MARTES 13.

Imagen relacionada


                  Aquí estoy a solas 
                  viviendo mi destiempo 
                  aquí lato y respiro 
                  enmudezco y siento 
                  aquí me exilio 
                  de todo lo que tuve 
                  de todo lo que carezco 
                  aquí junto al abismo fiel 
                  que es todo lo que tengo. 
                              (C)TORO SALVAJE.


Estos días en los cuales tanto se mueve en la sociedad la reivindicación femenina. En que las mujeres salen a las calles pidiendo la igualdad laboral (cuestión con la que estoy de acuerdo) y otras cientos de reivindicaciones con las cuales me identifico, más o menos, dependiendo de mi modo de entender las cosas. Recuerdo mucho a mi madre.

Sin ser una mujer perfecta, era un modelo para mi muy aceptable. Progresista en muchas facetas, avanzada a su época, abierta de miras y clásica para lo realmente importante. Una mujer que supo estar siempre a la altura de las circunstancia (incluidas aquellas veces en que lloró... y se tiró del pelo... y gritó como una posesa superada por los acontecimientos que enfrentaba) ... no era valiente, ni decidida, pero enfrentaba las situaciones de cara. Yo siempre admiré como mujer, más que como hija, esa aptitud de mi madre. Ver sus limitaciones y como a pesar de ellas enfrentó su destino siempre. Era una mujer inteligente en su modo de ver la realidad de las cosas y no dejarse engañar. Una mujer que supo siempre si no entender el porque de las cosas, al menos que tenía que hacer ella y lo intentó hacer siempre lo mejor que supo. Era ante todo una buena madre, porque así quiso desarrollarse como mujer. Independiente a las corrientes feministas actuales  de sus tiempos. A quienes no la conocisteis deciros que mi madre era muy hippie, moderna la calificaban mis amistades. Recuerdo que mis amigas querían tener una madre como la mía. En mi desarrollo personal como individuo y mujer, ella fue un referente de sacrificio, que si bien no entendí en el momento, quedó en mi su impronta como tatuaje en la piel.

Pocos días después de morir mi madre una amiga me dijo una frase que me marcó de un modo especial, por el modo en que yo la experimentaba esos días. Pero ese, era solo el pico del iceberg, una mínima parte visible que ocultaba los kilómetros y kilómetros ocultos bajo el agua. Una roca de hielo inmensa, oculta a los ojos y expandida en la oscuridad del océano. Kilómetros de hielo precipitándose en un abismo de silencios... similar al alma de una mujer.

"Te conviertes en madre realmente cuando pierdes a la tuya".

Yo soy un desastre de madre. Nunca lo he ocultado. Con una paciencia limitada, inconstante. Tan inquieta como mis emociones. Pero eso sí, dando cada día mi vida por ellos. Renunciando a mis sueños, renunciando a mi identidad de mujer por ser simplemente madre. Precipitándome cada día a mis propios abismos y sobreviviendo a todos ellos por los míos. Por seguir siendo para aquellos de quienes me siento responsable. Puede que sea un desastre en el día a día, en fin, después de todo nadie nace enseñado a nada en concreto. Como decía Machado:  "... caminante se hace camino al andar..." Y yo me niego a estar quieta. Camino con mis zapatillas de madre al borde del precipicio cada día, a veces las cambio por un neopreno y me lanzo al vacío de mis ansias de mujer y buceo en mis abismos más oscuros donde el sol nunca alcanza a penetrar. Siempre subo a la superficie, porque la única madre que queda soy yo. De mis hijos, de mi hermana, de mi marido, de mi padre... Realmente te conviertes en madre cuando pierdes a la tuya... cuando sabes reconocerte como tal incluso para aquellos hijos que no has parido. 

Cada mujer es, como individuo creado por amor para la libertad, libre de elegir su propio destino y desarrollarse en él como bien le plazca... siempre y cuando sepa asumir sus responsabilidades y no tirar la toalla a las primeras de cambios. La actualidad en las diferentes generaciones es como las mareas... cambian según soplan los vientos. La profundidad del mar está siempre ahí, donde la luz no alcanzan pero la vida sigue proliferando... constante, eficaz, con un precioso fondo submarino y más allá... a un abismo subacuático al que el conocimiento del hombre no alcanza a descubrir. Esos abismos del alma que solo el individuo conoce y a menudo ni eso, incapaces de precipitarse en ellos se mantienen al borde, sintiendo la fidelidad del vértigo de la precipitación. 

Comentarios

  1. Tú eres una gran persona (con banderita y sin banderita)

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jejeje...
      Bueno... no estoy muy segura de si tener una talla XL te convierte en gran persona.
      Mi tía Esperanza si te leyera te respondería: naa, es regular, regular.

      Eliminar

Publicar un comentario

☝💬 Las palabras liberan a las personas, deja escrito lo que piensas. Se admiten todo tipo de opiniones, consejos y críticas. Luego ya veré si lo publico...
... o no 😉.