OBJETIVO 22 DE JUNIO: Noqueo por sorpresa.

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"Cuando no puedas correr trota, cuando no puedas trotar camina, cuando no puedas caminar usa el bastón pero nunca te detengas". (Agnes Gonxha Bojaxhiu)​


     La tarde del martes, al empezar la clase de científico tecnológico ocurrió algo. Llegué como tantos otros días estresada, con prisas, con problemas a las espaldas y desbordándose por doquier. Como en otras ocasiones intenté dar la vuelta a la situación para poderme centrar en la asignatura. Y de pronto me encuentro llorando en mitad de la clase. ¡La Virgen! que mal rato. Esas personas son mi profesora y mis compañeros de clases, no son mis amigos, no son personas que conocen los porqués de mi reacción. Me sentí mal por ellos. Y también me costó un poco controlar la situación. Llevo tanto dolor dentro... que a veces pasa. Pasó. 

     Al principio estábamos solo Ángeles, Elena la profe, y yo. Estuve llorando con ellas y cuando empezaron a llegar los demás ya parecía que lo tenía controlado. En un momento que creí que iba a tener que recoger e irme, Iván que se sienta en el pupitre de delante, me preguntó qué me pasaba. No podía responder. Entonces se levantó, me abrazó y me dio dos besos diciéndome que me quería. Rompí. Un abrazo sincero tiene una capacidad de sanación que sólo cuando se experimenta se sabe de qué se habla. Y me encontré también con él abrazo de mi profe por detras que me sostuvo un par de minutos mientras Iván al frente decía algunas de sus chorradas. Es un chico de la edad de mi hermana, a mi me la recuerda mucho porque tiene un humor parecido a "mi Orejas". Yo me río mucho con él. Escucharle diciendo de las suyas y sentir los brazos de Elena rodeándome y su cabeza en el hueco de mi cuello y mi hombro besándome el pelo... consiguieron cortar mi noqueo. Estaba allí, pero paralizada por tanto dolor que trataba de reventar no sé hacia donde. Luego fui recuperándome y pude dar la clase. 

     ¿Por qué te cuento esto? Pues porque no hay nada malo en ser sensible además de dura como una roca. No hay nada malo (aunque te puedas llegar a sentir como el culo) en tener un bajón descomunal en el momento y lugar menos apropiado. ¿Y qué si pasa? No pasa nada. Y si pasa qué importa. Y si importa qué pasa. Nada. Es el cómputo total de todas las batallas personales lo que nos hace ganar nuestra propia guerra, o perderla. Así que... échale cojones y otras una bestial dosis de humildad.


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