DE VUELTA.

Foto
Edvard Munch

A veces el dolor y el sufrimiento hacen trinchera frente a nuestras puertas y nos toman como blanco de sus embestidas con el único propósito de abatir nuestra esperanza y hacernos caer en la desesperación, en la apatía. En ese abismo desde el cual uno ha de comenzar el difícil reto de levantarse de nuevo con la sensación de no tener fuerzas para ello.
Hay ocasiones en las que nuestras puertas se blindan con la fe y son in abatibles. Pero si algo tiene este enemigo de la fe es que no tiene prisa, acecha, a veces como quien no está o existe. Y a la primera oportunidad que ver una pequeña rendija, se nos cuela con una violencia brutal que no siempre podemos parar. A veces por más que queramos, nos abate y nos derriba y desde abajo que diferente se ve todo. Esa es su ventaja y sabe como aprovecharse.

Pero tú y yo tenemos un aliado en esta batalla, una compañera de trinchera, la fe. Puede que sea pequeñísima, más incluso que ese pequeño grano de mostaza del que nos hable la biblia. Pero el regalo de la fe lleva un sello inscrito, posee una garantía...  la de la experiencia. 

Si te has sentido alguna vez amado por Dios, por muy breve o leve que haya podido ser esa experiencia, la tienes. Todo lo que uno experimenta a lo largo de su vida queda marcado, eso es lo que nos va haciendo crecer en sabiduría,  las experiencias de la vida se componen de todos esos momentos que vamos viviendo y sacando conclusiones de ellos.  

Con la fe pasa algo parecido. Una vez que se entrega, una vez que la experimentas, por muy pequeña que sea la porción recibida, te hace sentir el amor de Dios, te ayuda a comprender quien eres y para que has sido creado. Con un acontecimiento exclusivo llega a tu vida y de esa experiencia ya nadie te puede arrancar. Es eso lo que hace a lo largo del combate recuperar fuerzas aún cuando uno cree que ya lo tiene todo perdido. Basta mirar un momento atrás y aprender de ese instante en que descubriste el amor de Dios. Esa experiencia vivida, con ese acontecimiento tan marcando en tu vida, es como el estandarte, como la bandera en la batalla, con solo verlo recuperas aliento para seguir y que se mantenga ondeante en alza.

Estos días yo me siento un poco así. Herida de tristeza. Tener a mi hombre en casa me hace ser consciente de lo mucho que le necesitamos, tanto los niños como yo. Me descubre que cada vez menos soy esa mujer independiente  que huía del compromiso, de la dependencia, que no quería contar con nadie y que tampoco necesitaba a nadie. Ahora soy otra mujer muy diferente pese a ser la misma. Y la realidad de mi familia, la ausencia en nuestra casa y en nuestros días de Pepe me hace plantearme muchas preguntas que más que ayudar dinamitan mi fuerza interior, dinamitan mi fe, y amenaza con abrir fisuras en el bloque solido que debe ser toda familia. 

He sido llamada a mi vocación de esposa y madre. Una de mis prioridades es mantener unida a mi familia como pilar sólido en medio de esta sociedad tan desvalorizada y donde la familia tradicional es como un espécimen en fase de extinción. Casi todo lo que rodea a las familias es amenazador. Desde la dichosa crisis hasta la última de las leyes que imponen en nuestra culturas tan modernizadas. Pasando por todas esas cosas que ya conocemos todos que debilitan a las parejas y alejan la confianza y la complicidad de los padres con los hijos y viceversa.

Como decía al principio de la entrada, ando herida como de muerte por la embestida que la distancia me ha dado. Cuando el lunes llevaba al aeropuerto a Pepe sentía que la vida se me iba con él a cada minuto que se aproximaba el momento de la despedida. Mientras circulábamos por la autovía Pepe le hablaba a mi primo Carlos que venia con nosotros, sobre lo duro de estar separado de la familia y yo que iba atrás, me enjugaba las lagrimas intentando que no se notara. En ese momento Pepe dijo algo que me catapultó a tres años atrás en mi pasado con una violencia devastadora y que me enfrentó a un momento en mi vida en que veía con total claridad la mano de Dios en nuestra familia. Fue cuando Pepe se quedó parado y solo yo trabajaba. Recuerdo sentir el amor de Dios en aquel acontecimiento que nadie comprendía a nuestro alrededor. Pepe dejaba un puesto de trabajo fijo para atender a los niños y dedicarles más tiempo. Cosa que yo como madre no supe enfrentar porque daba demasiado valor a mi trabajo. En aquel gesto de Pepe aprendí cual era como padres nuestras prioridad, antes de dar un futuro a nuestro hijos, y era el darles un presente con al menos uno de sus progenitores en casa a su total disposición. Cuando en el coche escuché a Pepe decir a mi primo: "Los dos años que he estado parado en mi casa han sido los mejores de mi vida. Porque pude atender a mis hijos y estuve con ellos en el colegio, asistiendo a las excursiones, a las actividades y estuve en casa todo el tiempo encargándome de las cosas de la casa y de ellos."
Escucharle decirlo fue como volver a sentir ese impulso de vida dentro de mi de aquellos días en que me sentía tan afortunada de tener a Pepe en casa disfrutando de una experiencia como padre que no todos los papás pueden vivir con sus hijos pequeños por culpa de la vida laboral.  Experiencias como esa es la que hoy me hace aguantar frente a las embestidas de la tristeza, de la distancia, de necesitar a mi esposo a mi lado y de afrontar cada día con él en la distancia.

