Donde el instinto te lleve...


“Como bien saben todos los dueños de gatos, nadie puede ser el dueño de un gato” (E.P. Berkeley)

Pero puedes ser su madre/padre adoptiv@ y siempre que puedan... volverán a ti.

Anteayer tarde Lucy lo pasó muy mal. Estábamos las dos viendo una peli en el sofá con Dominus Cat con nosotras, él jugando con el móvil de ella y un juego de esos que hay en YouTube para gatos. Era divertido verlo tan metido en el juego, ahora que ya está más recuperado. Puedes ver uno de los vídeos que le grabamos aquí. En cierto momento mi hija me dijo que al menos se alegraba que de los dos gatos se hubiera salvado el mío, porque sabía lo mucho que yo le quiero y el vínculo que tenemos. Me dio mucho sentimiento mi hija, aguantó el tirón con los ojitos llenos de lágrimas, le temblaba la barbilla mientras me decía que intentaba no pensar en su gato para no venirse abajo. Que todavía le parecía escucharlo maullar por las noches y que en muchos momentos le parecía escucharlo también de día. De hecho un rato después viendo la peli, paró el sonido y me dijo: ¿Lo has escuchado mamá? ¿Has escuchado el maullido?  Sí que lo escuché, pero le dije que no. Porque sé que un felino puede estar sin comer y beber una semana más o menos. Uno como el nuestro que era una bolita de grasa quizás más... pero no tantos días. Le dije que eran imaginaciones suyas y de ser realmente un gato, sería otro desafortunado que hubiera caído en el cepo o la gatera. Me sentí muy impotente, es difícil ser madre y encajar los golpes que reciben tus hijos sin poder evitarles el dolor que les provoca. 

Ayer por la mañana estábamos solos en la cocina Pepe y yo cuando de pronto sentí maullar al que creí que era Salvaje, el tercer de los hermanos de la camada; se llama así porque a él no lo crié yo, sino su madre real, pero cuando ésta lo abandonó también, se quedó a vivir en mi terreno y no se aleja de la periferia de la casa. Le hablé creyendo que estaba en el callejón tras ésta y empezó a maullar como un loco, le pedí a Pepe que fuera  a ver qué pasaba porque no me gustaba nada la forma de maullar. Al instante le oí decir que acudiese tras la casa que era Trece. Lo que sentí... es imposible de contar. Pero al verlo... Dios. Se me cayeron todos los palos del sombrajo, era la segunda vez que lo veía así con un año de diferencia. ¿Te puedes creer que me retemblé al recordar como estaba la primera vez que lo rescaté? Ahora estaba tres cuarto de lo mismo pero con una año más. 

Siempre he tenido gatos sé lo que es que desaparezcan y vuelvan al Dios te guarde de hacer sus Américas en tiempos de celo. Y sé como vuelven. Una vez tuve que coser todo el lomo yo misma a Pequeño Ra de como venía. Trece ha estado en algún sitio retenido. Se nota por como viene, ni una herida, las uñas gordas y redondas de no haberlas pulido y ni una sola lección más allá del alto grado de desnutrición que trae. No sé si sobrevivirá, viene muy desnutrido, piel, pelo y huesos. Apenas se mantenía en pie, le temblaban las patas y no podía bajar del muro que limita las fincas, cuando yo lo he visto saltar corriendo la pared abajo muchas veces. Mi marido trepó a la tapia enseguida y lo cogió. Cuando me lo pasó... Solo pensé en que si me muere ya lo hará en su casa. Le saqué una foto y se la mandé a Lucy por Whatsapp que está de finde con sus amigas en la playa.

Tengo una caja donde todavía guardo todos los artilugios de alimentación y el material de primeros auxilios veterinarios. Por ejemplo, dar de comer a un gato cuando se niegan es casi imposible. O tienes presupuesto para ingresarlo en una clínica veterinaria varios días y que te lo salven con suero, o tienes muchas agallas (y paciencia) para inmovilizarlo con bridas y alimentarlo e hidratarlo por la fuerza. Yo solo tengo lo de enmedio, el resto confío en que salga. Pero mi "gato manga" que así lo llamo yo porque tiene un pelaje perla precioso y unos ojos redondos y azules que te recuerdan (cuando está gordito) a esos simpáticos dibujos de felinos japoneses. Se fue como pudo, tambaleando, hasta el comedero y empezó a comer sin que hubiera que ayudarle como pasó con Dominus Cat. Luego se llevó como seis minutos bebiendo sin parar, era impresionante ver esa escena. Y pedí a Dios con todas mis fuerzas que no le fuera a dar algo después. Pero pensé que si tenía que morirse, que fuera así, en su casa y saciada su hambre y su sed. Le eché más agua fresquita y siguió comiendo y bebiendo a lo largo del día de ayer a cada rato. Ha dormido sobre mis pies esta noche. Vale, me he saltado mis reglas, pero solo será un par de días igual que he hecho con su hermano Dominus hasta que ha recuperado su peso y la salud. De ese modo puedo estar más pendiente de su cuidado incluso de noche.

Ahora andan los dos aquí echados bajo la mesa del comedor mientras escribo y aunque todavía da asco de verlos (Lucy dijo que parecía un gato tercermundista, aunque esos gatos callejeros tienen mejor aspecto que Trece) Soporto la calor que me dan encima de los pies descalzos, al menos están de nuevo en casa. Por cierto si tienes gatos convalecientes compra la Biotina en farmacia para personas. Es una bestialidad más barata que si la compras para uso veterinario. Y no les pasa nada calculando el peso del animal si le das un poco más de la cuenta. La mayoría de los medicamentos o complejos de nutrientes y vitaminas que necesitan están en farmacia para personas y varían una barbaridad su precio.

Hoy curiosamente el asistente de Google me manda esta imagen de él de hace un año. Y es duro ver esa foto y mirarlo como está ahora mismo. Sigo deseando matar a alguien, la verdad. Sin embargo agradezco a la vida la oportunidad de seguir disfrutando de mis felinos en miniatura y de los momentos tan simpáticos que aportan a mi propia existencia con la suya. Lo pasado, pasado está ya.