Entre el honor y el valor... me quedo contigo.

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"Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados y no dejándoles respirar"(Sun Tzu).


     Viendo esta noche el programa de "Toros para todos" con mi padre. Recordé lo que oí hace unas semanas decir a Padilla en una entrevista. Hablaba de su historia personal como torero, cuando tuvo que volver a torear después de aquella crucial cojida. Me sorprendió algo que dijo y me quedé con aquellas palabras. Le preguntaban sobre el tema de recibir a los toros a porta gayola* cada vez que volvía a torear y respondió que lo hacía porque tenía miedo. Dijo algo así como que: le daba tanto miedo, que el único modo que entendía de enfrentarlo era haciéndolo de esa manera. Esa noche entendí el arte del toreo de un modo que jamás antes había entendido. La bestia contra la mente. Y no escribo bestia por el animal cuadrúpedo. Me refiero a la bestia del miedo. Esa que en más de una ocasión nos vemos con la ardua tarea de torear... y sin ser toreros. 

     Siempre he pensado que tener miedo está permitido, mientras solo sea la sensación de angustia que se hace presente ante una situación que percibimos como peligro. Pero si se convierte en un sentimiento capaz de impulsarnos a creer en la mala fortuna, en la incapacidad de nuestras fuerzas, es mejor noquearlo... a que nos noquee.

Dice la RAE que unas de las inflexiones de valor es: cualidad de valiente. Pero... ¿Qué pasa cuando esa cualidad por X razones se deteriora y resquebraja volviéndose flexible?... ¿qué le queda al hombre si no es el honor?

El honor... tantas veces usado como moneda de cambio en la historia de la humanidad. Ni siquiera es una cualidad reconocida inflexible del ser humano, no es más que una cualidad humana que impulsa al hombre a actuar según lo que cree un deber y acorde a su conciencia moral. Es, como una buena prostituta en manos de un millonario. Más... si me das a elegir a mi... elegiré siempre al condenado y enjuiciado honor. Hay que sentir un gran honor para con tu oficio, por ejemplo como hizo Padilla, para arrodillarse cada tarde sin valor a puerta chiqueros y enfrentar a la bestia de su miedo. En esos momentos es cuando el honor hace gala de toda se artillería pesada y te eleva a la victoria, indiferente a si eres un hombre con valor, o un simple acojonao' que hace lo que debe.

Una vez me dijeron: eres como el alma de un guerrero samurai, encerrado en una mujer occidental. No lo negaré, me elevó el ego y el orgullo de postura, me sentí halagada y hasta saboree un regustillo a vanagloria dulzón. Pero la verdad no es otra más allá de que, tan solo soy una mujer que creció venciendo miedos a la sombra de un hombre con principios propios. Y esa es la única cimentación de honor sobre la que me siento fuerte cuando debo enfrentar la vida cagada de miedo hasta las trancas. El miedo no tiene voluntad que doblegar cuando está se cimienta en el honor.  




(*) En la terminología taurina, se denomina porta gayola al lance en el que el torero espera al toro de rodillas enfrente de la puerta de toriles, antes de que el animal salga al ruedo, y cuando se produce la embestida, la burla mediante el pase de capa conocido como larga cambiada afarolada, en el cual el capote sujeto únicamente con una mano, se sitúa por encima del diestro, dirigiendo la parte del envés hacia el toro, el cual sale del encuentro por el lado contrario a la mano con la que el torero sujeta la capa. Esta suerte es muy espectacular, pero también peligrosa, pues el animal puede salir deslumbrado a la plaza y arrollar o cornear al torero sin obedecer al engaño. Se ejecuta también en el rejoneo o toreo a caballo, cuando el jinete sobre el caballo, espera al toro delante de los chiqueros y escapa de la embestida mediante un quiebro. El término procede del portugués porta que significa puerta y gaiola que es chiquero o jaula. Literalmente significa, por lo tanto, puerta de chiquero. (fuente del texto)