Estoy de vuelta, sí, herida pero en absoluto muerta. Porque soy una de esas afortunadas personas que pese a sufrir como el resto de todo hijo de vecino, tengo la gran fortuna de haber experimentado la misericordia de Dios para conmigo. De poder experimentar su amor incluso en las cosas que me hacen sufrir y que por mi forma de ser me quitan la vida.
 Doy gracias a Dios no solo por estos tres días que nos ha regalado de estar en familia, también por permitir el dolor de la separación. Esta situación de distancia que con el tiempo pasará a formar parte de esos momentos de experiencias que enriquecen nuestro conocimiento del amor de Dios y de descubrir la providencia de un Padre Omnipotente que todo lo puede y lo permite por y con amor.


Comentarios

  1. Ay Mento, la vida es lucha y sólo a la hora de morir dejaremos de luchar. Tú vas por buen camino y el Señor lo sabe, por eso te da fuerzas cuando crees que ya no te quedan

    Muchos besitos y ¡¡arriba!1

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuanta razón Mili...Luchar, eso es lo que nos queda. A veces como en mi caso presente contra nosotros mismos. Y casi siempre en favor del evangelio y del anuncio recibido. No es fácil el camino del calvario, aunque el fin sea la resurrección, no es fácil, pero merece bien la pena.
      Yo es que soy muy brutamonte y tengo la cabeza como un adoquin pero computarizado, todo lo paso por la razón y eso es malo cuando la batalla tiene la fe como fin. las cosas del alma poco casan con nuestra forma de entender, por lo menos como yo suelo razonar así que aquí estoy...luchando.
      Un beso guapa.

      Eliminar
  2. Buenos días Mento. Con esa fe estás más viva que nunca. Supo sacar un bien del Paro, me parece algo divino.Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ey Nip ¿qué pasa? Sí, creo que viva es la palabra, de estar muerta no tendría estas tribulaciones. Supongo que la vida del espíritu puede que se parezca a un parto. El embarazo, ese tiempo de preparación y el acontecimiento de nacer suele acompañarse de dolores e inquietudes y hace falta sufrir un largo rato antes de nacer a este vida.
      Yo aprendí mucho de aquella experiencia, yo no fui capaz de dejar mi trabajo y vi un gesto muy valiente y muy caritativo hacia nosotros por parte de Pepe. eso me zarandeó todos los cimientos de mi lógica. Y encima verle lo feliz que fue en esa etapa, Dios escribe con una caligrafía diferente en nuestras vidas y cuando lo descubres es... Imposible no quedar cautivado por muy dura que una tenga la cabeza.
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. No me gusta leerte así Mento :(

    Un cariñoso saludo amiga mia y ánimo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy bien Belén, así que arriba esa :)
      Lo único que me pasa es que tengo que vencer esta tendencia a ir siempre por delante. Esa es mi batalla más dura amiga. No se estarme quieta, no se esperar, no dejo a Dios actuar porque aún me creo que puedo hacerlo sola o mejor. Se que es una barbaridad lo que digo, pero lamentablemente es la verdad. Por eso tengo tanta lucha interior. Por eso caigo en tristeza y por eso me vengo abajo. Pero no es más que la resistencia que hace ese hombre viejo, prepotente en mi caso, que no quiere ser vencido. Como dice Militos más arriba esto es para luchar hasta el ultimo día. Yo espero con ayuda del Espíritu Santo ir cambiando y que la batalla no se estanque siempre en lo mismo. Porque de verdad tengo necesidad de cambiar y ser como se que debo ser y no como una aparenta.
      Un abrazo amiga ;)

