VIENTOS NUEVOS.

Una relación sin confianza, ¿qué clase de relación es?



Y no se nace con la confianza de serie, es algo que se va aprendiendo y no sin arriesgar.


Yo soy de esas personas que pese a creer en la buena voluntad de los demás hasta que no me demuestran lo contrario, en el fondo, tengo un grave problema de confianza por que soy incapaz de creer en nadie por delante de mi. Vamos, que la prepotencia me hace confiar antes en mis fuerzas que en cualquier otro. Y desgraciadamente en ese otro también va incluido Dios. 

Contado así parece algo hasta normal, ¿quién no tiene dudas? la libertad trae consigo el poder elegir y cagarla como Adán y Eva, creer que se puede ser igual, superior, valerse por uno mismo...
En el día a día de la fe es una batalla en toda regla, y después de todo, doy gracias a Dios por mi prepotencia y por hacerme consciente de ella, sin ella, no vería más allá de mis narices y jamás descubriría que hay Alguien superior y que me lleva hacia adelante en su infinita misericordia aún cuando yo me enaltezco de ser quien camina.

Corren vientos nuevos por mi vida, favorables para mi, me recuerda mi ángel de la guarda. Me dice que pese a ser tiempos de crisis y que en casa no hemos tenido otros como estos de austeridad, son los mejores que hemos vivido. La verdad es que cuesta aceptarlo. Pero imagino que como siempre tendrá razón y que cuando pasen, me daré cuenta de cuanta razón tenia. Pese a todo, no es fácil depositar la confianza en otro, aunque ese otro sea mi Padre. Puede que esto que escribo te escandalice, pero es lo que siento, pesé al camino andado, caminar con la confianza puesta en Dios no es fácil para mi, es una lucha constante, diaria, donde si bajo la guardia siento que puedo jugármela toda a una sola baza. 

Siempre he creído que lo podía todo, en mis posibilidades laborales he sido muy luchadora, nunca he estado parada y he presumido de ser capaz de trabajar en todo lo que se me ha planteado como un reto. Y caí enferma. La enfermedad me ha tenido en los últimos años fuera de juego y aunque me costó comprender, llegó el momento en que Dios me permitió ver que sin hacer uso de ella, yo jamás habría percatado en su presencia. Pero toda relación necesita ir a más llegado el momento. Y si no hay confianza por las dos partes, difícilmente la relación puede ir a madurar. La relación entre Dios y yo comienza a llegar a ese punto en que yo he de confiar más en él y dejar a un lado mis inseguridades, pero repito, no es fácil. 
Jamás he sido capaz de tirarme hacia atrás en los brazos de nadie, ni de pequeña, ni en mi adolescencia, ni ahora, sencillamente no puedo. Y Dios lo sabe.

Dice mi ángel que por ello permite en mi vida circunstancias como la que ahora vivimos de paro Pepe y yo. Comienzan a ser tiempos difíciles en casa, sin embargo, no deja de recalcar mi ángel que yo sabía que algo así debería de llegar porque necesito pruebas palpables, algo que me ayude a ser capaz de confiar, de dejarme caer hacia atrás en una caída definitiva y confiada que me recuerde el resto de mi vida que si hay Alguien que está detrás para recogerme. Y me da una rabia que me lo diga, se que es una aptitud algo infantil y de esas de pataletas mías, pero si me da tanto coraje es porque se que es verdad.

He pasado una noche de perros entre la dichosa gripe y el "comeero" de coco que he tenido pensando en una conversación al respecto que tuvimos anoche Pepe y yo. Estuvo contándome lo que el padre Ignacio le había estado hablando después de confesarse y claro, coincidía con todas esas conversaciones que mi ángel y yo tenemos y que a mi a veces me hacen entrar en un estado de enfado que por fortuna para mí, mi ángel no toma en cuenta. Y para rematar la faena esta mañana al despertar, en las oraciones de los laudes me encuentro esto. 

Himno: DEJADO YA EL DESCANSO DE LA NOCHE
Dejado ya el descanso de la noche,
despierto en la alegría de tu amor,
concédeme tu luz que me ilumine
como ilumina el sol.

No sé lo que será del nuevo día
que entre luces y sombras viviré,
pero sé que, si tú vienes conmigo,
no fallará mi fe.

Tal vez me esperen horas de desierto
amargas y sedientas, mas yo sé
que, si vienes conmigo de camino,
jamás yo tendré sed.

Concédeme vivir esta jornada
en paz con mis hermanos y mi Dios,
al sentarnos los dos para la cena,
párteme el pan, Señor.

Recibe, Padre santo, nuestro ruego,
acoge por tu Hijo la oración
que fluye del Espíritu en el alma
que sabe de tu amor. Amén.

Y detrás seguidamente puedo escuchar esa risilla de mi ángel que tan bien distingo y que una vez más me recuerda que está para ayudar y que trae el mensaje de Aquel que si ha puesto su confianza en sus creaturas. 
Eso me desarma.
Y me hace desear ser como Él me imaginó antes de crearme.

Comentarios

  1. ...sin palabras me dejas.

    Dios te bendiga y un cariñoso saludo amiga mia.

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  2. Je,je... ya sabes, esos brotes de sinceridad que me dan y escribo sin pensar. Sólo espero no escandalizar a nadie, pero jolin, es que es difícil esta lucha.
    También amiga te bendiga Dios y a los tuyos.

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  3. Yo no me escandalizo porque creo firmemente que en cuanto reconoces lo que te pasa ya has dado el primer paso para ese "dejarte caer de espaldas" en Dios que tanto miedo te da.
    Tenemos mucho que aprender de ti.
    Un beso grande, Mento.
    Bonita reforma del blog.

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    1. Gracias Mili, aunque soy yo quien está aprendiendo mucho de vosotros desde que estoy en la blogosfera.
      un beso guapa.

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  4. Querida Mento, a mi lejos de escandalizarme me encanta tu franqueza y facilidad para expresar lo que piensas, lo que vives y lo que sientes!!! es una maravilla que el Señor te dé no sólo esa capacidad sino la fuerza para expresarlo abiertamente y compartirlo. Creo Mento que a veces hace falta que haya más personas hablando con total sinceridad de una realidad que se vive cuando se camina por el camino de la fe. Gracias de corazón, a mi me ayuda tu compartir. Paz y bien.

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    1. Juliette, a veces la sinceridad nos mete en cada lio, a mi me pasa. Pero, cuando se trata de cosas que tienen que ver con la fe, yo prefiero arriesgar y contarlo tal como lo siento, precisamente por eso que dices. Porque la sinceridad y el testimonio de otros a mi me ha salvado en muchas ocasiones, así que poder contar lo que vivo es un modo de agradecer lo que recibo.
      Un abrazo.

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