OBJETIVO 22 DE JUNIO: La primera en la frente.


"A cada día le bastan sus temores, y no hay por qué anticipar los de mañana". (Charles Péguy)

Allá que me encajé en mi nuevo centro de estudios en el C.E.PER. El Palmarillo. Más feliz que una lombriz. A lo largo de toda la mañana del martes, ni me lo había planteado. Me refiero a los miedos que surgen ante lo desconocido. Pasados de los cuarenta, la cara se te pone más dura que un adoquín, el corazón que padece, no el músculo... ese sufre toda la vida como un puñetero quinceañero... o será que yo soy así de "Anita la fantástica" y no crezco nunca en cuestión sentimental. 
El caso es que mi móvil estuvo vibrando tooooda la mañana. Aprovecho para darte las gracias otra vez si fuistes un@ de los que se detuvo a escribir, llamar o comentar para darme ánimo. Me sirvieron todas vuestras muestras de cariño, para no pensar en el tema más allá de la ilusión de intentarlo con ganas y no caer en la melancolía del miedo al fracaso. 
Ya sé que para quienes vuestra vida es estar en continuo estado de aprendizaje alimentando el ámbito intelectual, pueda parecer exagerado lo que escribo y decir que a mi edad acojona enfrentarse a un nivel tan básico como es una ESO. Pero dar el paso, implica una serie de matices emocionales y circunstanciales que nada tiene que ver con ser más listo o menos. Aunque en el fondo las inquietudes que implican, sean tan parecidas entre unos individuos y otros. Yo sabía que me iba a venir abajo a la primera de cambio y no quería ni pensarlo, más que nada por retrasar el momento y darme la oportunidad de avanzar otro pasito sin liar una de mis pataletas de pelis de los años 60. 

Y allí que me encajé. 
Subimos a un aula que si no me equivoco por el conjunto del mobiliario y la distribución era el aula de informática. Hacía un poquillo de calor dentro, todo sea dicho. Pero las profes: Valme y Elena refrescaron el ambiente con su modo de llevar la clase en conjunto. Nos dividieron en dos TAE, a mi me tocó el grupo I con Elena. Nos estuvieron explicando un poco como iba lo del aula virtual y pude comprobar que como había sospechado el problema de acceso era de la plataforma y no de mi incapacidad para acceder a ella. Esa tarde dimos la clase los dos grupos juntos. 
También nos explicaron un poco los Ámbitos, en que consisten, y como debíamos de trabajarlos. Tanto en el aula presencial como en la virtual. Hasta ahí todo más o menos bien. Bueno, ya hubo faltas de asistencia durante el pase de lista y en plena clase un chico se desanimó un poco y dijo que él no iba a poder seguir. Que no tenía ni pc, ni entendía de tecnología para poder avanzar a ritmo. Me sentí identificada. No por el tema en cuestión sobre la informática. En ese momento di gracias a Dios por lo mucho que he aprendido de plataformas digitales, con mis hermanos en la fe de la blogosfera. Recordé mis inicios allá por 2011, atiborrada de pastillas con aquella depresión mal diagnosticada que casi me mata y curioseando por querer ver que demonios era esto de la red, de Internet o lo que fuera. 
Encontré en el equipo de directivos de la Asociación Internacional de Blogueros con el Papa España, mi casa en este mundo digital. De ellos, (y vosotros con nombre y apellidos sabéis quienes sois) lo aprendí todo. Yo solo sabía conectarme y poco más. Quitando el Enter, las teclas con letras (y las que tenían números... jejeje), la barra espaciadora... y el botón de arranque. Yo... 0 patatero. 

