CERRANDO PUERTAS.


“Eres responsable para siempre de lo que has domesticado” 
(El Principito de Antoine de Saint Exupéry)

Llevo varios días que al igual que Spiderman me subo por las paredes. Él, porque no tenía más remedio, era el personaje que le había tocado como super héroe, yo... por culpa del estrés. Días conflictivos de sentimientos encontrados y esa sensación extraña de que algo transcendental va a acontecer. Como este último año ha ido todo de culo, esa corazonada me tenía más tensa si cabía posibilidades. Y luego, están ahí todos ellos, personas de las que me siento directamente responsable. Intento controlar las situaciones, los acontecimientos que nos rodean y en la medida de mis posibilidades protegerles a todos, hasta de mi. Me canso, me siento pequeña y desespero. 

Hay quienes me dicen que pida ayuda al espíritu de mi madre... mi pobre madre... Solo le faltaba que ni después de muerta la dejásemos descansar. Jamás, no me sale. Ni siquiera hablo con ella. No puedo permitírmelo, y es una putada teniendo esta habilidad... Pero se que si lo hiciera, no podría controlar mi necesidad de pedir que me llevara ya con ella. Estoy cansada de vivir. Muy cansada de vivir. Aunque cada día me levante echando coraje y me diga a mi misma que tengo que resistir aunque solo sea por mi padre que cada vez está peor. No ando de salud muy bien con el problema de la anemia y la falta de oxigeno en sangre, supongo que eso no me ayuda a elevar mi estado de animo y  supervivencia, se me consume un poco más cada día. Y solo me queda la rabia que le echo y el coraje para seguir adelante. Así que si me ves tensa, si me ves con el carácter violentado y la humildad olvidada en el cajón de la mesilla de noche, no me juzgues. Es que no se hacerlo mejor. Incluso a veces ya me desespero y me rindo y me echo simplemente a morir.

Esta tarde me he venido abajo irremediablemente, por suerte ni mi padre, ni los niños que estaban fuera, me han visto. Pepe entró a la cocina y me pilló en uno de esos momentos que yo desearía que nadie tuviera que verme nunca, pero que también tengo porque soy humana. Al principio pensaba que me había puesto mala, como he mencionado antes, la salud no me acompaña. Y cuando pude decirle aplastada por el remordimiento que estaba cansada de vivir y que ya no podía más... el miedo se disparó en sus ojos. Le temblaba la voz mientras me decía que no dijera eso. Que él no sabría que hacer solo en la vida si yo le faltase. 

La cabeza me dio una punzada tremenda y creí que me iba a desmayar. Un dolor desacerbado en el pecho. Manda huevos... un momento antes deseando irme con mi madre y un instante después pidiendo a Dios que me diera fuerza y que no me lo hubiera tomado en cuenta. Son mi responsabilidad, he de vivir para ellos aunque yo sea una reverendísima mierda. ¿Quién les va a cuidar si yo falto? Mamá me dejó a mi el  cargo... pero yo, yo no tengo a quien. 

Tengo la puerta del alma encajonada, quizás ese sea el problema. Tal vez por eso no encuentro la garra que me falta para dar el portazo a la melancolía y tomar el control de mis emociones. Mi abuela solía decir que las puertas había que dejarlas siempre un poquito entre abiertas o a medio cerrar según la ocasión terciara, pero si había que tomar decisiones irrevocables, cerrar de un buen portazo y echar el cerrojo para siempre. 

Llevo más de un año dejándome morir, quizás simplemente sea que ha llegado el momento de ir cerrando puertas. Y asumir el control de la responsabilidad filial como primer enemigo al que vencer. Mi padre no puede verme así, llevo toda la vida domesticando la adversidad, no puedo permitir que justo ahora me venza. Es un lujo demasiado caro para adquirir a está altura de mi vida, me hipotecaria hasta la ancianidad. Y yo, nunca he querido letras, ni demasiadas posesiones que me esclavizaran a ningún sitio.

Voy a cerrar puertas y no mirar a la cara más que al instante presente y que salga el sol por Antequera. De todos modos, el sol seguirá saliendo nos pille a nosotros de frente o de culo.  

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