UN, DOS, TRES... ¡BANG!

"En cada niño se debería poner un cartel que dijera: 

Tratar con cuidado, contiene sueños" 

(Mirko Badiale).

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Hoy oficialmente puedo decir que empieza el periodo lectivo en casa. Iván y yo tenemos nuestra primera convocatoria en nuestros centros, los peques de mi hermana (que veréis más abajo en una publicación de Instagram que os comparto) por fin y por segundo día de clases, ya salen del coche sin parecer toritos a la espantada en una puerta de toriles reventada, y Lucy... bueno, Lucy si no pasa nada se va la primera semana de octubre de nuevo a Italia, esta vez a hacer las prácticas de auxiliar de enfermeria. 

Para quienes pensaban que la Covid me había matado, lamento deciros que sigo viva. La enfermedad contagiosa que he sufrido este verano me ha tenido fuera de servicio casi un mes, pero para dar fe del dicho: "bicho malo nunca muere" aquí estoy de nuevo. Hubo quien pensó que había pillado la Covid... pero no, solo una infestación de tiña, que por una mala gestión del diagnóstico de los médicos que me vieron, me ha tenido con heridas infectadas en la piel que parecía una leprosa. 

Si fuera supersticiosa, hubiese pensado que era el efecto de la envidia de algunas personas... pero no. Dejémoslo en que tener que matar a mi pobre gato con las manos cuando estaba agonizando, envuelto en un líquido pegajoso de descomposición, tuvo consecuencias más allá de las heridas del corazón que no llegan a verse nunca. Al hijo de puta que me lo envenenó, no lo/a perdono (por si me lees... que me consta que sois varios los alcahuet@s que pasáis por aquí), de hecho le deseo una muerte similar en manos de alguien que no le quiera, yo al menos amé a mi Dominus Cat hasta el último aliento que robaron mis manos. 

No voy a mentir, ha sido un verano de mierda. Sin poder salir, con temperaturas en el sur que harían al mismo demonio cagarse en los pantalones. Sin aire acondicionado y teniendo que aguantar estoicamente a los míos (bueno... y ellos a mi), que para aguantarme a mi de malas hay que tener un par de cojones. 

El caso es que estaba deseando que volviera septiembre y coger de la mano la rutina de carreras en la que se convierte mi vida. Por eso el título de este blog. Me siento como una corredora de élite con unas zapatillas de marca bien apretadas, que cuando suena el "bang" la pilla descentrada y termina saliendo un segundo más tarde. 

No me importa... a 24 horas de cumplir los cuarenta y siete, hay carreras que se ganar antes de ponerme en la línea de salida. 

He plantado los suficientes árboles como para haber perdido la cuenta. Tengo dos hijos, una hermana pequeña, cuatro sobrinos y una nueva mascota que igual me saca de quicio que me hace babear de tontura. Dos libros escritos que verán la luz algún día de forma gratuita, de modo que quien los desee leer, no tenga que pensar en si puede pagarlos. Y un solo sueño por cumplir que está bien encauzado... 

Así que... mientras empiezo a afianzar mi posición en la carrera, voy a tratar simplemente de vivir el instante, sin que la ansiedad de alcanzar la meta me robe ninguno de esos momentos que ninguna foto finish podría captar. 

Aquí os dejo uno de ellos de esta misma mañana :)

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