LLÉVAME AL MAR.


"Quién ha cruzado el mar con sus tiburones y demonios, 
con sus olas terroríficas, tan difíciles de salvar... 
se dice que ha llegado al fin del mundo 
y que ha partido más allá".


     Esta es una frase que yo suelo usar mucho: "Llévame al mar" En alguna que otra ocasión alguien me ha preguntado que quiero decir al usarla. Y uff... En ese momento suspiro, es difícil de explicarlo. pero si te digo que me lleves al mar, es que te estoy dando la oportunidad de conocerme en todas mis vertientes sin barreras, ni pretensiones. Aunque yo no sea gran cosa, una simple mujer. 

     La visión del mar nos recuerda el tiempo y la experiencia misma de la vida a través del tiempo, por su mutabilidad e inestabilidad que coexisten con su constancia y su repetitividad (una ola es y no es la misma ola). Su profundidad y su inestabilidad también son símbolos de los corazones humanos, capaces de albergar una gama vasta de sentimientos y emociones.
     La contemplación del mar es también la contemplación de uno mismo y del otro. Es precisamente esta correspondencia entre el mar y los corazones de los hombres lo que convierte al mar tormentoso en símbolo de la pasión humana. Un mar sereno en la paz del espíritu. Y así según sea el paisaje del mar la experiencia de la compañía, ect... La vivencia es el conocimiento y reconocimiento del ser propio o del otro el fin de este instante. Para mi eso es que me lleves al mar. Que me aceptes como yo te acepto, que puedas contemplarme como yo te contemplo... 
     Sí, soy una soñadora si quieres llamármelo. Y no me cansaré nunca de serlo. Las realidades a veces resultan como malas pesadillas de las que no podemos escaparnos y si podemos combatirlas con sueños y no perecer en el intento, bien lo habremos logrado sentados frente a frente junto al mar.
     En una sociedad de apariencias, de gente que teme ser honesta por el temor de la incomprensión. El temor a ser excluido del canon que se impone y marca el ritmo a seguir, que ensucia la persona con modelos de fabrica... Yo preferiré siempre escaparme al mar y marcar mis propias pautas. Dejarte que vengas conmigo, o acompañarte. Aunque me lleves a perecer entre las olas. No quiero ilusiones, no quiero convencionalismos, no quiero pátina entre tú y yo.
     Él me lo dijo una vez cuando me salvó de las olas de la muerte. A partir de ahora te quiero así, autentica, leal, genuina, innegable, tal cual eres con todas tus virtudes y defectos. Que cada vez que te contemple disfrute de tu totalidad. Y así quiero que contemples a los demás, con esos ojos con me miras a mi ahora y puedas verme en todos ellos. Desde entonces, siempre anhelo poder estar en ese anhelo de contemplación. 
Llevar o que me lleven al mar .



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