1 VIERNES MÁS. ¿O MENOS?


     Esta mañana nada más levantarnos, mientras Lucy se vestía dijo: Mamá hoy no es un viernes como el de la semana pasada. El corazón se me hizo un puño. Intenté restarle importancia y hacerlo pasar por un día menos. Pero a veces la realidad es tan difícil, tanto como queramos hacérnosla.

     El viernes pasado Pepe vino. Solo hacia entonces cuatro días que se había marchado, pero parecía una vida. Recuerdo que viví todo el día ilusionada e impaciente como una adolescente. Hacia tanto que no sentía ese sentimiento y me sentía de tal manera que... después de todo... fue una experiencia positiva. Hoy en cambio cuesta un poquito más adaptarse. Me cuesta escribir últimamente, porque no me gusta quejarme tanto y parecer que ando en las últimas. Aunque puede que sea eso lo que aparento llorando por los rincones cuando nadie me ve. Tengo momentos. Y se clasifican así: 1- En la medida que me apoyo en mis fuerzas me vengo abajo y me desmoralizo y necesito a mi lado a mi hombre que me da su fortaleza. 2- Luego tengo momentos en que me crezco. Son esos que me apoyo en Jesucristo, Él es ese Hombre-Dios que me da su Espíritu Santo. Y esa fortaleza no decae, me ayuda a superarme a mi misma y a superar todos mis sufrimientos internos.

     Hay en mi comunidad una señora mayor que siempre habla de su marido. Cuando la oyes, si no la conoces, piensas que su marido hace unos días que falleció. Por la intensidad que refleja sus sentimientos y el modo en que lo hace. Aunque hace ya muchos, muchos años que enviudó. Yo siempre me emociono al escucharla, ahora más. Porque aunque mi ausencia es solo temporal, me siento identificada con ella. Si estás hoy con tu pareja al lado, no desaproveches ni un solo momento para decirle cuanto le amas. Cuanto necesitas del contacto y de su presencia de él o de ella en tu vida. Porque pese a ser cosas que damos por hecho saber, vamos dejando a un lado, cada uno por motivos muy parecidos, pero que al fin las dejamos hasta que un día comprobamos lo tonto que fuimos por no utilizar más a menudo una palabra que tal vez nos pareciera empalagosa o un tanto pueril. 



     ¿Recuerdas el chiste que publiqué la semana pasada del señor que estaba en coma y despierta con su mujer al lado? Pues a mi me pasó algo casi tan gracioso como eso y lo voy a compartir contigo. Claro que si eres hombre seguramente te hará más gracia, porque te verás identificado en el personaje principal... Dios!!! Como sois!!! El sábado antes de la Eucaristía cuando se lo contaba a mis hermanos de comunidad se partían de la risa. Y Rafa incluso lo admitió dirigiéndose a Alfonso diciéndole: ¿nosotros  hacemos eso normalmente? Y el otro riéndose asentía con la cabeza.

     La escena: Eran casi las diez de la noche cuando Pepe por fin llegó a casa. Iván sin terminar de dormirse desde las ocho, yo desesperadita por que entre las ganas que tenia de ver a mi marido y el niño que no se me dormía... Llaman a la puerta, era él, yo lo sabia, los niños no. Abre la puerta Lucía, los niños se vuelven locos gritando y saltando alrededor de su padre. Me contagio de la locura, quiero gritar y saltar también a sus brazos, pero opto por parecer una mujer normalita (?)... Así que me quedo en pie delante de la cocina comedor que tenemos, mientras ellos tres desfogan sus sentimientos entre abrazos y risas. Bueno Lucy lloraba y reía a un mismo tiempo. Me emociono mirando y doy gracias a Dios por la familia que tengo. El tiempo parece pararse, sonrío de oreja a oreja, mi Pepe me está mirando con esa preciosa sonrisa. 
Suspiro...
... Está viniendo hacia mi...
Mento contrólate ahora - me digo- no llores.

     Y es que yo aunque aparento ser dura, luego soy una tontorrona sentimental. Él está frente a mi, aún estoy controlando la respiración. Va a darme el beso de su vida... o de la mía... aún lo sé. Bueno me lo imaginaba... y en eso se queda. Porque como banderillero profesional, me hace un recorte justo al llegar  a mi altura y me rodea. Los ojos se me abren como platos y me escucho a mi misma diciendo en voz alta: 
-Vamos, es que no me lo puedo creer!

     Me giro en la dirección de la trayectoria donde lo he perdido y me lo veo abriendo la nevera y metiendo en el congelador la litrona de Cruzcampo que traía en una mano. Comienza a reírse mientras me intenta sujetar para besarme, a lo que yo le respondo: "Ahora vas a besar a tu madre". Y me hago la muy mosqueada, aunque en el fondo solo lo estoy un poco. Después de once años una se acostumbra a la poca vista que gastan algunos hombres entre los cuales se encuentra el mio. 

    ¡Así que animo machote!... Si eres de los que tiene tan poca vista como mi Pepe, te aconsejo que en este adviento le dediques un poquito más a tu pareja. Que no pases ni una vez junto a ella sin demostrarle lo mucho que significa para ti. Y... no esperes a que ella reclame esa actitud de ti. Ya sabemos quien es el Rey de estas fechas, al que esperamos. Pero si tratas a tu mujer como a una princesa, ella te hará sentir a ti el único rey. 

     Y chica... si eres de las que como yo tiene que estar siempre a la caza y captura de tu rey... ¡¡¡Animo!!! ¿Que le vamos a hacer? En todo caso pedirle a los Reyes Magos un manual de romanticismo y rezar para que se lo lean, jajaja. Y si no, pues haz como yo. Yo ya se lo que le voy a pedir este año.  Mi Pepe se reía cuando se lo dije esa noche. Este año voy a pedir a los Reyes Magos un arreglillo de cirugía plástica... Sí, y a ser posible que el cirujano plástico me deje la cara lo más parecida al muñequito de la Cruzcampo. Así tanto mi Pepe como yo, seremos el matrimonio más feliz y más bien avenido del mundo. 
¡¡JAJAJA!!