"Motu propio"

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“Os dieron a elegir entre el deshonor o la guerra, elegisteis el deshonor y tendréis la guerra” (Winston Churchill)

Ayer un amigo me pasaba este enlace: 
Y me pedía mi opinión. Me dejó un poco desconcertada, porque no llegué a entender que fin tenía su pregunta y tampoco quiso dármelo. Días antes yo misma le había pedido la suya sobre los nuevos mandatarios politicos y el reciente cambio que hemos tenido. No estaba segura si acaso esto tenía algo que ver o era más bien dirigido hacia el sentido del deber personal que todo hombre (o mujer) tiene sobre si mismo como último recurso frente al cumplimiento de la ley, independiente a si ha de imponerla, proteger que se cumpla o acatarla... En fin, ya me conoces, yo me dan dos puntos de referencias y los empiezo a multiplicar a mi retorcida cabecita. 

Aquí te dejo el enlace traducido al español, por si no te apetece poner a buscarlo en la web oficial. Es este, se refiere a la Carta Apostólica de "Primer movimiento" del Sumo Pontífice Francisco "Un gran comienzo". 


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 Traducción en español
Carta Apostólica en forma de "Motu propio"del  Sumo Pontífice Francisco “Magnum Principium” con la que se modifica el can.838 del Código de Derecho Canónico

El principio importante, confirmado por el Concilio Ecuménico Vaticano II, según el cual la oración litúrgica, adaptada a la comprensión del pueblo, pueda ser entendida, ha requerido la seria tarea encomendada a los obispos, de introducir la lengua vernácula en la liturgia y de preparar y aprobar las versiones de los libros litúrgicos.
La Iglesia Latina era consciente del inminente sacrificio  de la pérdida parcial de su lengua litúrgica, utilizada  en todo el mundo a través de los siglos, sin embargo abrió de buen grado la puerta a que las versiones, como parte de los mismos ritos, se convirtieran en la voz de la Iglesia que celebra los misterios divinos, junto con la lengua latina.
Al mismo tiempo, especialmente después  de las diversas opiniones expresadas claramente por los Padres Conciliares respecto al uso de la lengua vernácula en la liturgia, la Iglesia era consciente de las dificultades que podían surgir en esta materia. Por un lado, era necesario unir el bien de los fieles de cualquier   edad y  cultura y su derecho a una participación consciente y activa en las celebraciones litúrgicas con la unidad sustancial del Rito Romano; por otro, las mismas lenguas vernáculas, a menudo sólo de manera progresiva, podrían haberse convertido en lenguas litúrgicas, resplandecientes no diversamente del latín litúrgico por la elegancia del estilo y la seriedad de los conceptos con el fin de alimentar la fe.

A eso apuntaron algunas Leyes litúrgicas, Instrucciones,  Circulares, indicaciones y confirmaciones de los libros litúrgicos en las lenguas vernáculas emitidas por la Sede Apostólica ya desde los tiempos del Concilio, y eso tanto antes como después de las leyes establecidas en el Código de Derecho Canónico. Los criterios establecidos han sido y siguen siendo útiles en líneas generales y, en la medida de lo posible, tendrán que ser  seguidos  por las Comisiones litúrgicas como herramientas adecuadas para que, en la gran variedad de lenguas, la comunidad litúrgica pueda alcanzar un estilo expresivo adecuado y congruente con las partes individuales , manteniendo la integridad y  la esmerada fidelidad, especialmente en la traducción de algunos de los textos más importantes en cada libro litúrgico.

El texto litúrgico, como signo ritual, es un medio de comunicación oral. Pero para los creyentes que celebran los ritos sagrados, incluso la palabra es un misterio: cuando, de hecho,  se pronuncian  las  palabras, en particular  cuando se lee la Sagrada Escritura, Dios habla a los hombres, Cristo mismo en el Evangelio habla a su pueblo, que, por sí mismo o por medio del celebrante, responde con la oración, al Señor en el Espíritu Santo.

El fin de las traducciones de los textos litúrgicos y de los textos bíblicos, para la liturgia de la palabra, es anunciar a los fieles la palabra de salvación en obediencia a la fe y expresar la oración de la Iglesia al Señor. Para ello, es necesario comunicar  fielmente a un pueblo determinado, con su propio lenguaje, lo que la Iglesia ha querido  comunicar a otro por medio de la lengua latina. No obstante la fidelidad no pueda juzgarse por las palabras individuales, sino  en el contexto de todo el acto de la comunicación y de acuerdo a su propio género literario, sin embargo, algunos términos específicos también deben ser considerados en el contexto de  la fe  católica íntegra, porque cada traducción de los textos litúrgico debe ser congruente con la sana doctrina.

