Rendición.

Imagen de James Chan en Pixabay

"No reparéis en que soy morena, Porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí; Me pusieron a guardar las viñas; Y mi viña, que era mía, no guardé". (Cant. 1,6)

     Sólo Tú tienes el honor de ser merecedor de mi rendición... aunque yo no te merezca. Sabes que daría la vida antes que el orgullo frente a cualquier contrincante, no existe rival fuera de Tí: mi Amigo... mi Esposo... mi Amante... mi Padre... mi Dios. No tengo virtud que ofrecer con que honrar a tu Sabiduría, por eso te ofrezco lo que no cedo. Como dádiva, si te place, a tus pies mi rendición dejo. Me conoces, yo no tengo su paciencia, ni su capacidad de sacrificio. Pataleo y desespero a la primera de cambio y la perseverancia de nada sirve con mis modos... se desluce. No honra. Soy así, difícil que decía ella porque siempre espero más, mi corazón es ambicioso en amores y eso es como tener un imán en el culo para la decepción, una garantía de por vida. Y yo... ni tan siquiera acepto la realidad de este día. Sólo hago zancadilla y me resigno frente a la incapacidad de los designios que se abren en mi camino cuando éstos me doblegan. Y sabes que prefiero morir antes que ceder, pero Contigo me rindo. No es a mi a quien pertenece la última voluntad aunque sí la libertad de la elección. Y elijo rendirme a tu infinita Misericordia. Por favor no tardes en llegar.


Safe Creative #1902200005054