DESCANSAR.

Imagen:Angeles C.Villar

Descansar...

      Algo que cuando eres madre parece todo una quimera imposible de alcanzar. Si quieres, siempre hay algo que hacer, nunca pararías. La depresión a mi me ha dado muchos momentos de estar inactiva, sin hacer nada, pero sin descansar. Estar  grogi de pastillas y adormilada, no es descansar, es estar un tiempo muerto, sin saber cuanto y preguntando si servirá para algo al despertar.

     Estos días si estoy descansando, pero despierta. La inauguración de las olimpiadas en casa fue una pasada. Estaban las amiguitas de mi niña en casa que se quedaron a dormir y fue como si España ya trajera para casa el medallero al completo. La entrada del equipo español llenó mi casa de gritos, saltos, y festejos. Una noche de pijamas, con chico incluido (mi peque Iván) y deporte. Los hijos son  lo mejor del mundo. Y lo digo yo, que ya sabes que no me gustan los niños. 

     Pero es así, Gracias Padre Santo por el don de la vida, por los hijos que nos has dado a Pepe y a mi y por enseñarme a querer dar lo mejor de mi en ellos y por ellos.

      Los hijos son la viva imagen del amor de Dios. Cuando les dedicas el tiempo que necesitan, que fácil resulta todo y que de cosas importantes aprendes de ellos. Incluidas la de recuperar esos niñ@s que una vez fuimos y que nunca deberíamos de olvidar. Por que solo con la ilusión, la prontitud de la juventud y su curiosidad, podemos seguir luchando sin desfallecer en la batalla por hacer algo mejor el mundo que nos rodea.

     Como en las carreras de relevos, los niños se los llevó luego la mamá de otra peque y de pronto el corazón de esta casa perdió su ritmo cardíaco. Todo entró en fase de descanso, como en un letargo silencioso. Ayer, estuvimos en la nueva casa donde mi hermana vive ahora, a unos sesenta kilómetros. Los niños cambiaron de estar en casa de nuestra amiga a la de la tita. Así que el corazón de mi casa sigue en estado de... ¿Qué? Es una sensación extraña. Tres días me han bastado para descansar, disfrutar delante de mi pantalla viendo las olimpiadas, Varias secciones de belleza en mi baño que se ha convertido en mi rincón favorito de relax. Y descubrir que es cierto que no cambiaría esta vida que ahora tengo de madre imperfecta, por un millón de vidas de joven liberal que tuve antes.

Ya no se estar sola, no disfruto de la soledad, aunque a gritos le pida en más de una ocasión en el trajín de mi vida como madre y esposa. Pero lo cierto es que me encanta  ser un trasto de esposa, peor madre y que mi casa sea una leonera desde que sale el sol hasta que le damos la vuelta. Me encanta mi vida. Me encantan las travesuras de mis hijos, incluso cuando sacan lo peor de mi como el otro día que me encerraron a mi pobre Cuca (mi perrita) en un cajón de plástico y le pusieron la tapa. Eso Iván y su amigo Francisquito, la madre que los parió a los dos, casi me da un infarto buscando a la perra.

     Descansar? No, esto no es descansar, esto de tener todo el tiempo del mundo para una ya no es descanso. Descansar es ver llegar a mi guerrero cada quince días y mirarlos a los ojos, puede que no me de esas muestras de cariño que mi fantasioso corazoncito imagina. Pepe no es muy demostrativo, menos si hay gente delante, es un hombre reservado. Pero mi alma entra en un descanso difícil de explicar cuando le miro a los ojos y descubro ese lugar en él que me pertenece y donde yo encuentro el refugio perfecto.

      Descansar es estar hecha polvo, con los nervios crispados y agotada de seguir el ritmo de mis hijos todo el día y ver que ya no puedo ni con mi alma y ellos siguen con ese ímpetu tan frescos. Descubrir en su vitalidad la fuerza del espíritu que nos alienta a estar vivos, como el Dios que se manifiesta en los niños: puro, alegre, entregado, vital...

... Eso si es descansar.