Confesiones.

"No importa lo que dure la
noche, ni lo ingrata que pueda llegar a ser, hay luz al final de ella... el sol
se impone en cada nuevo amanecer (aunque a veces sean las nubes las
protagonistas) La luz está hecha para iluminar hasta la noche más oscura".
(Yo)
Esta noche
pasada ha sido algo complicada, cuando volví a recuperar el control pensé en
cuántas personas pasan por situaciones parecidas. Lo desolador que es la
experiencia, lo solo que te sientes, lo culpable, lo incomprendido y en mitad
de todo ese desazón de emociones contradictorias, el dolor físico.
Esta Semana
Santa no está siendo fácil para mí. Las personas necesitamos romper la rutina,
tener un tiempo de relax, que nos ayude a desconectar mentalmente y mantener
esa salud en un rendimiento óptimo. Cuando eso no ocurre, el estrés empieza a
ocupar terreno. Si además ya tienes problemas congénitos como me ocurre a mí
con mi "simpática" glándula tiroides... apaga y vámonos. Yo ya
llevaba varios días en que sentía que mi estado mental iba a desbordar por
algún lado. Y sé que va a ocurrir porque cuando intento la relajación y no
llego a terminar bien... eso queda ahí como pendiente y acumulado. Es
complicado de explicar, pero verídico y además se siente como algo físico que
pasa de la cabeza al resto del cuerpo. Pues anoche cuando me acosté
estalló.
Estábamos
ya acostados y rompí a llorar. Sabía que tenía que parar antes de que se me
fuera de las manos, pero no podía. Es una sensación que no le deseo a nadie,
cuando no consigues que la terapia de choque funcione, es el peor de los
momentos, entonces empiezas a hiperventilar y ya estás perdida. Incluso
entonces me tapo la boca con las manos para seguir respirando dentro e intentar
controlar. Pero es el momento en que necesitas ayuda externa y desgraciadamente
los de alrededor nunca saben lo que hacer porque se ponen más nervioso de lo
que la situación necesita. Hacía años que no me pasaba así, me da mucha
angustia porque siento un miedo devastador a perder el control del todo y poder
dañar a alguien. Empiezo a sentir esa tiritera por todo el cuerpo y luego la
rigidez, los gritos (lo peor es saber que son tuyos y que estás muy fuera de
poder hacer nada por evitarlo) quieres que pare todo y no para. Lo último que
recuerdo es querer que viniera mi madre a cogerme de las manos y oír su voz
serena diciéndome: Mento cariño tranquila, tú puedes, eres más fuerte
que todo eso, tranquila cariño. Mi madre tenía un don especial para no
perder la compostura en situaciones complicadas. Saber que no está me hace
sentir aún más vulnerable frente a situaciones así. Hubo un momento en que ya
no recuerdo que pasó. Y lo siguiente que recuerdo es oscuridad, mucha oscuridad
(aunque las luces estaban encendidas) y el sonido de mi puerta. Estaban
llamando a la puerta de mi casa y sonaba como solía hacerlo mi madre. Creo que
ese fue el momento en que empecé a volver de donde quiera que se vaya la cabeza
de una cuando empiezas a convulsionar sin control. Eso dice mi marido que hago,
gritar que se aparten y convulsionar.
No veía
nada pero escuché la voz de mi padre que preguntaba que estaba pasando. Por lo
visto debí de gritar mucho, porque él me escuchó desde su casa y se levantó y
vino. Y yo sé lo que le cuesta levantarse ahora solo y salir de la cama. Creo
que ser consciente de eso me hizo salir de mi estado. Le oí preguntarme si me
dolía algo y a Pepe decir que no, que eran los nervios. Intentar seguir la
conversación me centró en salir de donde quiera que mi mente estuviera en ese
momento. No quería que mi padre me viera así, mi padre no. Intenté alcanzarle
con la mano y él me la cogió y se sentó al borde de la cama y me sujetó el
brazo exactamente igual que me lo hacia mi madre. Sentía a mi padre respirar,
estaba aguantando el tirón, y eso me hacía sentir una mezcla de necesidad de
coraje y culpa, que fue lo que me terminó por devolver al mundo de los que
controlan la presión. Por fin pude abrir los ojos y le vi, no sé porque pensaba
que le iba a ver como siempre le veo, moreno, fuerte y joven. Le vi muy viejito
y preocupado y creo que dije algo como que no se preocupara que ya estaba
mejor. Sé quedó allí agarrando mi mano hasta que mi corazón latió a un ritmo
normal y el cansancio empezó a volver a dejarme fuera de juego. Entonces le
dije a Iván que acompañara al abuelo a su casa. Y caí en ese profundo sueño que
los que desafortunadamente conocéis, sabéis que no hay forma de evitarlo.
Esta mañana
no hay un solo músculo de mi cuerpo que no sienta. Es como tener una resaca muy
gorda, la cabeza esta embarullada y el equilibrio falla. Pero al menos respiras
y el aire llega a los pulmones a fondo. Es extraño sentir que puedes respirar
de ese modo, es como descubrirlo por nuevo cada vez que ocurre. Mi padre me ha
preguntado si estoy bien. Le he dicho que sí, que no se preocupe, que solo son
crisis que se pasan y que no hay que darle más importancia. La verdad es que no
sé si eso tiene consecuencias en alguna parte del cerebro al que no tenga datos
para confirmar. A veces creo que es como el límite tensión de rotura en física.
Las personas también tenemos un tope y cuando exponemos demasiado nuestro
cerebro este se defiende. Yo me siento ahora como si me hubiesen reseteado el
disco duro. Mis problemas están ahí siguen igual que ayer, mi situación no ha
cambiado nada, pero me siento centrada... y fuerte, como para afrontar
cualquier cosa. Cuando vuelvo de esas situaciones me siento incluso más fuerte.
Porque sé que puedo superar cualquier cosa, si encuentro la capacidad de
someter mi estado mental cuando estoy tan fuera de si, puedo con cualquier
situación más.
Hablar de
estas cosas es un poco complicado cuando lo haces a cara descubierta. Yo hace
mucho que dejé de tener en cuenta los juicios de los demás hacia mi persona. Si
cuento esto es solo para que tú que me lees sepas que cuando te pase a ti, no
estás sol@, y aún si lo estás hay capacidad dentro de tu naturaleza para volver
de cualquier estado y empezar una vez más. No tengas miedo, el miedo solo
ralentiza la cura del alma. ¿Y quién dice que el alma no esté depositada en
algún rincón de nuestro córtex? No tengas miedo, un déficit en salud mental es
una enfermedad con la que se puede vivir siendo tú mismo. Todos somos estado,
las personas somos estados. El equilibrio emocional de ellos es lo que nos hace
únicos y genuinos. Y el equilibrio solo se da partiendo de una base inestable.
El equilibrio no es algo fortuito. No tengas miedo. Persevera. Mantén la
confianza en ti mism@ y cuando caigas, piensa en que no es para siempre, puedes
volver a empezar mañana. Siempre se puede volver a empezar mientras respiremos,
así que eso es lo que debes grabar a fuego en tu cabeza: mañana puedo
empezar, no ahora, mañana aun tendré tiempo. Porque si cuando estás en
una crisis piensas en el ahora, te verás tan miserable, derrotad@ y hundid@ que
no lo conseguirás. Pero si piensas en mañana, descubrirás la diferencia. A mí
siempre me funciona, aunque me despierte con esta sensación de haber recibido
una paliza descomunal. Se puede, no tengas miedo y si lo tienes hazlo doblegar
a tus pies.