JMJ. DIARIO DE UNA MADRE IMPERFECTA.
Era en Cibeles y el metro nos dejó muy cerquita. Bendito sea Dios, a esas alturas estábamos ya agotados. Nuestro grupo tuvo que separarse porque no todas las estaciones tienen acceso para carros. DESDE AQUÍ MI QUEJA. Los que estaban más frescos para andar se bajaron antes con Victoria que iba en el carrito. Los que íbamos de piernas ya en batería baja, seguimos hasta donde el metro nos dejó. Ese día fue estupendo viajar en metro, los grupos de peregrinos todos del camino iban con sus guitarras cantando y te daba un subidón cada vez que te cruzabas con uno y sin importar el idioma en que cantaran, tu podías acoplarte con ellos a cantar en el tuyo. Para mi eso es una prueba grande que Dios une a las naciones.
Al salir al exterior, madre, que de gente del camino. Pepe me dijo sorprendido que no esperaba ver tanto bullicio ese día. Yo le recordé lo importante de la persecución en nuestro movimiento. Gracias sean dadas a Juan Pablo II, ahora Beato, antes Papa, cuando decidió poner en funcionamiento los estatutos del camino Y a Benedicto XVI por aprobarlos. Somos un movimiento bastante perseguido y eso es bueno. El demonio pone todo su ejercito e interés en perseguir y destruir allí donde ve que pueden darse conversiones. Nosotros no somos de Kiko, como suelen decirnos, aunque a mi no me importa que me digan Kika, tengo muy claro a quien sigo y yo a quien sigo es a Jesucristo. No discuto con nadie que sea mejor o peor. Yo simplemente defiendo que en este movimiento y gracias al Kerigma que me fue anunciado, mi vida a cambiado para mejor y por fin descubrí que Jesucristo esta a escasos centímetros de mi, amándome con todo su corazón, con todas sus fuerzas, con toda su alma. Y eso se lo debo a instrumentos como kiko, carmen, el Padre Mario, los catequistas y tantas familias en misión que siguen contra viento y mares llevando a Jesucristo a todos los rincones del mundo. Una cosa así, solo viene del Altísimo.
Mientras miraban el mapa , yo me pegué a un grupo de italianos que cantaban Pequeña Maria, que guay. Teníamos el encuentro muy cerquita, pero estábamos tan emocionados, que no dábamos golpe en bola.
Cuando al fin llegamos a la Puerta de Alcalá y cogimos la calle Alcalá abajo, podía ver la emoción en la cara de mi Pepe al ver la marea de color y juventud. Nos sentamos y disfrutamos como solo se disfruta de la compañía de Jesucristo.
Pepe se emocionó muchísimo cuando vio como se levantaban los jóvenes para decir si a la llamada del Señor y las chicas también. Hizo estas fotos, estaba realmente emocionado y aquello me hizo sentir un escalofrío. Yo siempre he temido a que el Señor me llamase para la misión. Y conociendo a mi marido, se que a él también le va a llegar la llamada. A mi me da mucho miedo, pero si Jesucristo llama a Pepe como padre de familia en misión y él me lo propone, entonces no podré decir que no a los dos hombres más importantes de mi vida. Jesucristo y Pepe.