Ondeando.

Volando con Familia®

Así me siento, ondeando como una frágil cometa entra las corrientes de un viento que la mantiene muy arriba.
Sin miedo a caer, al menos en este justo momento.
Sin prisas.
Me mantengo suspendida y espero ver que sucederá.

     Te decía en mi último pots que llegaban vientos nuevos a mi vida. Y en cada ráfaga voy aprendiendo.  El martes fue como sentirme arrastrada por un huracán mientras me diriguia a la parroquia del barrio. Un camino tantas veces realizado y nunca tan cuesta arriba como lo sentí esa tarde. Y no porque me levantéde la cama con un gripazo de muerte para ir, no, el motivo era otro, este que quiero compartirte por si te sirve.

     Es la primera vez que me he visto en una de estas y no es fácil contarlo, yo siempre he estado en el otro lado, en el que ayuda, en el que da. Dios que me conoce y sabe de mi arrogancia, ha querido que experimente el otro lado de la caridad, el que está en quien pide, en quien recibe y en quien se ve, aunque sea obligado por las circunstancia a experimentarlo. Como soy orgullosa me cuesta reconocerlo, pero en el fondo me alegra el poder estar viviendo esta experiencia, porque se que voy  conocer otra cara de la realidad que vista desde mi ombligo no podría ver nunca.

   El martes fui por primera vez a Caritas a pedir ayuda. En la parroquia de mi barrio cada martes se reparten las bolsas de alimentos básicos para más de cuarenta familias que hemos sido apuntadas. Y digo hemos porque la semana pasada tuve que ir a pedir formar parte de esa lista. Mientras caminaba el corazón se me comprimía, pensaba en un montón de tonterías que tienen que ver con el orgullo herido de verte en tal situación. Estoy hecha de una pasta de prepotencia de la dureza del hormigón y era como tener un compresor golpeando mi ego. Ni me hables. Le dije a mi ángel mientras le sentía a mi lado. Mi orgullo herido no estaba para catequesis, ni consejos, ni para amigos. Lo único que quería era llegar, y pasar lo más rápido ese trance. Y entonces le escuche a Él. 
    
 Él no cumple ordenes de nadie, habla por propia autoridad, no como mi ángel. Y es imposible no escucharle cuando te habla.
Me sentí tan ridícula y tan imbécil, mientras le escuchaba decir que no estaba enfocando bien la realidad y que era un regalo poder vivir esta etapa de mi vida y compartir con otros la realidad del momento. Déjate querer, deja que yo me encargue de ti. 
Pasé a sentirme infinitamente mujer, en un estado de mi naturaleza que solo me siento con Él. No se como explicar ese modo de sentirme, tan especial, sin tener que fingir algo que no soy, sin tener que esforzarme, sin tener que luchar, dejándome llevar.
     
     Cuando crucé la reja del jardín de la Parroquia había pasado de pensar que no era un plato de buen gusto el tener que ponerme con otras personas en una cola para pedir alimentos, a sentirme la persona más afortunada por estar allí en ese justo momento. Fue diferente a todo lo que antes había imaginado. No sentí vergüenza, no me sentí mal porque me conocieran. La mayoría son conocidos y algunos agacharon la cabeza al cruzarnos, imagino que se sentirían como me sentía yo unos momentos antes. Ahora tengo conocimiento de otros que están pasándolo mal y eso es bueno porque los tengo ahora en mis intenciones de oración frente al Señor. 
    
    Cuando volvía a casa aún sentía a mi ángel en silencio a mi lado. Es un consuelo saber que siempre está, aún cuando me porto como una imbécil. Me disculpé. Me sonrió y me hizo saber que le gusta ser participe de mi historia.

Comentarios


  1. Mento te admiro, cada día descubro lo mucho que vales, lo que el Señor hace en tu vida, lo mucho que te AMA, y lo mucho que tu también le amas, eres todo un ejemplo tu y tu familia. ¡Adelante con tu Ángel , con El lo puedes todo!
    La crisis nos está afectando a todos hasta vivir pobremente.¡Bendito sea Dios. Un abrazo fuerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las crisis nos salvan Marian, porque en ellas necesitamos ser rescatados y es más fácil ver la acción de Dios. Incluso la crisis económica es un arma benefactora para nuestro espíritu, yo al menos así lo estoy experimentando. Sin Dios conmigo no valdría nada, te lo digo de verdad, seria alguien medio buenesita tirando pa mala. Pero Él me hace sentir tan querida, tan especial, que por fuerza me empuja a desear ser mejor persona, pero es eso lo que se llega a los demás, el efecto de lo mucho que nos ama nuestro Creador.
      Un abrazo.

      Eliminar
  2. Yo te digo que eres inmensamente afortunada Mento y yo siento realmente envidia de esa Fé tan grande que tienes...vamos que no te llego ni a la suela de los zapatos.

    Dios te bendiga amiga mia. <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay Campanilla, te equivocas, no puedo evitar sonreír mientras te leo. A veces no vemos la verdadera posición que llevamos en la carrera.
      Mira, recuerda una cosa siempre, cuando uno corre en una maratón a lo largo del camino pierde en muchas ocasiones la noción de distancia he intenta recuperarla tomando referencias de lo que nos rodea, incluyendo la posición de los otros. Eso puede ayudar pero solo cuando cruzamos la meta afianzamos la posición.
      Tú me llevas ventajas en muchas cosas que conozco en ti, y lo mismo podría decirte yo, suerte la nuestra que Dios nos permite cruzarnos y correr juntas hacia Él.
      Un beso guapa.

      Eliminar
  3. OOOOOHHHHH!!!! MENTO, DIOS NOS ENSEÑA MUCHAS COSAS.
    BENDICIONES!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y tantas que nos enseña y suerte que nos permite aprender :D
      Un beso guapa.

      Eliminar

Publicar un comentario

☝💬 Las palabras liberan a las personas, deja escrito lo que piensas. Se admiten todo tipo de opiniones, consejos y críticas. Luego ya veré si lo publico...
... o no 😉.