Verdad, verdadera...


"Casi todos podemos soportar la adversidad; pero si queréis poner a prueba de verdad el carácter de un hombre, dadle poder.
(Abraham Lincoln)

Todas, o una gran mayoría de las personas ansían el poder. Un poder absoluto, o una parte de ello que en alguna de las muchas vertientes que posee da el privilegio necesario para el dominio... Pero detrás de todas ellas hay una sola verdad: no todas las personas están cualificadas o son aptas para asumir el poder. Éste requiere de una gran capacidad de sacrificio para gobernarse a si mismo en favor del más débil. Y ahí, pocos son los que llegan a la licenciatura.

Es mucho más fácil estar debajo, ese estado de subordinación carece de responsabilidad personal. Se realizan las tareas establecidas. La plebe debe ejecutar lo que se le manda en mayor a menor medida según capacidades. Cuando acaba su jornada vuelven a sus vidas privadas sin restablecer lo que se ha roto, sin abastecer para mañana, sin adelantarse al desorden que habrá que ordenar. Cero riesgo.

Quien tiene el dominio no descansa, tampoco tiene derecho al momento de debilidad, ni al descanso del guerrero.

Si el dominio es de una mujer... nunca duerme, tampoco descansa, tiene el deber de mantenerse en pie sobre sus tacones o bajada de ellos. Siempre erecta y compuesta, mirada al frente con total control periférico sobre  las circunstancias colindantes. Pues el cetro en mano de una mujer sólo tiene un modo de ser regido... con mano dura. En un mundo de hombres no dieron otra alternativa.