el hacha pequeña de talar. Y mi madre intentaba como podía mientras separar los trozos con los cuchillos de cocina. 

"A ver déjame a mí" Le dije. Y ella se negó diciéndome que me podía hacer daño, que pesaba mucho o que me podía cortar. Le dije que se dedicara a afilar cuchillos e ir pasandolos bien afilados. Me recogí la melena en una cola de caballo y estuve hasta bien entrada la noche descuartizando aquel volumen de carne que alguna vez fue el cerdito con que jugué y al que alimentaba en la cochinera. No tuve ninguna satisfacción. Sufrí como una puta posesa... pero no solté ni una lagrima. Así soy yo. 

Mañana voy a rellenar el documento para darme de baja en dos de las asignaturas de las cuatro en que me matriculé. Nadie me entiende, nadie me apoya, me la repampinfla. Lo que sienta... eso va por dentro, y es mío. Para mi es una derrota. No lo niego. Es una decisión que he tenido que tomar obligada. Nadie se queda con los niños de mi hermana para que vaya a trabajar. No me cabe duda de que cuando dicen que son sus hijos y su responsabilidad, y no la mía, tienen toda la razón. No lo discuto. Tampoco permito que nadie discuta mi actuación al respecto. 

Cuando tenía quince años mi madre me hizo el regalo más bonito que una madre puede hacerle a un hijo, un hermano. En mi caso, mi madre era ya una mujer mayor y se volvió a preparar para poder quedarse embarazada porque era la ilusión de mi vida, no ser hija única, tener hermanos... y vino ella. Cuando la miro siempre veo a mi madre en todo su esplendor y generosidad, es la parte de ella que me queda, su mejor parte. Y yo, bueno... mejor o peor (porque soy un desastre se me mire por donde sea) soy la única madre que le queda a mi hermana. 

Cállense y no me provoquen porque como dice el título... 

En cualquiera de mis vertientes jamás busco a nadie, pero que nadie me busque a mi. Soy responsable de mis actos y como tal, los asumo hasta el fin. Cuando tomo una decisión la única culpable de ello soy yo... y no estoy dispuesta a permitir que se culpe a nadie más.   


Comentarios

  1. Vale me suena mucho.
    Yo soy hijo único y cuando tuve mi hija mayor pensé; -Vale ya esta querías una niña y ya.
    Pero la niña que era un poco cabezona, empezó dar la coña; - Que todas mis amigas tienen una hermana que yo no, que yo quiero una hermanaaaa.... En fin le dije: -¡Vale! . pero como salga un cabezón te vas a enterar (yo como ella solo quería otra niña).

    Ahora recuerdo un día en la pediatra con la niña nueva diciéndole esta: - Anda María que puedes estar bien contenta, tienes dos madres.
    Si, la oficial y una hermana diez años mayor que ella.

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    1. Sabes Erik? Cuando yo aún no era madre, siempre me enzarzaba en disputas con la gente que decía que como a un hijo no se quiere a nadie. Para mí, "mi orejas" era una hija, sació todo mi instinto maternal en aquella época. Algunas de mis amigas por entonces se quedaron preñadas y arruinaron sus vidas... yo tenía un bebé al que solo me había faltado gestar y parir, y unos padres en común que estaban detrás. ¿Se podía pedir más? Pues no. Era la persona más importante de mi vida. Cuando tuve a mis hijos ya no discutí más con nadie. Yo tenía razón. A ella no la he parido, pero la quiero igual que a los dos que he tenido dentro.

      A tenido mala suerte en la vida. Quizás por su mala cabeza. No lo discuto. Pero no soy quién para juzgar eso. Ahora ha tenido el valor de romper con una relación tóxica que la llevaba a la ruina y si no la ayudo yo... quién va a hacerlo?

      La gente que no ha criado a sus hermanos siendo ya mayores, y como en mi caso hijos únicos, no puede entender este sentimiento, tan distinto del que ellos experimentan

      Me gusta mucho lo que me has contado, mucho :)
      Un beso.

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  2. Qué brutal este relato Mento, vibrante,contradictoria,apasionada... como me ha gustado la fuerza que tiene,la fuerza que tienes. Qué ternura lo que cuentas de tu hermana,de sus niños, de como llegó a tu vida... Inmenso amor.
    Eso es lo que me llega!
    beso.

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    1. Fue un regalo muy bonito lunaroja...
      En casa mi madre se pasó la juventud cuidando de sus padres y de sus suegros. Sacrificó tener más hijos por ello. Hasta que me hice mayor y comencé a dar la vara con que me sentía muy sola. Y fueron a por mi niña. Tardó casi un año en quedarse embarazada. Pensaba que ya no podía porque tenía 41 años y problemas hormonales. Encima cuando se quedó la gente mayor, ya sabes, no paraban de dar porculo diciendo que si era una locura. Que fuera a venir mal. A mi me jodieron disfrutar de todo el embarazo de mi madre. Tenía miedo que algo saliera mal por haber insistido tanto.

      Aquel fue un año de mucha sequía. Los pantanos al límite, recortes en el abastecimiento de aguas. La tarde noche que ella nació, mi padre llamó a casa de una vecina para decirme que había nacido y que era una niña. Salí gritando a la calle, saltando... y para mayor alegría comenzó a llover. Tengo ese momento tan cerca en mi memoria, como si fuera ayer. Lloviendo a cántaros y yo en mitad de la calle con las manos alzadas al cielo girando y gritando: mi hermana ha traído hasta la lluvia. Joder... me vuelvo a emocionar solo de recordarlo.

      Es el regalo más bonito que me ha hecho la vida. No puedo decir otra cosa, aunque haya quien no lo quiera entender.
      Un beso.

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  3. Respuestas
    1. Bueno Alexander... yo no sé en qué coño pensaban mis padres para aquella burrada. Tuvimos el tanque todo un año lleno de carne. Fue una bestialidad. El cerdo partido en dos, así nos lo dejó el matarife, y una mitad no cabía encima de la mesa del comedor de seis comensales. Recuerdo que tuve agujetas y ese olor metido en el "sentío" varios días.
      Si te soy honesta, a lo largo de los años si que he deseado tener a alguna que otra persona encima de aquella mesa y hacerle tres cuartos de lo mismo. Que hubo quien pasó por mi vida y se mereció un fin parecido, jejeje... Pero instintos Hanníbal Lecter a un lado... lo cierto es que fue toda una experiencia y más a aquella edad. Una en que tenía el alza aquellos ideales ecologistas, activista de los derechos de los animales y un ciento de cosas en las que andaba siempre y que por entonces no estaban tan de moda, sino que quienes nos identificabamos, éramos como bichos raros.
      Un saludo.

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