OBJETIVO 22 DE JUNIO: La presentación.

"Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades"
(Miguel de Cervantes)

Cuando tu mejor amigo te dice que eres un orgullo para las mujeres (di por hecho que lo decía refiriéndose a las de mi generación) y te dice que además eres más fuerte de lo que crees... bien puede ser por dos razones. Una porque te conoce casi tan bien como tú misma (o incluso mejor), es lo que tienen este tipo de amistades que dejas pasar a leer las páginas privadas de tu historia... y te lo dice completamente consciente de lo que está afirmando.
Dos, que al conocerte tan bien, sabe que estás cagada hasta las trancas en ese justo momento, y tiene que tirar de recursos prácticos para ayudar en camuflar la pesturria que emanas a muerta. Yo me moría ayer literal cuando un rato antes de salir para el insti, él me abordó con sus ánimos. Y créeme... soy muuu grandota así que si reviento... el asunto es proporcional a mi tamaño. Por tanto, tú... el señor mandón que mira con la ceja alzada desde la retaguardia... GRACIAS. Gracias por saber darme esas dos ostias siempre a tiempo cuando nadie se atreve de ciertos modos. Por estar como un tutor siempre presto a compartir lo que aventajas, gracias por ser ante todo mi amigo, por no buscar nunca el protagonismo ni la ventaja a mi lado, eso... es lo que más valoro de quien eres para mi. 

El caso es que me podían los nervios. Desde que en Mayo decidí que iba a intentar lo de volver a estudiar, ni me lo había planteado más. Una tarde me encuentro con Juan que me saca el tema, como en muchas otras ocasiones anteriores lo hicieron otras amistades, familiares, compañeros de voluntariado, de trabajo... Cuando la gente descubre que no tengo estudios más allá de una simple EGB de aquellas (y encima con un suficiente... como para tirar cohetes... vamos) no dan crédito. Será que me se vender muy bien, puede que sea eso. Yo no me veo tan lista como me ven los demás desde fuera, soy más bien "zorra", me adapto al medio y sobrevivo en él... independiente de como éste se esté desarrollando ajeno a mi. Pero a veces, sobrevivir, no basta. Yo lo hago como nadie, y me sobran siempre recursos para salvar la situación y avanzar, así me vaya cagando por las patas abajo. En los momentos difíciles siempre recuerdo a mi abuela que me decía: Sonríe, así la gente te mirará a la cara y no reparará en lo que te tiemblan las rodillas.

Soy una mujer fuerte, y valiente, y... siempre me he negado a dejar de soñar por muy jodido que el presente se haya impuesto. Pero en mi peculiar modo de existir, he olvidado realizar mis sueños. Hacer lo mío, lo que me gustaría y aquello que me dejé pendiente porque creí que eran prioritarias otras cosas en su momento y acudí a lo que pensé entonces que era justo atajar antes.
Salí del colegio con catorce años, tenía proyectos de esos que se tienen a esa edad. 1989 fue un mal año. Había crisis en el país como ahora. Los trabajos fatal, mi padre tenia uno en la construcción que no se podía permitir perder. Mi madre acababa de parir a mi hermana Chus. Mi abuela enferma en casa, dependiente. Mi abuelo, con una pierna recién cortada y la gangrena en el torrente sanguíneo. Yo estaba ahí... no sé si demasiado mayor para mi edad. Siempre me sentí así hasta que empecé a ser mayor de verdad por edad... y entonces comencé a sentirme muy cría. El caso es que alguien debía asumir responsabilidades por aquel tiempo. Y me dije: puedo ayudar en casa con esta situación. Mis proyectos personales se perdieron para siempre.
No culpo a nadie, no me excuso, no me lamento, solo cuento como fue y lo que aconteció por entonces para que yo dejara de ir al instituto al salir del colegio. Pase cinco meses en un hospital con mi abuelo, viendo como la podredumbre literal lo invadía hasta morir. Tenía la edad que tiene ahora mi hija, en aquellos cinco meses envejecí toda una vida. Imagino que si fuerna estos tiempos, mis padres me hubiesen llevado luego al psicólogo, a recibir algún tipo de terapia, o a que me reajustasen el circuito cerebral. Lo admito, yo quedé muy tocada, pero nunca dije nada.
Aquel era un ala de aislamiento por protocolo de epidemias y cosas así. Mi padre pasaba las noches y de allí al trabajo, yo el resto de horas. A veces todavía despierto con sueños de las cosas que vi y tuve que vivir en aquellos meses. Por muy madura que yo fuera, solo tenía quince años y era una chiquilla en un mundo de adultos. Mi abuelo murió el 27 de Abril en mis brazos, la muerte me lo arrancó literal de ellos porque él se negaba a irse, lo decían los médicos. No sabían como podía aun respirar con aquella infección por todo su cuerpo. Su mirada me lo dijo todo y yo durante muchos años dejé de ser yo.