Durante la ponencia que di en Valladolid en el Tercer Encuentro de Blogueros con el Papa, recuerdo como nos reímos todos cuando dije que me sobraba la mitad del teclado de mi portátil que era como un Diplodocus. Ayer pensé en ello, en como Dios sin ponerse a si mismo galardones, interfiere en nuestras vidas sin violentarnos para descargar nuestro yugo. Si yo ayer llego a entrar en ese aula, me siento en una mesa delante de un ordenador y no sé ni por donde meterle mano... jodeeer... es que no hubiese esperado ni a media clase como el chico para decir aquello que dijo. Es por eso que he dicho que me sentí identificada. Y es que... el miedo a lo desconocido impera a todas las edades, y círculos sociales. No importa lo listo que seas, seguro que no naciste enseñado a todo. Así que espero que puedas entender que si te digo (conociéndome) que salí de allí con todos los palos del sombrajo caídos sobre mi cabeza, no estoy exagerando. Y eso que en lo referente al tema informático no creo que vaya a tener ningún problema. Pero cuando comenzaron a esquematizar los temas en sus módulos y me di cuenta que estaba en un curso que corresponde a 3º y 4º de ESO, pensé: la madre que me parió... ¿quién coño me habrá mandado a mi meterme en este lío con lo bien que estaba yo revolcandome en mi propia mierda hasta hace dos día. 

Lo pensé de verdad. Y salí muy desanimada. No por miedo a no ser capaz, o a lo que me pueda costar, o no, pillar el ritmo los primeros días. Es que de pronto toda mi realidad me cayó encima. Como una loza de esas marmoleas que ya sabes a quien se las colocan. Pues eso. Y empecé a pensar que mi lugar está en cuidar de mi casa, de mi padre como prioridad absoluta; de cumplir con todas esas cosas que vienen incluidas en el paquete de mamá "omaita" y dejar de soñar sueños de chica eterna y curiosa. 
Y con ese cacao mental terminé bajando las escaleras del centro que deben ser de la época de cuando Franco pegaba tiros por la calles (antiguamente ese era el cuartel de la guardia civil en mi ciudad) Yo tengo una vaga imagen de cuando era niña ver en la puerta a la parejita del tricornio. Y con esa imagen e intentando no hacer carambola escaleras abajo y matar el primer día a la mitad de la clase en mi bajada... intenté poner mi pizca de mordaz ironía, y golpear con ella mi puñetera melancolía. 

Diez minutos más tarde estaba apoyada en el poste de la señal de tráfico de prohibido aparcar y estacionar. Esa que hay justo en la glorieta nueva que tiene un monumento que parece un ángel (válgame Dios)... llorando como una Magdalena. Harta de despotricar contra Dios y contra mi amigo Juan, por tener tan buena idea de ponerme de frente a mi realidad. A este último hasta le dije, con una de mis pataletas por el móvil, como me sentía. Y no le mandé a la mierda, a él, a Dios, y a lo que no tengo claro si es un ángel o un pedrusco allí en todo el centro de la glorieta, de milagro. 
Nunca se me hizo tan largo esperar a que me vinieran a recoger. La gente caminaba y al pasar me miraban, a saber que pensarian de mi, más porque percibí que se me quedaban mirando y me estaban escuchando despotricar de aquel modo... Y es que... el orgullo...es un señor vestido de necedad, que se te cuela dentro sin que te des cuenta. No importa cuán listo seas. Ese, jejj, se cuela dentro y como te descuides un poco y no le pongas freno a tiempo, a quien echa a afuera es a ti. 

Yo tengo facilidad para la pataleta exagerada. Lo malo es encontrar a quien tenga paciencia para soportarme y contenerla... Mi marido el pobre, ya está reventado, y le comprendo. Temperamentos como el mío no son fáciles de sobrellevar en el día a día.  Más cuando yo puedo berrear como una posesa diez minutos y el resto del tiempo vivir como en un templo budista. Soy así, no tengo arreglo... y cuanto mayor me hago, peor, más bestia resulto... y menos soportable. 

Pero tras ese primer impacto en la frente a mi ego... Hoy me volví a arreglar a  mi hora, y me encajé de nuevo en el centro. Vamos que el título me lo traigo yo el 22 de Junio, así tenga que ir y hablar con el mismo ministro de educación. Para que ponga las convocatorias de los exámenes finales, los próximos 30 años adjudicadas en ese mismo día, el 22 de junio ya sean domingos o fiestas de guardar incluidas. 

Y mañana si te quieres pasar, te cuento lo de hoy... que por cierto... tuve mi primera clase de inglés. Command eggs!!! (Tengo que preguntar al profe si la expresión va así... porque me va ha hacer falta... jejeje...)