Realidad y anverso.

Ethel Clayton (1882-1966). Actriz estelar de la época del cine mudo americano.

"Un verdadero espíritu de rebeldía es aquel que busca la felicidad en esta vida"
(Frases de Henrik Johan Ibsen)


     Entre el centenar de WhatsApp que tengo sin responder, el viernes noche me salta el de una compañera de clase. Unas horas antes habíamos salido del último examen del primer módulo. Lo abro pensando que pueda tener algún problema con el tema que acabamos de clausurar y... me sorprende...

     "Sacramento, ¿cómo estás? es que hoy te he visto muy triste".
     
     Me quedo mirando la pantalla del móvil largo rato sin responder. Me resulta extraño que alguien se haya podido percatar sin conocerme. Me levanto, voy al baño, me pongo frente al espejo, enciendo todas las luces para verme mejor... Manda huevos... Lo extraño es que nadie más se haya percatado. Tengo la muerte en la mirada y va vestida con desnudos. Me rompo. Lloro. Luego me lavo la cara y resucito a la realidad. Lamentarse no es valido, no es un anverso aceptable en mi cuadriculado modo de entender mi realidad y sus enveres, madurar es lo que tiene, no acepto por valido ninguna crisis por edad. Que la sufran los que tienen la vida resuelta y tiempo para lamentarse a los cuarenta. He sido demasiadas veces castigada injustamente, juzgada sin derecho a replica, como para padecer síndromes sociales. Mi melancolía es pedigüeña, pero es mía... aunque a veces me señale públicamente.  

     Le respondo a mi compañera de clase y le agradezco su interés. No disimulo. Le comparto mi verdad, como hago aquí contigo, se entienda o no. Y ella me responde con una naturalidad tal que me desarma: "llorar a veces también es necesario". Cuanta razón tiene, pero los que somos así, de apariencia inquebrantable, no podemos permitirnos ciertos lujos. Al menos no con asiduidad...

     El lunes cuando llego a clase algunos de mis compañeros están ya en el recibidor del centro. Al verme llegar uno de los chicos me dice: "kiya, que feliz vienes, mírala, ella siempre sonriendo". Advierto que es a mi a quien se está dirigiendo. Voy un poco aún en mi mundo interior y me coge desprevenida, respondo en brutal sinceridad: "Pues debe ser que sonrío porque traigo más pena que Joselito-Capullo".  Por suerte el mundo va a una velocidad diferente a la que creo que debería ir, y el instante se vuelve pasado enseguida... mi tristeza y yo seguimos de la mano hasta la clase de lengua. 

     No, no soy rebelde porque el mundo me hiciera así. Lo soy porque es la opción que elijo. Me niego a revolcarme en la tristeza, aunque la vida me haya golpeado con toda su mala hostia. (Y hostia se escribe con H que no lo digo yo, lo dice la RAE. aunque para ser sincera, yo cuando tengo que escribirlo, lo hago como me sale de la peineta).