      Eliminar
  4. De todo El saca un bien mayor, mis oraciones para tu combate de hoy Mento...que bien te veo y que bien conoces al del rabo! Animo somos unas priveliadas y animaté que tu Pepe te necesita asi contenta y valiente. un beso y sigue confiando.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Soy una persona que vive siempre con un mundo interior bastante atormentado. Pero de no ser así Lah, nunca hubiese experimentado el Amor. He llegado a sentirme tan desesperada que he pedido, he exigido una señal a Dios. Algo a lo que agarrarme porque era tal mi desesperación que si no obtenía algo fiable no podría seguir. Me dijo que le pidiera algo en nombre de Jesucristo y así lo hice y se me concedió. Y desde entonces hay alguien muy pesado con un rabo que utiliza para poner zancadillas que no para de jorobar para hacerme creer que Jesucristo no existe. Que tio más "pesao". La experiencia del acontecimiento que yo vivi, el mar que se abrió ante mis ojos en nombre de Jesucristo es algo que ya nadie puede quitarme. Aunque mis días sean de luchas interminables y me desinfle y me venga abajo. No se si lo merezco y tampoco si estoy o estaré a la altura de lo que se espera de mi, pero algo tengo muy claro y es que Él siempre está y estará conmigo hasta el fin de los días, aún cuando yo ni siquiera pueda sentirle. Creo que porque se esto, el tio del rabo es tan "pesao" conmigo y no para de dar la vara para confundirme y que admita que estoy equivocada al respecto. La lleva clara.
      Un abrazo amiga.

      Eliminar
  5. Mento, perdona la franqueza, pero me has dejado de piedra. Al comenzar pensaba que el escrito no era tuyo, que citabas algún libro. Desde ahora no te admito ningún ataque de modestia en plan "yo, que soy un poco palurda".

    Un abrazo (y a ver cuándo un video de Loquillo)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay que gracia tienes.
      Tú no te imaginas lo palurdilla que soy, como dicen por acá: No tengo más que "fachá".
      Se me da bien expresar lo que llevo dentro, eso es todo. Siempre he tenido facilidad para convertir en palabras los sentimientos. Y para entender los ajenos. Pero hubo un día en que deje de hablar así porque la gente comenzaba a decir que me había tomado un valium espiritual. También hubo quien preguntó si había salido de una novela. Y comienzas a sentirte un poco rarita. Con los años comienzas a pasar y ya te da igual lo que opinen los demás. pero te aseguro que soy una gran ignorante de cosas que me gustaria saber más. Con decirte que mi hija está en cuarto y yo ya en muchas cosas del cole no puedo ayudarla porque sabe más que yo. Me da vergüenza reconocerlo, pero es la verdad. He intento que ella no se quede estancanda en los estudios como me quedé yo cuando realmente era mi tiempo para ello.
      Claro que el comentario viniendo de un escritor que ademas me gusta mucho como escribe(esto sin peloteos) pues me alegra, se agradece y hasta me atrevo a decir que me sube la moral y la autoestima.
      Entre el comentario que Pepe a dejado en g+ sobre esta entrada y este tuyo, bueno dejando la modestia aparte, je,je, me habéis alegrado el día. ;)
      Un abrazo.

      Eliminar
  6. ¡Hola Mento!
    Me alegra tu regreso!!
    Bienvenida!!
    DTB!!
    SLUDOTES!!
    BSSS!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias María, lo sé.
      Estoy por aquí, lo único que pasa es que los niños ya con los deberes y luego con lo largas que se hacen ya las tarde dentro de casa me necesitan más. Por eso tengo menos tiempo para pasar en la red. Me gustó mucho tu entrada y me dio un buena sacudida para meditar.
      Besitos amiga.

      Eliminar
  7. Que esa Fe nos siga acompañando siempre mientras recordamos las palabras de Juan Pablo II: "No tengáis miedo". Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
    http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay Pepe amigo. Has dado en el clavo, esa frase es el timón de mi vida. Yo soy una persona muy insegura aunque aparento todo lo contrario. Y cuando siento que no puedo afrontar el momento siempre oigo en mi cabeza esa vocecita de mi querido papa que me dice: no tengas miedo de abrir tus puertas de par en par en a Jesucristo. Ese no tengais miedo nos salva a muchos cada dia.
      Un abrazo, saludos a esa Tertulia Cofrade y a tod@s l@s amig@as que la frecuentan.

      Eliminar
  8. Yo tambien por trabajo tuve que retirarme un poco, pero ya estoy aqui de nuevo. Recuerda Mento LOS CAMINOS TORCIDOS DE DIOS, todo nos lleva siempre hacia algo mejor, debemos tener FE Y CONFIAR EN EL. Besos. Martha.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que alegría me da saber de ti, no podía entrar en tu blog y estaba preocupada, no sabia nada de ti.
      Tienes razón, Dios nunca se equivoca por muy rarito que a nosotros nos parezcan sus planes.
      Un beso guapa.

      Eliminar

Publicar un comentario

☝💬 Las palabras liberan a las personas, deja escrito lo que piensas. Se admiten todo tipo de opiniones, consejos y críticas. Luego ya veré si lo publico...
... o no 😉.