Han pasado nueve años.

That Kind Of Woman

"Si la vida fuera predecible, dejaría de ser vida, y sería sin sabor" (Eleanor Roosevelt)

Hoy mi Iván a concluido su historial académico de infantil y primaria. Con un acto de graduación y un ágape en el salón de actos del colegio. Ha sido un día agotador porque tuve medico por la mañana y mil carreras para poder llegar a todo. Lucy, su amigo Jesús del insti y yo hemos acompañado a Iván. Pepe se ha quedado con mi padre. Con las últimas carreras salí y me dejé el móvil atrás. Manda huevos. Siempre con el móvil encima, me había molestado hasta en cargarlo y todo antes de tiempo para llevarlo a tope. Jejeje... Pues naaa, se quedó fuera del bolso. 

Y me alegré al darme cuenta ya en el colegio. 
A mi, que tanto me gusta sacar fotos y capturar momentos. Me ha gustado poder volver a sentirlos como lo hacia antes de la era digital. He sacado la mejor fotografía, ninguna máquina puede sacar una imagen tan definida y de calidad. La traigo grabada en mis retinas y archivada en mi cerebro. He vivido cada minuto como si fuera el único.

Luego he dejado a Lucy en el McDonald e Iván se quedó a terminar la fiesta con los compañeros. Y a todo lo que a lo largo del día he podido experimentar (que te lo contaré en otro momento) la anécdota del día ha sido el instante de mayor intensidad que he vivido de todos. Muy al estilo Mento. 

Yo, mi coche, sin prisas, un McFlurry de Oreo chorreando pecado dulce, las ventanillas bajadas (pese a la caló de Sevilla), el viento alborotando los rizos y yo apartándolos de la cara con la misma mano que no soltaba la extraña cucharilla típica de la franquicia. Los últimos rayos de sol haciéndome guiños en las pestañas y de pronto suena en la radio "Hungry Heart" de mi Boss. Subo a máximo volumen y sé justo en ese instante que la vida merece la pena solo por vivir un breve espacio como ese... no necesito más.


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