No debe sorprender que durante este largo camino de trabajo haya habido dificultades entre las Conferencias Episcopales y la Sede Apostólica. A fin de que las decisiones del Concilio sobre el uso de las lenguas vernáculas en la liturgia sean también válidas  en tiempos futuros, es extremadamente necesaria  la colaboración constante llena de confianza mutua, atenta y creativa, entre las Conferencias Episcopales y el Dicasterio de la Sede Apostólica, que ejerce la tarea de promover la sagrada Liturgia, es decir, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Por lo tanto, para que continúe la renovación de toda la vida litúrgica, ha parecido oportuno   que algunos principios transmitidos desde la época  del Concilio sean más claramente reafirmados  y puestos en práctica.

Sin duda se debe prestar atención a la utilidad y al bien de los fieles, tampoco hay que olvidar el derecho y el deber  de las Conferencias Episcopales que, junto con las Conferencias Episcopales de las regiones que tienen el mismo idioma y con la Sede Apostólica, deben garantizar y establecer que salvaguardado el carácter de cada idioma,  se manifieste  plena y fielmente el sentido del texto original y que  los libros litúrgicos traducidos, incluso después de las adaptaciones,  refuljan siempre con la unidad del rito romano.

Para hacer más fácil y fructífera  la colaboración entre la Sede Apostólica y las Conferencias Episcopales en este servicio que debe prestarse a los fieles,  escuchado  el parecer de la Comisión de Obispos y Peritos, por mí instituida, dispongo, con la autoridad que me ha sido confiada, que la disciplina canónica vigente actualmente en el can. 838 de C.I.C. se haga más clara, de manera que, tal como se expresa en la Constitución Sacrosanctum Concilium, en particular en los artículos 36 §§  3. 4, 40 y 63, y en la Carta Apostólica Motu Proprio Sacram Liturgiam, n. IX, aparezca mejor la competencia de la Sede Apostólica respecto a la traducción de los libros litúrgicos y las adaptaciones más profundas , entre las que se pueden incluir también posibles nuevos textos que se incorporarán a ellos, establecidos y aprobados por las Conferencias  Episcopales.

En este sentido, en el futuro  el canon. 838 se leerá como sigue:

Can. 838 - § 1. Regular   la sagrada liturgia depende únicamente de la autoridad de la Iglesia: esto compite a  la Sede Apostólica y, según el derecho , al obispo diocesano.

§ 2. Es competencia de la Sede Apostólica ordenar la sagrada liturgia de la Iglesia universal , publicar los libros litúrgicos, revisar[1] las adaptaciones aprobadas  según la norma del derecho  por la Conferencia Episcopal, así como vigilar para  que  en todos los lugares se respeten fielmente las normas litúrgicas.

§ 3. Corresponde a las Conferencias Episcopales preparar fielmente las versiones de los libros litúrgicos en las lenguas vernáculas, adaptadas convenientemente dentro de los límites definidos, aprobarlas  y publicar los libros litúrgicos, para las regiones de su pertinencia, después de la confirmación de la Sede Apostólica.

§4.  Al obispo diocesano en la Iglesia a él confiada corresponde,  dentro de los límites de su competencia, dar normas en materia litúrgica , a las cuales todos están obligados.

De manera consecuente se han de interpretar sea el artículo 64 § 3 de la Constitución Apostólica Pastor Bonus sean las otras leyes, en particular las contenidas en los libros litúrgicos, acerca de sus versiones. De la misma manera dispongo que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos modifique su "Reglamento" basándose en  la nueva disciplina y ayude a las Conferencias Episcopales a llevar a cabo su tarea y trabaje para promover cada vez más la vida litúrgica de la Iglesia Latina.

Ordeno que todo lo deliberado con esta Carta apostólica en forma de "motu propio" tenga  firme y estable vigor, a pesar de cualquier disposición en contrario, aunque digna de mención especial, y que sea promulgado por la publicación en L'Osservatore Romano, entrando en vigor el 1 de octubre de 2017,  y publicado a continuación en los Acta Apostolicae Sede.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 3 de septiembre de 2017, quinto de mi pontificado.

