45 y sigo sumando.


"Una meta no siempre está hecha para ser alcanzada, muchas veces sirve como algo a lo que apuntar". (Bruce Lee)

Con 45 tacos, he de suponer que ya pertenezco al grupito de las maduritas... bueno... de las maduritas buenorras, jejeje. Aunque por momentos me siga sintiendo como una cría alborotada semejante al rabo de una lagartija del cual se acaban de deshacer. Hasta las seis de la tarde no los cumplo, así que todavía tengo tiempo de deshacerme del día de hoy y del año de más. Lo cierto es que los 45 era un año que siempre me apeteció cumplir. No sé, era como una marca en la andadura donde poner un hito. Una mayoría de edad donde supuse que por fin me sentiría una mujer acorde a mi edad... un mojón, me sigo sintiendo tan cabra loca como cuando tenía 16. Puede que pise con más aplomo el suelo bajo mis pies, faltaría más, pero mantengo intacto mi espíritu de chica joven que no teme soñar con los ojos abiertos sin importarle lo crudo que sea el panorama al frente. 

Hace dos años y medio que dejé de trabajar para cuidar de mi padre. En mayo del 2017 mi vida entró en un coma inducido, del que a veces tengo deseos de salir por patas y no mirar atrás. Pero mi deber filial es más fuerte que todos mis miedos, mis deseos personales y hasta mis metas. Aún así, me niego a tirar la toalla. No voy a mentir. Este acontecimiento, me refiero a la repentina muerte de mi madre y la repetición del ictu que sufrió mi padre poco después, hizo que mis metas personales de pronto dieran un giro. Me he sentido perdida muchos meses. Yo sólo sabía trabajar y trabajar, incluso por encima de mi deber de esposa o madre, mi vida desde los 16 años solo ha sido una carrera de velocidad por trabajar. Cuando tomé la decisión de volver a estudiar el año pasado, lo hice casi como lo que expresa la frase de arriba de Bruce Lee. Sigo igual, pese a lo brillante de la media (9'33) que he sacado en secundaria. Bachillerato ya es otra cosa y la Escuela de Idiomas (a ver que demonios hago jejj) Pero tengo la meta en mi punto de mira, apuntando, y no pienso perderla de vista por muy desmotivada que me sienta ahora... o me pueda llegar a sentir. 

He pasado el peor de los veranos de los que puedo recordar. Accidentada primero con las cervicales y luego con una rodilla, casi me envenenan con un tratamiento que me pusieron mientras mi doctora estaba de vacaciones; y para colmo no me pude traer a mis sobrinos a casa los días que les tenía prometidos. Ha sido el segundo año sin pisar la playa, sin depurar mis malas energías en la mar... Vamos, que lo de síndrome postvacacional que pueda sufrir en todo caso es un rara avis por la falta justamente del tiempo de ocio. Y a mi saturada existencia de custodiar a mi padre, esta tarde se le añaden los horarios de clases. Aún no tengo ni puta idea de cómo lo voy a hacer. Y eso que solo tengo un parcial semipresencial en Bachillerato y luego las clases también en semipresencial de la Escuela Oficial de Idiomas. Justo ahora mientras escribía me ha llamado mi compi Ángeles del curso pasado, diciéndome que anda algo agobiada con un curso que ha empezado y un posible trabajo que tiene pendiente. Esto no es nada exclusivo, todos los que tenemos metas al frente andamos igual, independiente a las responsabilidades individuales de cada uno.  Y no, no es que sea tonta y me consuele con ello, simplemente me da ánimos para ver que mi situación no es insalvable, que puedo hacerlo y que voy a echar los restos por llegar a la meta. 

Para las coordenadas de los pasos a seguir durante los próximos meses me compré una agenda escolar de mi fetiche favorito de dibujos animados. Así cada vez que tenga que anotar objetivos tendré en cuenta quien soy, de donde vengo y hacia dónde voy. Me auto regalé mi propio regalo de cumple la semana pasada, jejeje. Quienes me conoceis ya sabeis lo que significa para mi Mickey Mouse. Así que... no me importa estar al 0% de motivación, es jodido sentirse tan bajita de ánimos, pero casi ni los necesito porque sé que tengo el coraje suficiente para tirar de frente sin ello. 

En un día como este es inevitable que no me acuerde de la persona más importante de un día de cumpleaños. Siempre pensé en ello, pero no fue hasta que fui madre y parí... cuando mi madre pasó a ser la verdadera protagonista de los días de mis cumpleaños. El día que me tuvo, estuvo un rato por la mañana sentada en el suelo partiendo piñones (la tarde antes habían ido mi padre y ella al pinar a recolectarlos). Tuvo que dejar esa tarea y salir pitando porque "rompió aguas" y luego camino del hospital tuvieron un accidente con un burro y el taxi casi se llega a meter debajo de un camión... me costó nacer después del susto. No había forma de hacerme salir, llegué al mundo a las 18h de un lunes como es hoy por la fuerza, con fórceps... lunes y "acojonaita perdia", jajajaja, así que ya sé de sobra lo que son superar contratiempos desde los minutos antes de nacer. 

En fin ya os iré contando como transcurre esta nueva etapa después del "Objetivo 22 de junio" y gracias por estar ahí post tras post, leyendo con vuestra fidelidad a un blog tan normalito y a las historias tan corrientes que cuento en él, sois la razón de estos casi nueve años de bloguear. Y a quienes estáis empezando nuevo curso, iniciando otras metas, nuevos proyectos o intentando salvar los ya empezados, ánimo y valor. Porque como decía Earl Nightingale: La gente con metas triunfan porque saben a dónde van.

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