15 AÑOS DESPUÉS.

    

      Volvía de la JMJ. de París aliviada de haber encontrado respuesta a mi pregunta. Paramos en Zaragoza, en el Pilar, yo no había estado nunca. Quizá por eso recibí con alegría el comentario que uno de los catequistas nos hizo en el bus, mientras este paraba en la calle que separa el Ebro de la Basílica del Pilar. Nos dijo que no olvidásemos a los que visitábamos por primera vez a la Pilarica pedirle los tres deseos, que según la leyenda popular concede a todo peregrino que va por primera vez.
Aquello era un estambre de juventud, no cabía un alfiler de jóvenes que como nosotros aprovechaban el paso de regreso a sus ciudades para hacer la visita. Entre el barullo y la multitud me halle dentro y la vi, recuerdo que me emocioné al verla tan pequeñita y le pedí tres cosas.
  1. Que mis padres nunca se separasen y mi familia estuviese siempre unida. Por aquella época mis padres tenían muchas diferencias y ya no las ocultaban en mi presencia, cosa que a mi me preocupaba por mi falta de experiencia entonces en lo que es una relación bien cimentada de pareja.
  2. Que nunca me faltase el trabajo. Solo a alguien tan prepotente como a mi y con tan mala salud se le ocurriría pedir trabajo en vez de salud, pero así soy yo. Para mi el trabajo siempre ha sido lo primero desde que con dieciseis años empecé fregando platos en la cocina de un bar.
  3. Que puesto que su Hijo me había concedido entender en aquel encuentro que mi vocación era la del matrimonio, Ella me ayudase a encontrar un buen hombre por quien perdiera la cabeza y le amara hasta tal punto que pudiese olvidarme de mi misma. Hasta entonces ninguno de los hombres con quienes me había relacionado me habían hecho sentir algo como para que yo le pusiera por delante de mi.
     Un año después conocí a Pepe. Al principio pensé que me había vuelto loca. Porque él no me correspondía y yo utilice todas mis armas de mujer por conseguir que se enamorase de mi. Cuando no pude seguir, pedí a Dios con todas mis fuerzas que me concediera su amor y cuando comprendí que no podía obligar a Dios a hacer mi voluntad, volví a pedir con todas mis fuerzas olvidarme de él. (Seguía queriendo imponer mi voluntad) Me costó dos largos años de frustración y muchas lagrimas entenderlo, porque incluso llegue a pensar que me había obsesionado con esa historia. No comprendí que era mi cruz del momento hasta que no me vi en el suelo con ella aplastándome. Entonces pedí a Dios que me ayudase a entender y ha aceptar su voluntad y a penas unas semanas más tarde Pepe se me declaraba sin que yo hubiese tenido que hacer nada más.


     Cuando el viernes el autobús paraba en el mismo lugar de entonces, fui yo la que alcé la voz y anuncié lo de los tres deseos de la Pilarica. Y algo más, que si la Virgen te lo concedía no olvidasen la próxima vez que visitaran a la Pilarica agradecerlo.
     Casualidad... 
     No, ya sabes que yo no creo en la casualidad.
     No tenia intención de viajar, ni posibilidades de tener este año vacaciones, pero allí estaba. Quince años después, en el décimo aniversario de bodas. Con mi madre, que aún sigue al lado de mi viejo, aunque este sea un cascarrabias y ella tan suya que no deja pasar una. 
     Enferma, porque fui tan estúpida en su momento de interponer el trabajo que para mi era sinónimo de poder, de independencia, de ser. Pero he de decir que hasta que Dios no tuvo la Gracia de concederme comprender que no está la vida en mi prepotencia y en la estabilidad de tener un trabajo. 

     Estaba allí, frente a Ella, con la experiencia que la vida y Dios me ha permitido tener. Dando gracias por el hombre que ha puesto en mi camino y porque como pedí en su día, hoy sigo como una loca enamorada de Pepe. Si algo me dio siempre miedo del matrimonio, era que la rutina de muchos días acabaran con mi forma de amar o de sentir. Mire a Pepe y el estomago se me alborotó en mariposas. Y un GRACIAS  muy grande me inundó al mirar a la Pilarica y ver los frutos de ese amor. Allí estaban mis dos retoños, mis hijos, los frutos de la promesa que Dios dio al hombre.(Gracias Padre mio por el don de la vida en mi matrimonio) Todo lo que sentí fue gratitud. 
Pero hay no queda la cosa...
   