Francisco

(Traducción no oficial)
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Yo siempre he creído que toda ley puede abolirse, incluso las leyes doctrinales. No te eches las manos a la cabeza aún, espera.... creo firmemente que entre fe, esperanza y caridad, solo la caridad prevalece en cualquier estado de vida. El amor empuja siempre a que los actos se hagan, no por deber, si no por conocimiento. No hay ley que obligue, o dictamine en el amor al prójimo, el servicio es así. Se sirve por amor, por una fidelidad a uno mismo que nace de dentro en respuesta al conocimiento de un amor mucho más grande. Y el servicio ha de empezar siempre por los lideres y no por el pueblo. Esa es la gran diferencia entre un Amo bueno, y uno mediocre. Un buen Señor, un buen Líder es aquel que, además de los conocimientos pertinentes de las materias que debe desarrollar, sabe imponerlas e impartirlas con caridad. Porque nadie sirve a otro mayor con alegría, ni con verdadera convicción o vocación sin tener un aliciente que le merezca la pena. Es mi modo de entenderlo.¿Correcto? No lo sé. Soy demasiado lerda para saber de leyes. Demasiado rebelde para acatar ordenes. Demasiado soñadora para conformarme con lo que no me parece tener expectativas a una dimensión que yo crea alcanzable. 

Me gusta Francisco. Yo le llamo mi argentino favorito. Me parece un hombre con una capacidad de resolver con inteligencia el tema del corazón. Después de todo, la doctrina... ¿para qué sirve, si no para hacernos conocedores del camino del bien supremo que nos lleva a ser mejores personas y a donarnos a los demás?  La ley, está constituidas por hombres, hombres inteligentes que saben amoldarlas a las generaciones actuales. Pero el alma humana no tiene fecha de caducidad (yo así lo creo) El Alma humana es esa parte del Ser Supremo que está en continuo estado de permanencia en Éste (seamos conocedores de esa Gracia... o no, la merezcamos... o no) porque el Amor de Dios no hace ascos del pecado o de la torpeza de su creación.  Y ese es el mensaje más importante de todos, el que se debe transmitir y al que toda ley debe servir. Todas las leyes humanas, analizadas y dirigidas con un fin bueno para la humanidad, podrían encerrarse en una sola: Ama a tu prójimo como a ti mismo. A Dios para amarlo primero, haz de conocerlo. Pero a las personas que tienes en tu entorno más cercano... solo debemos detenernos un momento en sus debilidades y mirarnos sin filtros a nosotros mismos. Usar la capacidad de nuestro corazón que es una maquina infalible de caridad si somos capaces de rechazar el egoísmo como barómetro emocional. 

La ética humana esta bien. Puedes ser un buen civil, y cumplir con ella, y ser capaz de vivir según sus leyes... y ser feliz. Ser una gran persona. Y existe una conciencia moral, que también tiene leyes (que pueden gustar más o menos, conocerlas mejor o peor) esas doctrinas, que a mi en cierto modo, algunas me parecen tan retorcidas que cuando no llego a entenderlas me agarro a la que creo la base de todas... Ama a tú prójimo como a ti mismo. 
Creo firmemente que quienes tienen poder para hacer de ellas un modo de comunicación y entendimiento para el bien común, están en el deber de modificarlas y darlas como una madre alimenta a sus hijos... proporcionando alimentos elaborados según las edades y necesidades nutricionales de cada etapa de crecimiento. 

Pero yo, solo soy una bocazas con una cabecita llena de laberintos emocionales, que no me canso de soñar con que se puede vivir mejor. Porque pese al sufrimiento que hay en esta vida y en el mundo, generación tras generación... somos seres creados para la felicidad y para ser amados. 

Cuando escucho a la gente despotricar tanto y sin freno de temas diversos como la religión, la política, los acontecimientos últimos de catástrofes naturales. Pienso en que bestia somos a veces a la hora de dar opiniones y que poco nos paramos a analizar las cosas. Cuando no sabemos de algo, cuando no tenemos capacidad de comprender algo que fácil es culpar a quien tienes al lado. Soltar la mierda a sus espaldas antes que a las propias. El de al lado puede ser tu familia, tu vecino, el alcalde de tu pueblo, los políticos, la iglesia, el papa, y como último recurso la culpa se la echamos hasta a un Dios del que llevamos toda la vida insistiendo en que es un invento del hombre.... pero mejor es culpar a Dios de las desgracias que admitir que uno mismo, no hace nada por cambiar el mundo que nos rodea. Y no digo más. Porque esa es la verdad. Cuando un sistema no funciona, el deber es de los que dirigen, la responsabilidad de llevar a buen fin la cuestión es de todos. La responsabilidad personal, ya nos rijamos ética o moralmente, es de uno mismo, personal e intransferible. 


Comentarios

  1. Respuestas
    1. Te impresionó? Oh :) Creo que en el fondo, independiente a como nos regimos cada individuo, las necesidades del alma son similares y debemos ser ávidos en el modo en que nos relacionamos con otros. El bien común debe ser algo víable y no una simple quimera.
      Abrazo.

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