Las ilusiones perdidas.

Imagen relacionada

"El suelo parecía maravillosamente sólido. 
Era consolador saber que me había caído y que no podía caer más abajo". 
La campana de cristal (Sylvia Plath)

     Hoy tengo una de esas tardes malas, pero malas de cojones. Una de esas en que te preguntas porqué cada día muere gente tan llena de vida y de ganas de seguir viviendo y yo que estoy tan cansada de vivir no la palmo. De esas que entras en bucle y cada respiración es inmerecida, como si la tomaras prestada de otros que la necesitan más que tú. Y la sensación se hace tan prolongada que termina en crisis y mientras estoy en ella, para no ser normal ni cuando entro en estado de shock, sigo siendo consciente de lo que me está pasando... Oye... y nunca me estalla nada, siempre regreso vivita y coleando y con dolor físico en cada célula de mi anatomía. Y para rematar el cuadro me veo a mi misma convulsionando y con todo el espectáculo que se monta en torna a una de esas crisis. Lo veo pasar como las escenas de una peli de miedo de esas de exorcismos. Por fortuna no me da miedo ni volverme loca (si acaso aún sigo cuerda) ni a ser el amor platónico de algún extraño ente que aprovecha mis horas bajas para la conquista. Aunque lo cierto, e ironías al margen, es que es duro de cojones reponerse a esos estados. 

     Termino de preparar la cena a mi padre y se la sirvo, mientras él cena, yo repaso mi correo electrónico y veo las entradas de los blogs a los que estoy suscrita. ¡Dios! Esto debe ser un virus letal que ataca a las ilusiones. La mayoría de los blogs están infestados de mensajes negativos y decadentes de ilusión. Como si la gente hubiese perdido el reconocimiento a las fechas que vivimos. Pues igual no son mis hormonas, si no que hay algo más en el aire y que nos afecta a todos. Leo entradas, comentaristas... todos parecen haber aprendido a teclear en el mismo manual de las ilusiones perdidas. Y me pregunto si tendrán tantas ganas de morirse como yo o solo están postureando... y es que hay que ver lo que vende un melodrama. Y si no que se lo pregunten a Alejandro Casona. Y mientras escucho a mi padre protestar porque no le gusta nada de lo que le he servido, me asalta un pensamiento: cuando me gradúe de secundaria voy a estudiar la carrera de inspectora de blogs, jejj. Y cerraré todos aquellos que afectan seriamente el crecimiento emocional. Y cuando termine mi carrera, me compraré un sello de estampar del tamaño de una pastilla de plastilina de las grandes, en amarillo chichón que es mi color favorito. Que ponga el letras mayúsculas: CERRADO POR DEFUNCIÓN. Y a todos aquellos que no cumplan los requisitos de alentar a las ilusiones a asomarse entre los renglones y sorprender a los visitantes, los pondré al final de las listas de los feed para que mermen sus posibilidades de contaminar la blogosfera con su puñetero pesimismo. 

     Bueno, antes de eso practicaré un poco en mi propio espacio (por lo de no hacer a otros lo que no deseas que te hagan a ti) y clausuraré todos esos post de derroche de melancolía, que aunque es cierto que venden más que las palomitas en el kiosko de un multicine... no dejan de ser contraproducentes para la salud. Y es que... nunca sabemos quien nos puede estar leyendo, por tanto, tenemos el deber de dejar puertas abiertas, e ilusiones colgadas en los tiradores... por si alguien desea o tiene la necesidad de cogerlas. Nunca se sabe la necesidad que puede demandar el otro en cualquier momento. Incluso los que como yo, escribimos de modo egoísta por evadirnos de nuestros agobios y nuestros demonios internos. Debemos tener en cuenta a quienes están detrás de la pantalla y las razones que les empujan a venir una y otra vez a nuestras bitácoras. 

Safe Creative #1811192930841