CONTRACORRIENTE.



Ese podía haber sido mi apellido.

     Mi abuelo me decía cuando era pequeña que no se podía nadar y guardar la ropa. Y allí estaba yo, con ese sentido mio del más difícil todavía, queriendo encontrar el modo de llevar la ropa y las chanclas sobre la cabeza y esta fuera del agua... 
     "Abuelo te equivocas, si que se puede, pero es un poco dificil y no se puede bucear, pero se puede".

     Esa niña inquieta sigue habitando en mi, intentando llevar a su terreno hasta el último de los dichos y demostrar que todo puede cambiarse, que siempre hay un modo diferente al resto de hacer las cosas. Me niego a ser de otra manera, me niego a crecer en ese aspecto. Pero me hago mayor...

     Ayer estaba en casa viendo una peli de una saga que me gusta. Mientras la veo me gusta analizar las frases de esta peli y razonarlas partiendo de mi propia experiencia y justo en un momento de la peli que siempre me ha gustado sentí a mi ángel hablarme. La frase es en cuestión esta: "me hago viejo y tengo que renunciar a más cosas, es la vida" y la dice el personaje de Rocky Balboa cuando se da cuenta de que el amor pasa por su vida y que no puede estar aferrándose al que tuvo, ni a la gloria del pasado. Me encanta por muchas razones esta frase, pero nunca antes había pensado del modo que lo hice ayer. No se si voy a saber explicarme, lo intentaré.

     No se trata de hacerme mayor en edad, si no en madurez, y no de vida o de experiencias. Mi ángel con su desparpajo de avidez me dijo justo aquello que yo había estado rumiando toda la noche anterior. Soy yo, indiscutiblemente, con mis cosas buenas y las malas. Pero tengo que tomar decisiones importantes con respecto a algo que me acontece y que no me deja avanzar en paz. Lo que me ocurre tiene que ver con la fe y el conocimiento, y se que lo que mi corazón desea con todas sus fuerzas no puede ser. No es compatible con lo que se, con lo que soy, con la verdad. Y aunque me voy a quedar echa un asco en muchos sentidos porque soy de la que me tragaría la toalla antes de tirarla... 
Tengo por primera vez en mi vida que rendirme... 
No  antes Él, no ante acontecimientos, no ante otros, rendirme ante mi misma.

No puedo esta vez nadar y guardar la ropa.
Mi abuelo tenia razón. 

     Y no importa cuantas formulas pueda yo inventar para conseguir mis propósitos porque me hago mayor en la fe y me enfrento al momento de tener que decidir. Si tu ojo te ocasiona tropiezo... 
Mi corazón no entiende de razones, siempre como el salmón contracorriente...
Inquieto, impulsivo, soñador, honesto pero a un mismo tiempo injusto con su dueña y llega el momento aunque duele, aunque me pierda, aunque muera (no literal)  de crecer...

     Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, jugaba como niño, más cuando ya fui hombre hecho, dejé lo que era de niño. (1Co. 13, 11.)

     Y ese momento llega, sin duda y se que si no me rindo a mis pasiones y soy consecuente con mi fe, terminaré bajo el agua con todo el paquete mojado y ni salvaré la ropa, ni podré entonces nadar. 




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