Ese mismo año en Junio entré a trabajar de fregadora en la cocina de un bar. Fue mi primer trabajo, no tenía ni edad para ello. Y ya, no paré. Me hice adicta al trabajo, a no querer depender de nadie que no fuera yo misma y mi capacidad de trabajar para subsistir al margen de mis padres. Ahora sé que me evadí en aquello, pero me hice mucho daño a mi misma sin saberlo. Porque los años fueron pasando perdiendo oportunidades de formación de la buena. Yo cada vez me sentía más fuerte, pero más sola y aislada dentro de mi.
Y cobarde.
Claro que eso era algo que yo no podía admitir, menos hacia fuera donde todos me consideraban una persona capaz y valiente. Y cuando salía el tema de mis objetivos olvidados, era más fácil dar lastima con mi historia que tener que admitir que era una cobarde por no echar huevos al asunto e intentarlo. He hice cursos, muchos, por querer alimentar mi ego emparanollado de frustración e impotencia. Hasta tal punto que excusaba a mi propia conciencia una realidad que yo no podía enmascarar y que dolía como el mismo infierno. Pero los años siguieron con su continuidad en paralelo y cuanto más mayor me hacía más lejos quedaba el reflujo de querer encontrar el empuje necesario para intentarlo. Siempre la excusa del deber, por delante, pero yo sabía que otros con la vida tan jodida como la mía o incluso más, tenían las agallas de intentarlo y hasta de conseguirlo. Yo no.
Recuerdo que cuando trabajaba en casa de los Alonso, Juan Francisco y Mariví, ambos docentes, siempre me insistían en que volviera a estudiar. A apostar por mi formación académica, ellos veían mi potencial (o eso me decían) yo solo veía mi miedo a no ser tan lista, a no ser capaz. Mi madre que en paz descanse, murió creyendo en mi, y yo seguí viviendo bloqueada... Mucha gente cree en mi, creen que puedo... yo, solo puedo ver que han pasado 30 años y sigo tan bloqueada y asustada como cuando tenía 15 y esa es la puta verdad, ea.

Pero entonces una tarde hablando con mi amigo no recuerdo ni de que era la conversación y sin venir a cuento me hizo la puta pregunta que me ha reventado siempre que me hagan sobre porque no tengo estudios. Y le solté todo este rollo que acabo de soltar ahora. Y va el "mu" cabronazo y me dice prácticamente que soy un mojón, que me encanta regodearme en mi propia mierda y que soy decepcionante, que no le da ni un ápice de lástima de mi porque soy una cobarde que merece lo que tiene. Y se queda el tío tan pancho. Vamos que no le caí los dientes porque era una conversación a distancia, que si lo tengo delante se caga por las patas abajo. El caso es que me dije a mi misma que no necesitaba gente así en mi fila de amigos. Cuando colgué tenía clara dos cosas: a ese cretino no le volvería a dirigir la palabra en mi vida ... y dos... nada me había hecho tanto daño en toda mi puta vida (ni la muerte de mi madre unos meses antes) como sus putas palabras.

