I'm Female... I'm Women...
"¿Derrota? No sé qué significa esa palabra"
(La Dama de Hierro _ Abril de 1982, al comienzo de la guerra de Malvinas)
...Y no, no soy feminista.
Estos días en que la verborrea sobre el feminismo. Sobre la mujer. Y
sobre un largo etc., que unido al movimiento y a la reivindicación del 8M, se
hizo casi insoportable de aguantar por lo mucho que se habla y lo poco que se
consigue... yo, preferí guardar silencio. Es justo lo que suelo hacer mientras
me preparo para enfrentar batallas. Cuando he tenido que plantar cara a algo,
ya sea como mujer, como trabajadora, o en cualquier frente o acontecimiento que
me ha tocado lidiar, lo que he tenido claro, es que hay que guardar silencio,
analizar la situación y ejecutar fiel al plan elegido. ¿Qué quiero decir con
esto? Muy sencillo, que a mi ningún colectivo o movimiento me ha venido nunca a
sacar las castañas del fuego. Así que si me preguntas igual que hizo el otro
día una amiga, que me preguntó si soy feminista, mi respuesta es la misma: no.
Ni soy, ni me considero, ni creo que vaya a cambiar de opinión al respecto. Mi
amiga no comprendía que una mujer de mi carácter pueda identificarse como
no feminista. A mí me parece que no es tan difícil de entender partiendo de que
es lo que se entiende por feminismo: m.
Movimiento y doctrina social que propugna la igualdad de derechos entre la
mujer y el hombre.
Quien me conoce de verdad,
sabe que a mí no hay doctrina que me afilie como no pueda experimentar y
discernir en mis carnes sus principios. Soy demasiado independiente para ello.
Ojo. No estoy en contra de las feministas. Creo en el derecho a reivindicar
aquello en que se cree y por lo que se lucha. Y estoy a favor de muchas mujeres
que sabiamente defienden su lugar en el mundo. Pero que no me llamen a filas de
títeres, donde los titiriteros mueven los hilos a su beneficio. Nadie me ha
manejado de joven, nadie lo va a hacer ahora después del camino que anduve.
Para empezar porque yo jamás he tenido la necesidad de ser como un hombre, ni
compararme a uno. Soy una mujer. Eso lo dice todo. Cuando de salario se trata,
me gusta que se me pague como a un operario sin género. Y sé, y admito a
desgana, que los trabajos y muchos otros temas legales están a años luz de ser
tratados bajo la eliminación del género. Que en mi corto entendimiento sería lo
justo y lo sensato para vivir en igualdad de oportunidades.
A lo largo de mi vida desde que con 16 años empecé a trabajar, cierto es
que como mujer, me he visto siempre en inferioridad de oportunidades y víctima
del abuso del poder del sistema, pero no del hombre. Del sistema que sigue
dando el mayor margen al género opuesto al mío. Víctima de los hombres sólo me
he sentido cuando, en al menos cuatro situaciones, lo fui frente a sus intentos
de forzar y abusar sexualmente de mí. Ellos amparados en su situación más
elevada y respaldada que la mía, yo como la más vulnerable de las mujeres en un
mundo a medida para ellos. Y la realidad sólo es una. Ninguna feminista, ningún
colectivo, nadie está ahí para defenderte cuando eso ocurre. Ninguna ley viene
a salvarte, ni antes... ni después. Y quien quiera pensar o creer otra cosa que
siga soñando con los ojos abiertos. Puede que yo sea muy bestia en lo que voy a
expresar, pero por experiencia te digo, que a mí sólo me ha salvado de ser otra
víctima más mi propio coraje, mi mente fría, y golpear antes de que me
golpearan. Dicen que la violencia engendra violencia, pero en un mundo donde el
violento impone su regla, la única manera de vencerlo es pagarle por adelantado
con la misma moneda.
Del mismo modo que jamás como trabajadora he pertenecido a ningún
sindicato laboral, tampoco perteneceré a un colectivo feminista donde los
principios son arrastrados por las oleadas de la mayoría, por matices que al
analizarlos terminan siendo tan ruines como los tintes machistas contra los que
se reivindican. La igualdad empieza por el respeto, por la educación en valores
donde enseñar a cada género que son individuos formados para vivir dentro de
grupos sociales; donde no debes hacer al otro lo que no deseas que te hagan a
ti. Para mí eso es lo justo. Por tanto como madre de dos hijos, una hembra y
otro varón, soy equitativa en la educación que les imparto. Mis hijos, ambos
han asistido a la huelga del 8M, yo no. No les impongo mis puntos de vista
personales. Prefiero que sean ellos quienes por si mismos descubran los engaños
que hay detrás de la propaganda. En cuanto a los puntos que afectan a su círculo
de seguridad más cerrado. Les enseño con un principio más radical basado en mis
propias experiencias como individuo: “Golpea a matar, de la cárcel se
sale, del cementerio jamás". El mundo está infestado de
violencia, de personas sin escrúpulos que terminan por estar siempre en el
escalón privilegiado con respecto al otro. Pero no nos equivoquemos, no siempre
es el hombre el animal más sanguinario. El egoísmo, la maldad, las malas obras
contra otro ser humano no son aptitudes de géneros, si no de personas. Me
repatea cuando se mete todo en un mismo saco y se intenta culpar al otro tanto
de injusticias laborales, como de violencia de género, etc., etc., etc... No es
justo, pero las personas nos hemos acostumbrado a esa verborrea, a esa lacra
propagandística, y poco favor hacemos a las verdaderas víctimas de cada
colectivo. Lo siento, yo no me vendo en eso. Cuando tenga que defender lo mío,
da por hecho que lo haré y poco me va a importar la crítica que se haga a mi
modus operandi (.)
Dentro de
los colectivos feministas, suelo ver muchas más actitudes contrarias a la
igualdad de lo que se pide. Por tanto si me preguntas si soy feminista te
diré que no. Que para alimentar a la bestia del rencor por el daño sufrido, me
basto yo sola. Cierto es que la mujer viene desde que el mundo es mundo siendo
sometida, desvalorizada, y teniendo que hacer el doble para que se le cuente la
mitad. Pero yo no soy de las que hacen un todo con eso y lo arrojan como una "Bola
de Dragón" contra el sexo opuesto. Eso sí, que ningún machito
intente imponer sus pelotas por las malas frente a mi persona, u otra
mujer estando yo delante. Porque entonces tendrá todas las papeletas para
descubrir a qué bestia alimento. Siempre voy por libre, porque quiero y porque
hasta el momento he podido. Porque cuando la necesidad me empuja, no hay hombre
que tenga más huevos que yo. Y ni soy una marimacho, ni soy feminazi, ni
ninguno de esos nombres que tanto resuenan estos días en toda la prensa de
nuestro país, por no hablar de los partidos políticos que andan locos
reclutando mujeres desahuciadas de lo que llaman derechos de la mujer y que
luego van convirtiendo en € que se acumulan en carteras privadas. Allá cada
cual donde quiera ir a poner su protesta, yo lo tengo muy claro. Cuando
requiera defenderme, ya me sobran ovarios para hacerlo, soy una mujer, no me
dejan otra opción.