Como nada pasa por casualidad hace unos días que Pepe se quedó en el paro. Y como hubo esos problemillas con los compañeros, me temía que hablasen mal al jefe hasta tal punto que no volvieran a llamar a Pepe para trabajar. Pues pisábamos el umbral de la calle al salir y llamaron a Pepe por teléfono. Era otro compañero, no de los que compartían piso, que le llamaba diciéndole que si quería compartir piso con él y con otro y que tenían que estar en las Islas de Gran Canaria la próxima semana. 
     Puede una persona después de tantas señales tener dudas. Yo si. Esas que en cada revés me asaltan y a las que mi ángel en tantas ocasiones me previene de no entrar al trapo.
     Aún no había llegado a mi destino de peregrinaje y ya me sentía a rebosar de bendición y dar gracias a Dios por todo lo bueno que me da. Esta escapada ha sido como un poder volver atrás en el tiempo y ver desde allí el futuro que hoy es presente. Cuantas cosas ha hecho el Señor por mi, y todas buenas, tantas que no he sido capaz ni de advertir. 
     Gracias Padre Santo por darme a María como Madre, por darte en Ella, por amarme hasta la cruz de mis pecados y de mi testaruda forma de ser.

Comentarios

  1. Muy bonita narración,Mento, está claro que Dios hace las cosas cuando nos abajamos y no imponemos nuestra voluntad.
    Pues si vieras lo que me costó a mí que Julio se diera cuenta de que me quería a rabiar, jajaja...
    Demos gracias a Dios que nos ama tanto.
    Besitos, guapa peregrina

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    1. Besitos y bezasos Mili.
      Así es, Dios es siempre quien acierta y conoce el momento y el lugar, yo en cambio siempre he ido dando trompicones y a cabezazos queriendo derribar muros.
      No puedo creer que hasta en eso coincidamos, jajaja.
      Sí demos gracias a Dios que nos da sin que necesitemos luchar por ello.
      Un abrazo amiga.

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  2. Mento...que belleza de post,llenito de amor no soloa tu esposo,hijos,flia entera,sino ese amor a Nuestra bella familia del cielo...A Nuestro Jesus a Maria.

    Bendiciones,muchas mas bendiciones para ti y tu entorno.

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    1. Ay amiga, me siento así. Muy, muy amada por el Señor y será eso lo que se nota en mis escritos. Yo no le merezco, (no lo digo por quedar bien, es la verdad) pero el me ama incansable y llena mis dias de bendiciones. A pesar de que yo ande en mis mundos de "yupi" y la mayor parte del tiempo sea ajena a todas las cosas que en mi dia a dia Dios pone delante de mi para mi bien y el de los mios.
      Por cierto tu blogme encanta, es bello a la vista y al oido del alma que lee. Invito a los que lean este comentario vayan a conocer el blog de esta amiga ;)
      Un abrazo.

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  3. Mento,como me has emocionado...eres un cielo,que Dios te siga bendiciendo :)

    Un cariñoso saludo amiga mia.

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    1. Belén, emocionada he estado todo el viaje. No cabia en el pellejo. Me parecia mentira poder comprender tantas cosas juntas, tanto amor que... Me ha hecho mirar al cielo y desear realmente estar ya alli. Estos dias la frase de la Madre Teresa de Calcuta me ha retumbado dentro con más fuerza que nunca, esa que dijo una vez: LA SANTIDAD ES UNA OBLIGACIÓN PARA MI Y TAMBIÉN PARA USTED. Se que yo solo soy un trasto, pero he sentido dentro de mi unas ganas de conversión, de querer decir sí a Dios sin limitaciones.
      Un abrazo amiga.

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  4. Mento, de verdad que me encanta pasar por aquí y quedarme enganchada a tus historias. Desprenden autenticidad y mucha fe vivida dentro de lo que es la vida cotidiana, con sus alegrías y tristezas, sus enfermedades y dificultades, que son todos dones que Dios derrama a manos llenas sobre nuestras vidas.

    Felicidades por este viaje y por este relato que transmite tanta fuerza y vida interior. Un abrazo!!

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  5. Me ha gustado mucho el relato, y la conexión que estableces entre lo que nosotros creemos que necesitamos y lo que verdaderamente necesitamos, y cómo Dios da la vuelta a la tortilla y hace las cosas a su manera, que para eso es Dios.

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  6. Mento, que bueno es saber ser agradecida.
    Por cierto, lo mejor es dejarnos tomar la iniciativa (bueno, más bien hacernos creer que la tomamos). Eso de que nos persigan le quita encanto a la cosa. Ya ves, cuando lo dejaste estar, ya lo tenías en el bote. Y ahí sigue, aplaudiendo hasta con las orejas.
    Un abrazo.

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