A LA VELOCIDAD DEL RAYO.

Resultado de imagen de crecer
"El crecimiento comienza cuando comenzamos a aceptar nuestras propias debilidades"
(Jean Vanier)
  
     Día tres del 2019 y ya hemos pasado hoy por el tanatorio. El ciclo de la vida que siempre está en continuo funcionamiento. Esta mañana he llevado a mi padre al entierro de la madre de Mari Carmen, la mujer del Guille. Un amigo de toda la vida de mis padres a quienes nos unen lazos de amistad fuertes. Me levanté con fiebre y las amígdalas como pelotas de pin pon. Del estado de mis ánimos ni te cuento. No sé que coño me pasa, nunca he titubeado para ir al tanatorio o al cementerio. Me costaba entender a las personas que responden de forma aprensible cuando deben enfrentar estas situaciones. Es más siempre he dicho que solo es falta de costumbre, y que cuando debes hacerlo porque no puedes evitar echar el muerto a nadie más, lo haces y (.) Así que me puse en pie, me vestí, me tomé un par de pastillas y fui a levantar a mi padre... con más pena que Joselito capullo y eso que soy la dama de hierro... o lo era.

     Porque entonces, muere mi madre y dentro de mi esa fortaleza interior se queda desquebrajada. Y cada vez que vuelvo a ir por aquel lugar, siento debilidad, incluida la física. Me tiemblan las rodillas literal como aquel día. Recuerdo que mentalmente me dije: eres la anfitriona del evento y por tanto debes estar despierta, atenta e impecable al trato con todo el personal que asista. Incluso cuando de noche nos quedamos la familia, no sucumbí al cansancio de tres días sin dormir y me mantuve despierta velando el sueño de mi "orejas" y mi padre y acompañando a quienes nos acompañaban a nosotros. Esas horas muertas en los velatorios fúnebres por la madrugada, me gusta llamarlas así, donde el dolor y el cansancio se trasforman en duermevela y el calor de los que de verdad saben cuando estar contigo (si pueden estar) es lo único que te ampara. Me negué a sentir nada, hacia una bola, como un ovillo físico con todo mi dolor y lo bajaba mentalmente hacia abajo imaginando que era una pelota que al llegar al suelo rodaría lejos de mi... Me funcionan esas cosas, debo estar como una puta cabra. Pero cuando caminaba tras la caja donde iba mi madre a hombros me dolían las rodillas como si me las estuvieran partiendo. Un dolor insoportable, apretaba los músculos de las piernas con intensidad por miedo a que se me fueran a doblar y desfalleciera. No me podía permitir un momento de debilidad entonces cuando no sabia como iban a responder mi padre o mi hermana. Ese dolor en las rodillas y su posterior tembliqueo se quedaron a vivir conmigo y desde  aquel día se me repite cada vez que he tenido que ir a acompañar a algún familiar o amigo al Campo Santo. 

     Desde hace dos años que hará en diez días, he tenido que llevar a padre tres veces con hoy, y otras tantas que he ido sin él (o en su lugar). Cuando íbamos a salir le propuse echar el carro en el maletero, no quiso... genio y figura hasta la sepultura. Al llegar a la escalinata de la entrada del tanatorio le dije:
─ Papá intenta subir despacio parando en cada escalón. 
A lo que él me contestó:
─ Si me caigo y me escalabro al menos ya estamos aquí. 
¡Dios! No sabía si reírme o llorar. Pues no aguanta apenas caminar cincuenta metros y a mi me temblaban tantos las rodillas, que temía trastabillar los pies antes que él. 
     De algún modo su ocurrencia me cargó las pilas y sosteniéndolo con fuerza del brazo subimos. De vuelta de dar sepultura a nuestra amiga, padre tuvo que parar hasta tres veces a descansar y sentarse en los bancos, recuperar fuerzas y avanzar hasta la zona de aparcamientos. Para mi es muy doloroso ver el declive de la fortaleza física de mi padre. Joder, no te imaginas lo que era mi padre. Un morenazo de aquí te espero con la robustez de un bisonte. Dicen que los bisontes eran de los pocos animales, si no los únicos que podían soportar las tormentas y caminar durante ellas, que no las temían... mi padre es así. Yo lo he visto apretarse bajo el pelaje, echar huevos, y aguantar cualquier temporal. Quiero que cuando me haga mayor esa fortaleza suya me acompañe, que no me falle o me merme... no sé si yo tendré la fortuna de tener alguien fuerte que me lleve del brazo. 

     Hoy me ha dado una lección más de esa sangre del semental que lidera una manada. Incluso una matriarcal como ha sido siempre nuestra familia. En un momento dado, mientras caminábamos hacia el cementerio le dije: 
─ Jo papá, ufff... no sé qué me pasa que desde que murió mamá me cuesta lo que no hay en los escritos venir a este sitio. 
Se me llenaron los ojos de lágrimas y al instante me arrepentí de mi torpeza. Yo soy la primera que riño y estoy corrigiendo a todos en torno a mi padre para que no le hagan llegar mensajes que puedan herirlo. Mi padre me dijo:
─ Ya me lo imagino, a mi también me pasa, pero son cosas que hay que hacer y ya está. Es ley de vida y hay que acompañar a quienes han estado o estarán en estos momentos, y no pensarlo, solo estar. 

     Y al mismo hombre que durante estas fechas (tan difíciles para mi familia) he visto llorar, he visto disimular el llanto, he visto acostado sin querer levantarse, sin querer comer, de mal humor, de mala ostia, agresivo, huraño y hasta comportarse como un crío... Lo he vuelto a ver como al padre de mi juventud. Fuerte, poderoso, protector, invencible, capaz... durante el enterramiento y luego frente a la tumba de mi madre al pasarnos a visitarla. Justo lo que en mi debilidad necesitaba hoy. Y es que en este ciclo de la vida donde creemos que el tiempo pasa... solo nosotros somos los que vamos pasando. En un estado u otro, más o menos fuertes, contentos, seguros, felices... Existimos, evolucionamos y somos,  independiente a si es un solo instante, o son muchos; no importa la cantidad de ellos, si no la calidad en que somos mientras acontecen. A veces ocurre que un solo instante de ser en plenitud, colma cien años de inexistencias, ya sean pasadas, presentes... o venideras. 



Safe Creative #1811192930841