SOLEDAD O MELANCOLIA? (diario de una madre imperfecta)





¡Oh, soledad, alegre compañía de los tristes! 

El sueño es alivio de las miserias de los que las tienen despiertas. 
(Miguel De Cervantes)



Anoche me ocurrió algo.
Estábamos en casa todos, jugando a la wii. y llegó la hora de irme a trabajar. Habíamos pasado la tarde fuera con los niños tirando petardos y escuchando a mi padre regañar porque piensa que somos unos padres irresponsables por dejar a los niños jugar con cosas peligrosas. Sí los petardos los son, pero no cuando estas con ellos y los compras de acuerdo a sus edades. Aunque eso no es el tema. El caso es que estaba siendo una tarde familiar muy amena. Y allí estaba yo, vistiéndome y preparándome para irme a trabajar, mientras mi MI. se quedaba en el cajón de los mandos ...

Me invadió una inmensa tristeza. 
Hacía mucho que no me entraba tanta pena para irme al trabajo. Se que soy un desastre en esto de ser madre, irresponsable hasta no poder más. Y envidio a esas madres que parecen siempre tan serenas y sensatas, tan perfectas. Yo sigo perdiendo los nervios, gritando a mis hijos, olvidando darles la merienda y por supuesto dejándome la vida en los vídeo juegos para ser yo quien les gane. Y allí se quedaba Pepe con ellos, perdiendo la partida en el calor de mi salón en ese lugar donde siempre cuando me siento perdida me encuentro. 

Fuera hacia frío, de noche y cuando me subí al coche tuve esa sensación de dèjá vu, iba algo tarde, pero tuve que pararme ante el estremecimiento. En esa misma calle, de noche, con esa penumbra en un coche. Cuantas veces de joven me vi así en ese mismo lugar. Fue como verlas pasar una tras otras durante años. Cuando era joven y llegaba a casa temprano después de salir porque la noche no había ido bien, o cuando me marchaba a las fiestas ... Todas tenían en común algo, la soledad. Siempre fui un alma solitaria. No importaba a donde fuera, con quien quedara o de donde viniera y a quien hubiese dejado atrás, siempre independiente, a mi ritmo, yo. Volvía a sentirme así.

Me daba miedo la soledad. Pensar en el futuro, en envejecer y estar sola. Y pese a ello, nunca quise casarme. No quería formar una familia como otras de mis amigas. Yo siempre quise ser un free spirit.
Quizás porque me he conocido de siempre muy bien y he sabido que nunca me adaptaría al 100% a esa faceta, la que ahora tengo. Soy una esposa pésima. No me doblego jamás, y posiblemente si no hubiese dado con Pepe, otro hombre no me habría aguantado con mi carácter impulsivo, fuerte y más veces de las necesarias prepotente. Yo nací para estar sola, No se vivir al ritmo de los demás. Lo intento cada día pero la realidad, la mía es que mi espíritu interior es solitario. No se explicarme, pero necesito la soledad. Es como ser un pez e intentar vivir fuera del agua. O estar dentro de una pecera, nunca seria como vivir en un río o en el mar abierto.

Mientras conducía hacia mi trabajo por las calles ya adornadas para la Navidad, seguía con esa extraña sensación. Recordando momentos vividos en aquellas calles cuando siendo yo mi vida, era muy diferente y se mezclaban con los recuerdos de Pepe, mi vida en común con él, con mis hijos. Mi relación con Dios. La experiencia de la fe vivida. Somos lo que elegimos. El destino sigue el curso de su propio estado. Y cada uno elige dentro de ese estado como vividlo. Estos meses atrás mi matrimonio parece estar estancado, como todo lo que es mi vida. Toda yo me he sentido estancada en un ritmo desacorde al que yo creo que ha de ser. Pasando días por alto. Viviendo solo para trabajar, ganar dinero, llevarlo a casa y viendo a mis hijos crecer como único aliciente de mi vida. Y el miedo me ha paralizado, he entrado en pánico en más de una ocasión porque nunca he querido eso para mi. Era lo que más miedo me ha dado siempre. Tener una familia y no sentirme libre dentro de ella, si no encasillada en un ir por una acequia de la que no poder sacar los pies. Imagino que solo son etapas y que pasan. Y que a todos en mayor o menor medida nos ha pasado. Que hemos anhelado esos tiempos que al recordar siempre nos han parecido mejores o esos que nunca se llegaron a realizar y que la duda de lo nunca experimentado se convierte en dulce tentación. Y con esos pensamientos en mi cabeza. Sin saber si lo que sentía era soledad o solo un vestigio de ella... Llegué a mi trabajo.