Me llevé llorando dos días. Y odié a mi amigo desde mi dolor, hasta mi rabia, desde mi desesperación... hasta lo más recóndito de mi necesidad que quería salir a flote. Pero ¿para qué? Treinta años es una vida entera, me seguí soltando mi conmovedora retahíla: Ya no tengo los objetivos que tenía a aquella edad y mi vida ha ido por caminos diferentes instalándose en historias diferentes. Tengo que aplastar este sentimiento como sea, superarlo y seguir. 
Pero joder! Fue tanto el daño a mi orgullo propio. Sus palabras fueron tan duras, ni mi propio padre me ha dicho nunca algo así. Y vino éste de los cerros de donde Cristo perdió la alpargata predicando, creyéndose que lo sabe todo para juzgar la vida y las razones de una persona... y le da una paliza a mi dignidad que me dejó hecha un trapo.
Pues te vas a enterar señor sabelotodo y don listo, con amigos como tú, ¿pa qué coño quiere uno enemigos? Y cuando se me pasó toda la galerna, me dí cuenta que era el único en toda mi vida que había tenido los cojones de decirme lo que nadie se había atrevido y encima, tenía razón.

Así que fuí, me informé cual eran los pasos que tenía que dar para empezar a estudiar de nuevo y los pasos son bien fáciles: Dejar el orgullo descansando en el suelo y empezar desde cero. 
Justo desde donde lo dejé, justo desde abajo... y a mi no me gusta esa posición, no me hace ni puta gracia estar debajo de nada, ni de nadie. Pero no soy tan estúpida como para querer empezar una casa por el tejado. Así que sin pensarlo más, eché la solicitud, luego la matrícula en su fecha de recepción; y ayer... ayer fui a la presentación.

Para no variar mucho con mi ritmo de vida, tenia que estar a las cinco y media en el salón de actos del I.E.S. Virgen de Valme; para la presentación del curso del Nivel II de ESA Semipresencial. Y eran las cinco y once minutos cuando salí de casa con más gas que Carlos Sainz compitiendo, me dejé todos los miedos y las inseguridades detrás a la velocidad que llegué a la otra punta de Dos Hermanas conduciendo y como hice los últimos metros corriendo a pie, tampoco tuve tiempo de pensar mucho, solo llegar antes de que abrieran la puerta de la sala donde era la presentación.
Cuando me detuve y dejé de correr, estaba en los escalones de la entrada, que por cierto me resultaron como si tuviera que subir al templo Yamadera en Japón. Lo cierto es que con la velocidad me había dejado todos los malos espíritus detrás. Cuando de correr se trata (y no digo literal... ojala fuera un Jesse Owens) te aseguro que me dejo atrás hasta al demonio mirándome el trasero. Cuando tengo miedo corro como un rayo, pero esta vez he corrido en la dirección correcta. Subí a paso lento cada escalón, aguantando los ojos cargados de lágrimas a punto de jugarmelas las muy cabronas y en cada uno que subía me reconocía pequeña y débil, insegura, como si treinta años no me hubiesen enseñado nada en la historia de mi vida. Miré a mi alrededor, mucha chiquillería,  también me pregunté si algunos de aquellos adolescentes estarían tan asustados como yo. Cuando llegué a la entrada había una marabunta de personas para lo mismo. Ya con más margen de edades. Y de pronto me sentí como si hubiese llegado a la cumbre del Himalaya, una gran bofetada en los pulmones que me dejó tan kao como mi amigo con sus palabritas, un dolor físico que bien me hubiese partido ambos pulmones, cogí aliento y me dije: estoy aquí, a tomar por culo, ahora a ver que coño pasa. Me puse mis tacones mentales, mi fusta y mis cueros que nada tienen que ver con mi agenda de gato negro y mis uñas de unicornios decoradas que ves en la imagen (las llevo así justo ahora) y saqué la Domina a pasear. Ya va siendo hora de que le demuestre a las putas circunstancias quien manda aquí.

Objetivo: 22 de Junio día en que voy a traerme a casa el título de secundaría.
Partiendo del primer paso que ya lo he dado... a ver donde termino por plantar los tacones... Soy una mujer afortunada, Dios pone en mi camino personas más bestias que yo para patear bien fuerte los culos que necesitan un extra de sincera brutalidad... Para ciertos actos que requieren un gran cambio desde dentro, es lo único que funciona, abrir el tajo más grande y que cure desde dentro.

Hoy a las seis voy a mi primera clase presencial para enseñarnos como va lo del aula virtual. Jejeje... con lo trasto que soy seguro que nueve meses me dan para escribir otro libro. Así que si te gusta el marujeo de las causas imposibles, mantente al loro, jejeje, que por aquí te lo voy a contar todo. Para que te diviertas y también para que veas que si se puede.