UN ODRE NUEVO.


Hoy la Iglesia celebramos la Transfiguración del Señor y yo me siento tan diferente de lo que debiera.  He visto a Cristo Transfigurado, he sido una más en ese monte, junto a Pedro, Santiago y a Juan. He visto a Jesús en su Gloria y por un instante he sentido la Gracia. Le he reconocido como Hijo de Dios, le he aceptado como Rey de mi vida. 

Pero peña abajo algo falla. 

Me voy desinflando, una tristeza me comienza a invadir...  y ... me desquebrajo, me rompo, como una vasija mal horneada que estalla al primer uso.
Tengo necesidad de hacer de mi vida un continuo modo de vivir según se me ha permitido experimentar. 
He conocido a Jesús y en mi interior una alegría incontrolable a surgido, y he pensado como los discípulos: Que bien estaría yo en un convento de clausura, todo el día de cara a mi Amado, alejada de este mundo.

Pero no...

Yo he sido llamada para otra misión. Para morir como madre, como esposa, para dar por mi familia la vida en la cruz como Cristo. Y así cuando aparentemente las cosas no salgan como se esperan, cuando como hoy me sienta morir, porque los acontecimientos de mi vida me llevan al dolor, al sufrimiento, a la muerte... Recordar las promesa de Jesús, recordar que le he visto y le he sentido Transfigurado. Que a través suyo he experimentado el amor de mi Creador y de mi Padre y que Él me ha confirmado que estoy en lo cierto. Que aunque me duela, aunque no comprenda porque suceden en mi vida acontecimientos que me desgarran el alma intentando arrancarme la fe recibida, no debo olvidar lo que Jesús me dice. Lo que dejó dicho. 

Él resucitó. Y me hará resucitar también a mi de esta muerte que me lleva a estar estancada, a ser un odre viejo. A temer estropear la obra para la que he sido creada.
- Jesús, amor de mi vida, ayúdame a desear con todas mis fuerzas ser una vasija fértil, que fecunde en mi todo aquello que con tanto amor me regalas.

Comentarios

  1. Ay, querida Mento, estamos donde tenemos que estar, no te quepa la menor duda. Recuerdo una conversación que mantuve hace un tiempo con un sacerdote... le contaba mi "malestar" por esto y por aquello de mi vida que no me gustaba nada, nada... y ¿sabes qué me contesto?, que el "reto" consistía precisamente en pasar de decir "esto no me gusta"... a "el gusto es mío". Así que ahora cuando algo de mi vida no me "encaja", me imagino saludándolo con una reverencia y un "el gusto es mío"... jajaja.... aquí estamos, Mento,¡aquí! "tanto gusto, señora". Un abrazo y feliz, feliz verano.

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    1. Ay, querida Teresa, no me gusta nada los acontecimientos por los que estoy pasando. Como bien dices, la clave es darle la vuelta. Y cuando el problema soy yo misma, ay, siento que solo puedo aparte de resistirme a lo que me sale ser, decir: Señor ten piedad de mi que soy una pecadora. Que dificil se vuelve un día cuando una está en plena batalla. Aunque el abrazo de una amiga, puede traer a esta tarde de calor algo de felicidad, sí. Después de todo estamos creados para la felicidad.
      Un abrazo Teresa, que seas feliz, se que te lo mereces en lo poco que conozco de ti. Tu última entrada me ha llegado y me ha zarandeado para bien.

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  2. Estoy convencido de que después de escribir esta hermosísima reflexión te sentirás mejor. Ofrécele al Señor toda tu lucha y él sabrá transformarla en obra de rendención. Y no te olvides nunca que, por pesada que sea la carga, siempre están los hombros de Jesús dispuestos a compartir el peso.

    Que Dios te bendiga

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    1. Pues tu convencimiento es acertado. Mientras escribía es como confesar el pecado, sacar lo que nos daña, nos hace bien. Recordaba las pocas veces que he pedido perdón y me he sentido no solo perdonada si no sorprendente mente querida y reconfortada. Sentir eso por su parte hacia mi, es lo que me da ganas de querer cambiar, de querer ser diferente a lo que ya soy. Aunque esté completamente convencida de que no puedo cambiar y de que la cagaré en el último momento. Me ayuda saber que Jesús me ha dado su palabra de que estará a mi lado y en Él encuentro la seguridad que no veo en mi.
      Gracias, un abrazo.

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  3. ¡Hola Mento!
    Tu entrada me hace pensar en el milagro aun en medio de mucha fragilidad, Dios da dones enormes a cada uno.
    SL2!!
    DTB!!

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    1. Tienes toda la razón María, yo, le pido con todas mis fuerzas el don de la conversión, porque ya he comprobado que sin su ayuda, mis esfuerzos no me llevan muy lejos.
      Un beso guapa, te quiero.

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  4. UFFFFFFFFFF, se nota que no estás en un convento de clausura.
    Ser contemplativo o es estar al abrigo de las cosas (malas o buenas) sino ser capaz de ver en todas ellas al Señor.
    De eso se trata mi querida hermana. Que El nos dé una mirada nueva sobre nosotros y sobre todos, pidamoselo humildemente un día y otro, en un momento y en otro. Y por lo demás, yo siempre hago esta breve oración: "Aceptame, Señor, tal como soy, tal como estoy". Y sigo feliz.
    Un abrazo en Cristo. Pido por ti. María-Virgen te cuide.

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    1. Creo que no he sabido explicarme bien. Cuando digo lo de estar en un convento de clausura es porque yo sentí la llamada y he tenido la gran oportunidad de estar en un convento. A diferencia de lo que mucha gente cree las monjas de clausura no vi9ven aisladas del mundo, todo lo contrario, son muy concientes de lo que pasa en el y participan activamente de esta batalla. La vida contemplativa tiene otras pautas, va a otro ritmo y yo la prefiero a la vocación que me ha tocado vivir. Pero Dios era esto lo que queria para mi y asi lo acepto, aunque para mi hubiese sido mi ideal el otro. Yo suelo decirle al Señor: " Ya sabes que soy un trasto, pero yo también se que Tú me amas" Eso es lo que me ayuda en mi lucha Caminar. Me gustaria tener más tiempo para poder meditar, estar en compañia de mi Amado, pero este ritmo que llevamos no es normal. Y mi naturaleza me pide otra cosa, aunque sepa que esto es lo que necesito para mi conversión.
      Un abrazo amiga.

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