to be or...

Resultado de imagen de ser o no ser


“No juzgue nada por su aspecto, sino por la evidencia. 
No hay mejor regla.” (Charles Dickens).


     Pero... y si la evidencia nos lleva a un caos... qué hacer entonces. ¿Qué ocurre cuando lo evidente de pronto nos asalta en un cambio inesperado, y lo que esperábamos del otro tal vez resulta... ¿no ser? 

     Me pasó el lunes que hablando con una de las personas más importantes de mi vida, de pronto me quedé perpleja frente a la evidencia que manifestó una de sus frases. Cuando crees conocer al otro lo suficiente como para que la seguridad que te ofrecen sus palabras en relación a sus actos creen una simbiosis de estabilidad que te lleva por una senda de seguridad; una de saber que estás caminando en la dirección adecuada... Y acontece... ocurre de pronto que aflora una cuestión, que como una pieza de ensambles opuestos no tienes forma de encajar en ese puzzle que es tu idea de lo que es el otro. Del modo en que lo sientes en relación a ti y tu forma de comprender la relación. ¿Qué regla se debe usar entonces, la de la probabilidad, la de tener más paciencia que el Santo Job para esperar otras evidencias que contrasten, o confirmen, lo que prácticamente es evidente...?¿Cómo garantiza uno que lo que es, sea...? ¿Es, si eres valiente para encauzar la evidencia? O simplemente, no es, si te quedas a la espera de que la probabilidad te sorprenda con otra evidencia que confirme o desmienta la duda generada.

     En el mundo de las emociones y los sentimientos, en cuanto te empiezas a hacer preguntas... lo que si termina por SER es una cuestión peor que el dilema del huevo y la gallina. Porque saber no es lo mismo que ver,  ni por ver se llega a saber.  Después de todo una evidencia también puede ser relativa. 



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