CONGRESISTAS, REFUGIADOS, MICROS ABIERTOS Y LA CASA SIN BARRER.

MUÑECO ANTIGUO DE TRAPO. NIÑO SENTADO CON DOLOR DE MUELAS


"¿La Dama de Hierro del mundo occidental? ¿Una combatiente de la Guerra Fría? De acuerdo, si es así como interpretan mi defensa de los valores y libertades fundamentales" (Margaret Thatcher)

Pues va a ser que sí... que voy a ser un poco masoquista después de todo... Y es que no encuentro otra justificación a estar aquí sentada frente a mi pantalla de televisión, viendo en directo por 24H el Congreso de los diputados, con un impresionante dolor de tripa de oír (que no escuchar) tantas gilipolleces. 

Quiero uno de esos ridículos micros limitados y no para tener mi momento. Tampoco para que me aplaudan. A mi el teatro me gusta verlo en esas salas añejas de mi país, donde los actores son profesionales y se caracterizan en pequeños camerinos para hacernos disfrutar, y si acaso el papel les toca de villanos, hasta sufrir con mucha profesionalidad. Ahí lo dejo...

Hoy es el día mundial de los refugiados, vaya que casualidad, nosotros tenemos el Aquarius en casa para celebrarlo. Que buenas personas somos, a ver cuando toca el momento de colocarnos los pin de solidarios. Propongo que algunos sean de oro, y con alguna piedra preciosa que lo haga representativo a la causa. Lo digo porque los pobres deberían ser eso... un gran tesoro para la humanidad y no una moneda de cambio. 

Como no tendré posibilidades de que me abran un micro, ni siquiera que por la calle me pillen con uno, alguno de esos periodistas sensacionalistas... lo digo desde aquí, desde mi espacio. Ahora que el partido al que he votado desde que tengo edad de ejercer mi derecho al voto (y esto lo dejo caer porque me tachan de Franquista, cuando yo... ni soy nieta de Franco, ni jamás me incliné a la política de derecha) pregunto.

¿Qué piensan hacer con los menores de mi barrio que mañana terminan las clases y se quedarán en situación de exclusión social inadvertida en sus casas? 

Ahora podría calentarme y decir muchas cosas. Lo suyo sería poder decir sus nombres y apellidos, su dirección, su teléfono. Pero para eso inventan las leyes de protección de datos. Para que las verdaderas emergencias queden "seguras" en el anonimato archivadas en una pila de documentación con un número de serie en un archivo, y no un nombre real que lo identifique como victima del sistema. Mientras, nos damos golpes de pecho y solidaridad rescatando a los pobres del mundo. 

Pues sí, debo ser masoquista, esta función me dan ganas de vomitar, peor que un dolor de muelas... y me la he tragado toda de principio a fin. 



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