DE NOCHE. Diario de una madre imperfecta.


     La noche representa todo aquello que nos asusta, somos seres creados para  la luz. Desde pequeños, nuestros temores y pesadillas van protegidos por el velo de la oscuridad, principal arma de los villanos que se esconden en ella con el fin de no ser descubiertos y atrapados. 
La noche hace que la enfermedad sea más difícil de soportar, que los dolores se agudicen y que los nervios se crispen a la espera del amanecer.
En la noche oscura de nuestra alma, sin una luz que nos guía, la soledad se convertiría en un sinfín de horas pasaderas sin esperanzas, sin amigos...
Recuerdo un comentario de Angelo en mi blog hace unos días en que me felicitaba. Decía algo así que últimamente escribía mucho sobre el tema de la amistad y me felicitaba por haberla encontrado. Y así es.

     Gracias a Dios, he encontrado personas a lo largo de mi vida que me han echo creer precisamente en eso, en las personas. Algunos amigos fueron llegando y otros marchándose, de todos ellos aprendí algo bueno y a base de risas y llantos se fue forjando mi propia base de amiga, lo que soy cuando me entrego al otro. Sin reparos, sin red. Como dice esa frase conocida de algún autor que ahora no recuerdo. Es mejor sufrir y lamentarse por haber amado, que lamentarse por no haber amado nunca. Yo siempre he aplicado a la amistad esta frase. Cuando me he visto rodeada de oscuridad en algún momento a causa de la desilusión  que causa el sentir la entrega dada a un amigo rechazada, siempre he pensado en esta frase que otros aplican al amor de pareja. Para mi,  por mi forma de ser y de sentir, no hay un sentimiento más verdadero y filial que el de la amistad. Tan valorado y tan adulterado, tan escaso, que muy pocos llegan a disfrutar plenamente de él.

     Anoche fue una noche oscura, he perdido a un amigo...
Y no porque se fuera de esta vida, de ese modo siempre queda algo en el espíritu que une a los que se han querido. Como siempre he saltado sin red, solo los valientes aman y son correspondidos con todo el potencial humano de nuestra capacidad de hacerlo. Yo siempre me he regido por este barómetro.  Y he llorado muchas noches a oscuras, herida por la traición, por la desilusión, por ese sentimiento interno que intenta convencerte de que amar a los demás sin esperar nada a cambio es solo una quimera. Una vana y estúpida ilusión de personas faltas de inteligencia. Pero yo me niego a dejar de creer en las personas, me niego a dejar de creer que dentro de cada uno de nosotros hay algo muy bueno que podemos ofrecer y compartir con los demás. Y me niego a dejar de compartir mi pequeña parte buena, aunque solo sirva para que no sea valorada un día, o una noche, y esa persona pase pisoteándola y diciendo adiós.

     Yo jamás me he atrevido a juzgar a nadie a quien si consideré amigo, ni siquiera después de que la porción de amistad que pudiera ofrecerse desapareciera del todo.  No somos iguales a la hora de amar y entregarnos. Compartimos miedos, pero algunos de ellos dejan más huellas en unos individuos que en otros. Yo elegí libremente enfrentarme a mis propios fantasmas, lavarme la cara y entregar lo poco que tengo para enfrentarme con la realidad demoledora de que el mundo va al declive de valores que muy pocos intentan mantener en pie y que no siempre damos con ellos. Que hay que respetar los miedos de los demás, las formas de ser del otro y que tal vez tu amigo, aprendió a ofrecer su parte buena de otra manera.  A veces la amistad no puede darse por falta de compenetración en la forma de entender el desarrollo de esta. Y la noche cae sobre alguna de las dos partes, más oscura y pesada. 

     A mi me sucedió esta noche pasada.

     Hoy como si de una noche de huelga y borrachera se tratara tengo resaca, dolor de cabeza, y un nudo en la boca del estómago que me amorfa el día. Los ojos hinchados de llorar, pero no me pesa. Mañana cuando me reponga de esta, volveré a abrir mis puertas de par en par, ojalá al salir a la calle encuentre a mi amigo sentado en la acera, dispuesto a confiar y creer, aunque tengamos que poner la red abajo. A veces los finales no son felices, también esa posibilidad cabe. Mi ángel de la guarda siempre me dice lo mismo: Salta, no tengas miedo, tu mejor Amigo saltó por ti y te salvó. Merece la pena tu sufrimiento por rescatar la confianza de otros en las personas. Entonces le sonrío y le digo: Tú lo que quieres es volverme realmente loca, o que parezca una tonta ingenua delante de los demás. Que incluso no comprendan mi forma de ser y me cataloguen en un apartado que no me gustará.
Entonces mi ángel enciende una pequeña luz en esta noche que parece querer cegarme para siempre y consigo ver algo que me conmueve y me toca hasta la ultima célula del ser.

     Le veo a Él, esta tirado en el suelo, desnudo, sangrando por todo sus miembros, le han humillado, lo han rechazado y se ha sentido solo... Lo siento en mi ser, siento su soledad humana y su sufrimiento, su dolor. Pero también siento su mirada caer sobre mi, así como está. Despojado de su gloria, como un desecho que nada vale. Me mira y su amor atraviesa mi ser, aún tiene capacidad para amar, es un valiente, ha saltado sin red y eso que su Padre se la hubiera ofrecido. En ese momento los dos lo sabemos y su amor me trasforma, me alienta, me reconforta, Él es mi Amigo, se está entregando con los brazos abiertos en un abrazo que no todos llegaran a comprender. Acepto ese abrazo, no importa lo que tenga que doler mas tarde, sí, lo acepto. Jesús me abraza y me dice: Ve y ama así, no tengas miedo, nadie podrá alcanzar un amor mayor que el que da la vida por sus amigos y me deja entender el significado y lo experimento en mi.
   
     Angelo, si hoy entras en mi blog y lees esta entrada quiero contestarte lo que el otro día por miedo a que no fuera comprendida no dije. Sí, he encontrado la verdadera amistad, Jesucristo me encontró y yo me estoy dejar amar por Él. Estoy intentando parecerme a Él en mi relación con los demás, aunque no siempre lo consigo. Porque a veces el orgullo me engaña y me puede  y otras engaña a mis amigos. Puede que esta noche haya perdido a un amigo que para mi significa mucho. No lo sé, su ultima frase fue: Espera sentada. Esperaré por si acaso un poco más. Pues sigo pensando igual, que solo los valientes se arriesgan a amar y ser amados. Y que existe la amistad desinteresada y filial, porque Jesucristo no necesita nada de mi y no solo me da su amistad, se me da el mismo, sin ninguna reserva. Él ha sido el valiente que en el huerto de los olivos supo saltar ante el silencio del Padre. Saltó sin red y yo sé que en aquel momento pensó en mi, en la amistad que me uniría a Él  y no dudo de que yo no lo fuera a aceptar, de que yo no lo fuera a entender, de que ni siquiera me interesase una amistad como la suya. El saltó por mi y me ha esperado todo este tiempo.