Allí, la encontré de frente. La Soledad con nombre propio y apellidos, invadiendo toda una vida de más de noventa años, un salón, una casa... Porque desde la misma puerta de la calle podía sentir el sonido de su música. La soledad tiene diferentes bandas sonoras. Ella estaba llorando, gritando y cuando entré y llegué hasta ella se me abrazo como nunca nadie me ha abrazado con una desesperación brutal y el llanto no me dejaba que la entendiera. Cuando dejó de llorar entendí que me decía que no la dejara sola. Llevaba así toda la tarde. Fue como recibir una lección de vida sintetizada en un minuto. Y comprendí que el dolor que me ocasiona mi propia falta de libertad, no tiene ni comparación a eso que estaba experimentando en ella en ese instante.

Llenar el espacio de tu soledad, requiere tiempo, sacrificios y una renuncia constante de uno mismo que quizás no siempre me sienta a la altura de llevar. No soy perfecta, por fortuna soy un desastre, y he aprendido a llenar esos espacios de soledad que no me invaden del todo con las mejores elecciones. Y no estoy dispuesta a dejarme llevar por la melancolía. Puedo lidiar con lo primero, con lo segundo no, la melancolía es el resultado de no saber como afrontar ciertos espacios de soledad y es un lujo que no puedo permitirme.





Comentarios

  1. Un abrazo fraterno Mento. Si, lo dices bien, son etapas. A veces me olvido que sigo creciendo, y que somos fragiles criaturas...incluso con 90 años. Un abrazo y mis oraciones para esas noches. Cusnto bien haces. Estamos acompañadas.

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    1. Maite, cuido a una señora de 98 años por las noches y es mi princesa. En una etapa de crecimiento hacia el salto final a la vida del espíritu. Nunca dejamos de crecer, eso es lo mejor de ser niños siempre. Porque para Dios somos sus pequeños, sus niños, no lo olvides. Me alegra saber que puedo contar contigo y tus oraciones. Mi Ana que así se llama la abuelita que cuido está malita estos dias. Te ruego que la tengas muy presente. Yo te tendré a ti a partir de ahora también amiga.
      Un beso grandote.

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  2. Sacramento, qué artículo tan sentido y tan visceral! Tan auténtico. Es la primera vez que te leo y no puedo dejar de percibir que por un lado buscas estar sola, que aprecias tu soledad y por el otro te causa un poco de angustia a futuro. Eso también me pasa un poco a mí, es natural porque siempre desde la propia sociedad nos dicen que no es bueno estar solo, que somos seres sociales, etc.
    Sin embargo me parece que uno puede ser perfectamente libre sin por eso estar siempre solo o elegir serlo. Son cosas diferentes. Pero tampoco veo mal que uno sea un poco como el lobo estepario.
    Algo que dijiste me pareció importantísimo: "Somos lo que elegimos" y es cierto! Si te repites que eres un desastre pues siempre lo serás!. Yo también a veces les grito a mis hijos y se me pasa la hora de la merienda o el almuerzo, también en ese sentido me he sentido un desastre, como madre y como esposa, pero trato de mejorar a la vez de no flagelarme porque eso me deprime. Si he de ser un desastre en una cosa, sé que también tengo miles de cosas buenas en otras. Sé que mis hijos, por ejemplo, siempre tendrán a su madre lo más presente posible, lista para escucharlos cuando necesiten hablar, que siempre los elegirá por sobre todo. Lo mismo mi marido, sí es cierto, puede que también nosotros estamos estancados, es natural cuando llevas unos 13 años conviviendo (tampoco nos hemos casado); pero he decidido en ese aspecto no pedir todo del otro. Intento que eso que quisiera que nazca de él, aportarlo yo. Cuando me siento mal por algo, me decidí a sentarme y hablarlo con él... al menos un poco por aquello de quien avisa no traiciona y en una pareja las cosas son de a dos.
    Uff es que esto da para tanta tela no? Pero no quiero aburrirte, solo mostrarte mi apoyo.
    Un abrazo enorme.

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    1. Hola Paula, siempre, siempre somos lo que elegimos. Es nuestro mayor tesoro, la libertad. El regalo más grande que Dios no ha hecho. Lo que pasa es que muchos aún no lo han descubierto. Y lo harán cuando ya sea demasiado tarde.
      Yo elegí renunciar a la vida que llevaba de libertad por amor a Jesucristo y opté mi vocación por el matrimonio. Puede que sea un desastre, lo reconozco, pero aprendo mucho cada día dentro del lugar que me ha tocado ocupar como esposa y madre dentro de mi familia.
      Cada vocación tiene sus cosillas buenas y sus sacrificios. Pero todo nos lleva siempre en la misma dirección, el conocimiento de Aquel que por amor nos ha creado en total libertal.
      Gracias por tu comentario, y no te preocupes por que sea extenso. Las palabras liberan a las personas, siempre, eso es lo bueno de estos espacios, que se crea un ámbito social de relax donde poder cada uno exponer y compartir sus puntos de vista. Y ayudar con ello a enriquecer a los demás.
      Un abrazo y bienvenida a mi pequeño rincón de la blogosfera.

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