Coronavirus y gilipollas a mansalva.

"Era tonto, pero era políglota, 

con lo cual decía sandeces en varias lenguas". 

(Wenceslao Fernández Flórez)

La necedad es como la pobreza, no se puede ocultar por muchos días. Eso es lo que está ocurriendo. No se asusten ustedes si de pronto parece que los gilipollas se están reproduciendo en porcentajes preocupantes. No es un síntoma más del coronavirus, es un mal todavía peor, arraigado a la estupidez humana y claro identificativo de que hay cosas que nunca cambian, ni en tiempos de vacas gordas... ni de flacas. Los gilipollas terminan por florecer como los lirios salvajes en mayo.

Estos días es fácil indignarse con las noticias y las denuncias que vemos a través de los medios de comunicación por parte de trabajadores del sector sanitario, o los trabajadores que están obligados a cubrir sus puestos para el bien de la comunidad. Como están siendo blancos del "temor de sus vecinos", pero no es temor, es ignorancia, es estupidez y es en un amplio margen, la mala leche, lo que empuja a las personas a realizar actos tan miserables como el de las amenazas anónimas.

Decía Inmanuel Kant que: “Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar.” Así que cuando como hoy escucho en boca de C.L. decir ciertas cosas, hablando sobre los trabajadores temporeros. Y la oigo decir con tanta seguridad, sin titubear y sin incertidumbre, que son insolidarios porque desean defender su campaña en el extranjero, mientras aquí hay trabajos en el campo que no están cubiertos; y eso después de escuchar los datos y razones de un temporero con veinte años de experiencia a su espalda... Soy consciente de que la ignorancia es proporcional a la falta de experiencia, al modo en que ciertas personas quieren interpretar la realidad y a la estupidez nata. Me pregunté si esta mujer le diría lo mismo a un prestigioso cirujano de estética... seguramente sí, quizás no tan a la ligera, pero terminaría por cagarla porque como dije al principio del post... hay cosas que no se pueden disimular mucho tiempo.

Yo he trabajado en las campañas agrarias. Siempre en mi país. Donde en ocasiones me han hecho sentir como si fuera un emigrante sin papeles. Y me indigna profundamente que una señora que ha nacido en una posición privilegiada. Hable a la ligera de cosas que no tiene ni puta idea, por muy empresaria que sea. Más le valía a ella, y otros periodistas, echar mano de la sensatez y darse un punto en la boca antes de hablar y lo que es peor juzgar las posturas de los trabajadores que defienden sus derechos, en oficios que ellos no han vivido en primera mano. Porque una cosa es lo que se puede conocer por datos y otras la realidad que hay detrás de éstos.

Hoy en españa el sueldo diario de un peón agrario para la recogida de la fresa es poco más de 39€. Puede que a esta señora, como a otros periodistas les parezca un sueldo decente para una jornada de seis horas y medias. Pero no han estado ahí, no saben la dureza del trabajo, tampoco que a ese sueldo hay que quitarle un alquiler, llevarse a los hijos y sacarlos de sus rutinas, o dejarlos detrás en guarderías temporeras, que a veces les dan viviendas que deben compartir y ser apilados como el ganado en un establo. Que mientras a quienes vienen con contrato de fuera les amueblan de enseres básicos esas viviendas, nosotros tenemos que pagar el transporte de esos enseres. Que hay un trasfondo de abusos que no siempre son denunciados por miedo a quedarte la siguiente campaña sin trabajo. Y que encima te llamen egoístas o faltos de solidaridad con la situación presente porque el coronavirus impide el tránsito de los jornaleros entre fronteras.

No. mire usted, no se trata de eso, no se trata de ser egoista y no querer trabajar nuestra tierra. Se trata de que los trabajadores que de verdad tienen cojones de ganarse la vida currando el campo, tienen derecho a pedir salarios justos, viviendas justas y ser tratados como profesionales de su rama y no como animales. Y si nadie se atreve a decirlo, yo sí que he pasado por ello. Por eso los jornaleros prefieren las campañas en Francia mientras las de aquí se quedan sin trabajadores y deben ser cubiertas con personas de fuera. No. no somos vagos los trabajadores del sector agrícola aquí en España, como pretenden hacer entender algunos. Lo que pasa es que ya era hora de que se empezara a ver la realidad que llevamos años padeciendo, desafortunadamente (por los daños colaterales) ha tenido que ser el golpe del virus éste el que ha ha tirado de la manta.

Para trabajar el campo hay que tener una serie de características, y capacidades... que ya me gustaría a mi ver si después de pasar por una sola jornada de trabajo, algunas de estas personas se atreverían a hablar del tema con tanta rapidez y falta de tacto. Cada trabajo requiere de ciertas dotes y también del respeto de quienes ajenos a la naturaleza en sí, se atreven a opinar. O acaso es qué si un oficio no va respaldado de un título académico no merece ser defendido y valorado. Hay muchas injusticias y demasiada gente con un micro, o un nombre, creyéndose en el derecho de decir verdades existenciales. Las fresas (por poner un ejemplo) no nacen en cajitas en las estanterías de su supermercado. Del mismo modo que cuando necesitemos una operación no será el señor "Google" quien nos operará con la barrita del buscador borrándonos las arrugas.

Me siento indignada. Ser testigo de manifestaciones como las que leo, escucho o veo estos días, sacan lo peor de mi. Ganas me dan de mandarles a todos a la mierda, que es el mejor lugar del mundo donde gente con ese tipo de ideas pueden estar. Y me quedo tan pancha. Al final terminarán por no escandalizarme otras manifestaciones que también circulan, sobre que tenemos lo que merecemos para ver si de una puta vez alguien pone un poco de cordura al individuo social que hemos creado. Al Covid-19 desde luego... algunos lo hacen bueno.